Hace como un año, Rut Guindy, una de las alumnas becarias de origen judío que tengo a mi cargo me comentaba el cómo se había desarrollado la ceremonia de Yom Kipur de ese año y llegó un punto en la plática en que me preguntó ¿y a ti como te fue?, no celebro esa fiesta Rut, le contesté ¡cómo! ¿guardas el sábado, guardas kosher y no ayunas en Yom Kipur? pues sí Rut, recuerda que soy cristiano, no judío. No había pasado una semana cuando Rut, otra Rut compañera de la carrera de teología en la Ibero y pastora de la Iglesia Metodista platicaba conmigo y en el desarrollo de la plática llegamos al punto de las incidencias de los respectivos cultos de fin de semana, ella comentándome acerca de lo acontecido el domingo, y yo de lo acontecido en el sábado. Aunque de amplio criterio y con mucho respeto las preguntas se fueron inclinando entre líneas a ¿estás seguro que no están bajo la ley?
La muy particular forma de cristianismo que profesamos, como un péndulo, se ha inclinado a lo largo de su historia entre dos polos por demás opuestos entre sí, desde una postura de “judíos espirituales” hasta “pentecostales carismáticos de última generación”, pero ¿Quiénes somos?
Muy jóvenes como denominación en México, principios del siglo pasado a la fecha, hemos sufrido varias divisiones y separaciones que han tenido que ver con la inclinación hacia el “polo judío”, sin embargo la inercia de nuestra ascendencia cristiana ha imperado y la mayoría del ministerio en esta historia ha reflexionado en favor de una tradición de cristianismo protestante.
Con mucho camino que recorrer y reflexionar al respecto hemos avanzado en la dirección cristiana alejándonos de lo que para algunos es obvio, ¿guardar el sábado y la ley de la alimentación no nos acerca al judaísmo? O en último caso ¿al judaísmo mesiánico?
Caminar hacia esa dirección y para evitar una desbandada en masa, en los años sesenta tuvimos un acercamiento significativo al aceptar la celebración de ciertas fiestas judaicas, que a la postre redundó en una dolorosa separación, por lo que aceptar un error doctrinal para evitar una división al final resultó más doloroso y las consecuencias y trabajos que mis hermanos ministros conocieron y sufrieron para mantener la unidad e identidad fueron enormes. La experiencia nos ha enseñado que tolerar un error para evitar un problema, al final resulta en un problema mucho mayor y más doloroso, voltear la mirada en otra dirección para no ver algo que es evidente, solo nos traerá consecuencias desastrosas.
En la actualidad mis hermanos, el judaísmo mesiánico ha iniciado una ofensiva, no solo en nuestras congregaciones sino en todo el mundo cristiano, especialmente en el ámbito latino. Esa es una realidad inobjetable, pero ¿qué hacer? si a veces internamente nuestro péndulo empieza a moverse en favor de nuestra “parte judía”, sobre todo porque nos resulta incluso ofensivo el hecho de que nos “comparen con los del domingo”. Me refiero al hecho de que el noventa y nueve por ciento del mundo cristiano tiene al domingo como su día del Señor.
Creo que debieran sonar en nuestros oídos con mucha actualidad las palabras escritas por Pablo hace dos mil años a una comunidad con ese mismo problema, ¡Oh cristianos insensatos! ¿quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado?
Creo que la respuesta al ¿Quiénes somos? Es compleja y tiene muchos matices que no podrían contestarse teniendo este espacio para esa reflexión, lo que sí se puede contestar es lo que no somos, y lo que no somos por ningún motivo es ser judíos ni siquiera “judíos espirituales”, a menos que optemos por convertirnos al judaísmo, circuncidarnos y ver a Jesus como Yeshua el Mesías y no como Jesús el que está con Dios y es Dios.
¿Que no es el mismo? ¡Claro que no!, aunque pudiera parecernos que lo es, ¿qué Jesús no es el Mesías? ¡Claro que lo es!, sin embargo, lo que nos acerca más “a los del domingo” que al judaísmo es el reconocimiento de Jesús como el hijo de Dios y como Dios mismo. Esa reflexión que hace muy poco nos hicimos fue la que nos dio la identidad de cristianos y no alejó definitivamente del judaísmo mesiánico.
Esta controversia doctrinal ya fue dirimida en el 325 D.C. en el concilio de Nicea, donde el cristianismo definió su posición reconociendo que Jesús era verdaderamente hombre y verdaderamente Dios, sin embargo el asumir que Jesús solamente es el Mesías, sin reconocer su completa divinidad, como alguna vez lo enseñamos y como el mesianismo judío proclama, sería negar lo que al apóstol Pablo le fue revelado por Jesús mismo:
Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús,
2:6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,
2:7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;
2:8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
2:9 Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre,
2:10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra;
2:11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
Jesús es el Mesías porque fue ungido por el Espíritu Santo para iniciar su ministerio y sus oficios, vistos por el evangelio de Mateo, donde los magos de oriente le ofrecen los regalos, propios de esos oficios distintivos a su persona:
2:11 Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.
Reconociendo en él sus oficios de rey sacerdote y profeta, por lo cual el Espíritu Santo le ungió como dice la epístola a los Hebreos:
1:9 Has amado la justicia, y aborrecido la maldad,
Por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo,
Con óleo de alegría más que a tus compañeros.
Así pues Jesús es ungido (convirtiéndose en , el ungido, o el mesías para los judíos) por el Espíritu Santo previamente al inicio de sus oficios. Esto es atestiguado en su bautismo en su condición de verdadero hombre y reconocido por su Padre como verdadero Dios y exaltado a los sumo por Él, para que delante de Él se doble toda rodilla y toda lengua confiese que Él (el Padre y el Hijo son dignos de Él, con mayúscula) es el Señor.
¿Pero y el sábado y la ley de la alimentación, doctrinas por las cuales nuestros demás hermanos cristianos nos acusan de estar bajo la ley?
Al respecto, independientemente de la certeza y confianza que tenemos de tener un respaldo bíblico en este tema, es una tarea pendiente que los que por bendición hemos tenido una formación teológica, podamos dialogar en ese lenguaje, y en una reflexión seria y profesional argumentar desde nuestra óptica para responder apologéticamente a los cuestionamientos de otras denominaciones con respecto a nuestra comprensión del reposo y la alimentación, tarea que es un imperativo no solo en este tema, sino en infinidad de temas pendientes, éticos en su mayoría, en lo que la voz teológica de la iglesia no hemos dicho nada, máxime que aunque pocos hay plumas que debemos ponernos a la obra sin que nos tiemble el pulso. Al respecto podemos ver que en nuestra comprensión de nuestro día de reposo, éste no inicia en Éxodo veinte o Deuteronomio cinco y en el caso del Éxodo (versículos seis al once) el versículo seis inicia con un “acuérdate” donde la intención es referirlo a algo ya conocido previamente, es decir anterior a la legislación mosaica, donde la tradición sacerdotal lo remonta a la creación misma:
Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo.
2:3 Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación.
En ese sentido es que Jesús tiene autoridad para darle un carisma evangélico, y la tiene porque Él es creador y Señor del mismo. Es ese carisma de misericordia el que le da el sentido cósmico e intemporal en el que creemos.
12:6 Pues os digo que uno mayor que el templo está aquí.
12:7 Y si supieseis qué significa: Misericordia quiero, y no sacrificio, no condenaríais a los inocentes;
12:8 porque el Hijo del Hombre es Señor del día de reposo.
Con respecto de nuestra comprensión acerca de lo que comemos o no como proteína animal La tradición deuteronómica (Génesis siete versículo dos) nos muestra la versión en que, previo a la legislación mosaica, en este relato del diluvio, remonta a este momento la diferenciación entre especies de animales a los que distingue entre limpios y los que no lo son:
7:2 De todo animal limpio tomarás siete parejas, macho y su hembra; mas de los animales que no son limpios, una pareja, el macho y su hembra.
Desde una perspectiva especulativa, lo admito, podríamos preguntar ¿por qué el escritor introduce los términos limpios o no limpios? Sobre todo en el número de los mismos, cabría la posibilidad, y repito desde la especulación, de que el escrito preveía la forma en que Noé se alimentaría, ya que si disponía de la única pareja de animales limpios para alimentarse desaparecería esa especie.
Sin embargo en los casos anteriores la profundización teológica nos daría elementos más para dialogar desde ese lenguaje con las denominaciones más antiguas en los cuales el leguaje teológico es más desarrollado para mostrar nuestros argumentos entendibles a eso oídos y así lograr que se nos deje de ver como fanáticos fundamentalistas.
Pero regresando al hilo conductor del propósito de este escrito, es imperativo entender que estamos en los linderos, si no es que ya en la crisis misma, en que las divisiones por simpatía o tendencias de afinidad con el judaísmo o judaísmo mesiánico hagan estragos dentro de nuestras congregaciones.
Definido pues lo que no somos, es preciso hacer énfasis en lo que somos y reconocer que estamos más cerca de los “del domingo”, sin que con eso reconozcamos tal día por sus implicaciones históricas y doctrinales.
Esa cercanía empieza porque somos, como nos define Pablo gentiles, es decir sin ningún nexo racial o religioso con el judaísmo, y desde ese ser y asumirse caminar con la confianza en que Dios es un Dios universal y en su hijo Jesús ha llamado a toda carne:
3:16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
3:17 Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.
Y desde esa pertenencia al mundo la reflexión de Pablo es la siguiente:
Ro 9:22 ¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción,
9:23 y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria,
9:24 a los cuales también ha llamado, esto es, a nosotros, no sólo de los judíos, sino también de los gentiles?
9:25 Como también en Oseas dice:
Llamaré pueblo mío al que no era mi pueblo,
Y a la no amada, amada.
9:26 Y en el lugar donde se les dijo: Vosotros no sois pueblo mío,
Allí serán llamados hijos del Dios viviente.
Ga 3:7 Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham.
3:8 Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones.
3:9 De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham.
Como gentiles, siendo salvos por gracia y por fe en Jesucristo salvador y señor nuestro, caminemos por esa ruta buscando dialogar exponiendo con fundamentos nuestra comprensión doctrinal en dos vertientes:
Al interior, preparando a nuestras congregaciones exponiendo con claridad el mensaje evangélico de una salvación basada en la teología paulina y poniendo el acento en que somos cristianos evangélicos de tradición protestante (aun con nuestra particular comprensión en determinados puntos doctrinales).
Al exterior, es necesario iniciar el dialogo teológico con otras denominaciones (principalmente evangélicas), y hago un énfasis en el término teológico ya que doctrinalmente somos firmes en su cumplimiento.
Insisto en el dialogo con denominaciones evangélicas porque este puede darse, en el caso de los grupos de judíos mesiánicos no hay posibilidad de dialogo, solo hay una verdad, la de ellos.
El embate de estos grupos es frontal y cada vez será más agresivo. Por nuestra comprensión acerca del sábado y la alimentación somos un blanco más visible que otras denominaciones. La experiencia nos ha demostrado que voltear la mirada en un problema para ver si pasa, a la postre nos ha generado un daño mucho mayor que el que se hubiera generado si se hubiera afrontado a tiempo ponderándolo y tratando que los daños (que los hay y habrá) sean los menos posibles.
El apóstol pedro escribió su primera carta a una iglesia en gran sufrimiento, y para animarla les envió el siguiente mensaje:
1 Pe 3:14 Más también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois. Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis,
3:15 sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros;
3:16 teniendo buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo.
La muy particular forma de cristianismo que profesamos, como un péndulo, se ha inclinado a lo largo de su historia entre dos polos por demás opuestos entre sí, desde una postura de “judíos espirituales” hasta “pentecostales carismáticos de última generación”, pero ¿Quiénes somos?
Muy jóvenes como denominación en México, principios del siglo pasado a la fecha, hemos sufrido varias divisiones y separaciones que han tenido que ver con la inclinación hacia el “polo judío”, sin embargo la inercia de nuestra ascendencia cristiana ha imperado y la mayoría del ministerio en esta historia ha reflexionado en favor de una tradición de cristianismo protestante.
Con mucho camino que recorrer y reflexionar al respecto hemos avanzado en la dirección cristiana alejándonos de lo que para algunos es obvio, ¿guardar el sábado y la ley de la alimentación no nos acerca al judaísmo? O en último caso ¿al judaísmo mesiánico?
Caminar hacia esa dirección y para evitar una desbandada en masa, en los años sesenta tuvimos un acercamiento significativo al aceptar la celebración de ciertas fiestas judaicas, que a la postre redundó en una dolorosa separación, por lo que aceptar un error doctrinal para evitar una división al final resultó más doloroso y las consecuencias y trabajos que mis hermanos ministros conocieron y sufrieron para mantener la unidad e identidad fueron enormes. La experiencia nos ha enseñado que tolerar un error para evitar un problema, al final resulta en un problema mucho mayor y más doloroso, voltear la mirada en otra dirección para no ver algo que es evidente, solo nos traerá consecuencias desastrosas.
En la actualidad mis hermanos, el judaísmo mesiánico ha iniciado una ofensiva, no solo en nuestras congregaciones sino en todo el mundo cristiano, especialmente en el ámbito latino. Esa es una realidad inobjetable, pero ¿qué hacer? si a veces internamente nuestro péndulo empieza a moverse en favor de nuestra “parte judía”, sobre todo porque nos resulta incluso ofensivo el hecho de que nos “comparen con los del domingo”. Me refiero al hecho de que el noventa y nueve por ciento del mundo cristiano tiene al domingo como su día del Señor.
Creo que debieran sonar en nuestros oídos con mucha actualidad las palabras escritas por Pablo hace dos mil años a una comunidad con ese mismo problema, ¡Oh cristianos insensatos! ¿quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado?
Creo que la respuesta al ¿Quiénes somos? Es compleja y tiene muchos matices que no podrían contestarse teniendo este espacio para esa reflexión, lo que sí se puede contestar es lo que no somos, y lo que no somos por ningún motivo es ser judíos ni siquiera “judíos espirituales”, a menos que optemos por convertirnos al judaísmo, circuncidarnos y ver a Jesus como Yeshua el Mesías y no como Jesús el que está con Dios y es Dios.
¿Que no es el mismo? ¡Claro que no!, aunque pudiera parecernos que lo es, ¿qué Jesús no es el Mesías? ¡Claro que lo es!, sin embargo, lo que nos acerca más “a los del domingo” que al judaísmo es el reconocimiento de Jesús como el hijo de Dios y como Dios mismo. Esa reflexión que hace muy poco nos hicimos fue la que nos dio la identidad de cristianos y no alejó definitivamente del judaísmo mesiánico.
Esta controversia doctrinal ya fue dirimida en el 325 D.C. en el concilio de Nicea, donde el cristianismo definió su posición reconociendo que Jesús era verdaderamente hombre y verdaderamente Dios, sin embargo el asumir que Jesús solamente es el Mesías, sin reconocer su completa divinidad, como alguna vez lo enseñamos y como el mesianismo judío proclama, sería negar lo que al apóstol Pablo le fue revelado por Jesús mismo:
Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús,
2:6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,
2:7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;
2:8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
2:9 Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre,
2:10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra;
2:11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
Jesús es el Mesías porque fue ungido por el Espíritu Santo para iniciar su ministerio y sus oficios, vistos por el evangelio de Mateo, donde los magos de oriente le ofrecen los regalos, propios de esos oficios distintivos a su persona:
2:11 Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.
Reconociendo en él sus oficios de rey sacerdote y profeta, por lo cual el Espíritu Santo le ungió como dice la epístola a los Hebreos:
1:9 Has amado la justicia, y aborrecido la maldad,
Por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo,
Con óleo de alegría más que a tus compañeros.
Así pues Jesús es ungido (convirtiéndose en , el ungido, o el mesías para los judíos) por el Espíritu Santo previamente al inicio de sus oficios. Esto es atestiguado en su bautismo en su condición de verdadero hombre y reconocido por su Padre como verdadero Dios y exaltado a los sumo por Él, para que delante de Él se doble toda rodilla y toda lengua confiese que Él (el Padre y el Hijo son dignos de Él, con mayúscula) es el Señor.
¿Pero y el sábado y la ley de la alimentación, doctrinas por las cuales nuestros demás hermanos cristianos nos acusan de estar bajo la ley?
Al respecto, independientemente de la certeza y confianza que tenemos de tener un respaldo bíblico en este tema, es una tarea pendiente que los que por bendición hemos tenido una formación teológica, podamos dialogar en ese lenguaje, y en una reflexión seria y profesional argumentar desde nuestra óptica para responder apologéticamente a los cuestionamientos de otras denominaciones con respecto a nuestra comprensión del reposo y la alimentación, tarea que es un imperativo no solo en este tema, sino en infinidad de temas pendientes, éticos en su mayoría, en lo que la voz teológica de la iglesia no hemos dicho nada, máxime que aunque pocos hay plumas que debemos ponernos a la obra sin que nos tiemble el pulso. Al respecto podemos ver que en nuestra comprensión de nuestro día de reposo, éste no inicia en Éxodo veinte o Deuteronomio cinco y en el caso del Éxodo (versículos seis al once) el versículo seis inicia con un “acuérdate” donde la intención es referirlo a algo ya conocido previamente, es decir anterior a la legislación mosaica, donde la tradición sacerdotal lo remonta a la creación misma:
Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo.
2:3 Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación.
En ese sentido es que Jesús tiene autoridad para darle un carisma evangélico, y la tiene porque Él es creador y Señor del mismo. Es ese carisma de misericordia el que le da el sentido cósmico e intemporal en el que creemos.
12:6 Pues os digo que uno mayor que el templo está aquí.
12:7 Y si supieseis qué significa: Misericordia quiero, y no sacrificio, no condenaríais a los inocentes;
12:8 porque el Hijo del Hombre es Señor del día de reposo.
Con respecto de nuestra comprensión acerca de lo que comemos o no como proteína animal La tradición deuteronómica (Génesis siete versículo dos) nos muestra la versión en que, previo a la legislación mosaica, en este relato del diluvio, remonta a este momento la diferenciación entre especies de animales a los que distingue entre limpios y los que no lo son:
7:2 De todo animal limpio tomarás siete parejas, macho y su hembra; mas de los animales que no son limpios, una pareja, el macho y su hembra.
Desde una perspectiva especulativa, lo admito, podríamos preguntar ¿por qué el escritor introduce los términos limpios o no limpios? Sobre todo en el número de los mismos, cabría la posibilidad, y repito desde la especulación, de que el escrito preveía la forma en que Noé se alimentaría, ya que si disponía de la única pareja de animales limpios para alimentarse desaparecería esa especie.
Sin embargo en los casos anteriores la profundización teológica nos daría elementos más para dialogar desde ese lenguaje con las denominaciones más antiguas en los cuales el leguaje teológico es más desarrollado para mostrar nuestros argumentos entendibles a eso oídos y así lograr que se nos deje de ver como fanáticos fundamentalistas.
Pero regresando al hilo conductor del propósito de este escrito, es imperativo entender que estamos en los linderos, si no es que ya en la crisis misma, en que las divisiones por simpatía o tendencias de afinidad con el judaísmo o judaísmo mesiánico hagan estragos dentro de nuestras congregaciones.
Definido pues lo que no somos, es preciso hacer énfasis en lo que somos y reconocer que estamos más cerca de los “del domingo”, sin que con eso reconozcamos tal día por sus implicaciones históricas y doctrinales.
Esa cercanía empieza porque somos, como nos define Pablo gentiles, es decir sin ningún nexo racial o religioso con el judaísmo, y desde ese ser y asumirse caminar con la confianza en que Dios es un Dios universal y en su hijo Jesús ha llamado a toda carne:
3:16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
3:17 Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.
Y desde esa pertenencia al mundo la reflexión de Pablo es la siguiente:
Ro 9:22 ¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción,
9:23 y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria,
9:24 a los cuales también ha llamado, esto es, a nosotros, no sólo de los judíos, sino también de los gentiles?
9:25 Como también en Oseas dice:
Llamaré pueblo mío al que no era mi pueblo,
Y a la no amada, amada.
9:26 Y en el lugar donde se les dijo: Vosotros no sois pueblo mío,
Allí serán llamados hijos del Dios viviente.
Ga 3:7 Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham.
3:8 Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones.
3:9 De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham.
Como gentiles, siendo salvos por gracia y por fe en Jesucristo salvador y señor nuestro, caminemos por esa ruta buscando dialogar exponiendo con fundamentos nuestra comprensión doctrinal en dos vertientes:
Al interior, preparando a nuestras congregaciones exponiendo con claridad el mensaje evangélico de una salvación basada en la teología paulina y poniendo el acento en que somos cristianos evangélicos de tradición protestante (aun con nuestra particular comprensión en determinados puntos doctrinales).
Al exterior, es necesario iniciar el dialogo teológico con otras denominaciones (principalmente evangélicas), y hago un énfasis en el término teológico ya que doctrinalmente somos firmes en su cumplimiento.
Insisto en el dialogo con denominaciones evangélicas porque este puede darse, en el caso de los grupos de judíos mesiánicos no hay posibilidad de dialogo, solo hay una verdad, la de ellos.
El embate de estos grupos es frontal y cada vez será más agresivo. Por nuestra comprensión acerca del sábado y la alimentación somos un blanco más visible que otras denominaciones. La experiencia nos ha demostrado que voltear la mirada en un problema para ver si pasa, a la postre nos ha generado un daño mucho mayor que el que se hubiera generado si se hubiera afrontado a tiempo ponderándolo y tratando que los daños (que los hay y habrá) sean los menos posibles.
El apóstol pedro escribió su primera carta a una iglesia en gran sufrimiento, y para animarla les envió el siguiente mensaje:
1 Pe 3:14 Más también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois. Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis,
3:15 sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros;
3:16 teniendo buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo.
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