Por Charles D. Alexander
(Traducido por Jorge L.
Trujillo)
Todo aquel que quiera entender los profetas es
mejor que comience con la
Epístola de Pablo a los Gálatas, donde encontrará que la Iglesia es uno en el
Antiguo Testamento y en el Nuevo, y que la Iglesia del Nuevo Testamento es el cumplimiento
de toda la profecía, la muy última fase de la obra redentora de Dios en la
tierra.
En Gálatas el descubrirá quien es el verdadero
Israel, a quien fueron hechas las promesas y que no hay otro Israel, no hay
cumplimiento adicional de la profecía.
El problema con los creyentes de Gálatas fue la
conspiración para imponer sobre ellos las interpretaciones Judías de la
profecía, y reclamar sobre ellos una prioridad y privilegio Judío. Pablo resiste esta conspiración con una
severidad sin paralelo.
En esta cuestión era “Pablo contra mundum”
(Pablo en contra del mundo) como más tarde lo fuera, en otra cuestión vital,
“Atanasio contra mundum”. Aun el mismo [Apóstol] Pedro se vio bajo su látigo- “Pero cuando Pedro vino a Antioquia, le
resistí cara a cara, porque era de condenar.” (Gal. 2:11). Grandes hombres
fueron temporalmente arrastrados por las pretensiones Judíos de un privilegio y
prioridad perpetua—“aun Bernabé fue
también arrastrado por la hipocresía de ellos” (Gal. 2:13).
Aquí Pablo pone su pie, el ultimo hombre sobre
la tierra en pararse entre la herejía Judaica y la seguridad de la iglesia: “a los cuales ni por un momento accedimos a
someternos, para que la verdad del evangelio permaneciese con vosotros”
(Gal. 2:5).
En nuestro día las mismas herejías Judías han
prácticamente aplastado la teología de las iglesias evangélicas y destruido
efectivamente la predicación de la Palabra. El error ha tomado distintas formas en
nuestro tiempo, pero sus comienzos son de la misma raíz Judaica la cual tienen
como terreno fundamental que el privilegio y prioridad Judío son perpetuos y
que la Iglesia
del Nuevo Testamento cuanto más es solamente un arreglo improvisado de la
providencia para cubrir el tiempo hasta que los recursos de una confusa y
prácticamente impotente Divinidad sean reunidos con suficiente fuerza para
poder al fin obligar una solución Judía al problema de redención.
Una simple mirada a cualquier revista misionera
moderna dedicada a la evangelización de los Judíos puede mostrar esto
claramente. Los dichos de los líderes Judíos presentes son fervientemente
citados en justificación a 2000 años de incredulidad Judaica, como si mostraran
que la expectación Judía de un reino Mesiánico en la tierra, la restauración
del templo, los sacrificios, y el sacerdocio es una verdadera interpretación de
la profecía, no obstante, considerando que fue porque Juan el Bautista y Cristo
no proclamaron tal reino de una gloria y privilegio visible y terrenal que el
uno fue entregado traicioneramente a Herodes y el otro fue crucificado por
Pilatos.
Que el martirio de Juan y la crucifixión del
Salvador se erijan por siempre como la respuesta final a aquella interpretación
de la profecía la cual desplaza la iglesia, relega el evangelio, y establece
para “Israel según la carne” un
imperio terrenal y una economía nacional falsamente considerada como “el reino de los Cielos”.
El hecho que algunos (pero de ninguna manera
todos) los primeros teólogos y expositores de la Reforma han dado alguna
tolerancia a este error no es ni de aquí ni de allá [no tiene que ver]; pues
como hombres, todos ellos vivieron antes de que el arreglo dispensacionalista
de la profecía el cual ha tornado el error en herejía.
Con una alegre falta de consistencia, los
primeros teólogos se asieron de sus enseñanzas posmileniales de la mano de una
verdadera interpretación espiritual de la profecía, no percibiendo que ambas
eran mutualmente exclusivas. Sus oidores al menos tuvieron los beneficios de
los dos mundos aunque uno de ellos había de ser probado falso por el otro.
Hoy, no nos permitimos aquel lujo. La teoría se
ha hecho siniestra y subversiva a través de su elaboración en una sucesión de
“edades” a las cuales pertenecen bien definidos segmentos de la Santa Escritura ,
todo siendo combinado para excluir “la iglesia” de todo excepto un fragmento de
la Divina Palabra.
La teoría Judía predomina. Una variedad de segundas venidas y últimos juicios
han sido inventados. La abolición del evangelio ha sido proclamada con gran
entusiasmo ya que es fundamental para el Premilenarismo que otro evangelio
conocido como “el evangelio del reino” tome el lugar del evangelio de la gracia
cuando “la iglesia” sea removida del camino de forma segura.
Pablo tiene una palabra para aquellos que
proclaman “otro evangelio”, o para quienes proclaman que ha de haber otro – “el
tal sea maldito… Aunque sea un ángel del Cielo” (Gal. 1:8).
Otro Evangelio
Esta perversión de la Sagrada Escritura ,
ahora tan destructivamente rampante, está significativamente a la raíz de todas
las “sectas” [cultos] modernas las cuales han nacido del evangelicalismo de los
últimos 150 años, todos proclamando “otro evangelio” el cual es invariablemente
una finamente ocultada doctrina de “obras” presentadas en círculos más
ortodoxos bajo el bien-sonado titulo “Evangelio del Reino”.
Ese titulo ocurre muy bendecidamente en el
Nuevo Testamento, por supuesto, pero en ninguna parte es separable del
evangelio “el reino” el cual no está aquí, ni allí, ni en Jerusalén, ni en
Samaria, ni en Roma sino que está “entre vosotros” (Lucas 17:20-21). El “Evangelio
del Reino” como es descrito por los premilenaristas es sospechosamente como
aquel que proclama la secta conocida como “Testigos de Jehová”.
La inconsistencia de los anteriores (pero de lo
contrario sanos) teólogos que siguieron la fantasía milenarista es testificada
por los Dispensacionalistas hoy que indignamente arrancan de los
encabezamientos de los capítulos en la versión autorizada de la Biblia (el Rey Jaime/ King
James) cualquier referencia a “la iglesia” encontrada aquellos encabezamientos
a través de los profetas del Antiguo Testamento.
Estamos en terreno común por lo tanto en
reconocer que el milenarismo de los teólogos antiguos era inconsistente con el
Dispensacionalismo moderno y aun con el más moderado Posmilenarismo. Estos hombres no pueden ser citados como
expertos en la interpretación profética, pero tenemos todo el fundamento para
aseverar que si ellos estuvieran vivos después de la invención de la herejía
dispensacional, ellos hubieran huido de espanto de su casa Milenial y hubieran
gritado ¡desgracia!
Que el Sr. Spurgeon no pareció percibir esto,
puede ser solamente atribuido al hecho de que el vivió muy cerca del comienzo
del nuevo error y estaba muy absorbido (correctamente) con el reto del nuevo
criticismo Bíblico para percibir la otra “falla” la cual después de su muerte
se convirtió en una derrumbamiento, y en dos generaciones sobrecogió el testimonio
evangélico y destruyó la teología y la divinidad, dejando el evangelicalismo
impotente y sin el nervio o tendón para enfrentar el reto de un ateismo mundial
y soltura Satánica.
Hemos comenzado declarando que la clave para el
entendimiento profético de las profecía del Antiguo Testamento se yace en la
epístola a los Gálatas, una epístola escrita específicamente para defender a la
iglesia en contra todos los errores e interpretaciones judaizantes.
Las iglesias de Galacia eran la más gentil de
todas las iglesias del Nuevo Testamento, como su nombre lo sugiere. Los
habitantes de aquella provincia en Asia Menor eran un segmento de la gran raza
Gaelica-Gautica-Céltica de donde la mayoría de los pueblos anglo parlantes
toman su sangre. Es triste el ver que la
herejía Judaica-Dispensacioalista haya encontrado un terreno tan amigable en
esta raza, tal como lo hizo en sus hermanos Asiáticos en los días del apóstol
Pablo. Parece que nuestra raza es peculiarmente propensa a desechar sus grandes
privilegios y poner su mente empeñada en las doctrinas Judaicas. “! Oh Gálatas insensatos! Quien os ha
hechizado” (Gálatas 3:1)
En
los días de Pablo vinieron hombres de Judea a Galacia enseñando que Dios no
había desechado ni la nación Judía ni los privilegios Judíos, y que a menos que
los gentiles se hicieran como los Judíos ellos no podrían ser salvos. Ellos aun
insistieron que los Gentiles debían ser circuncidados como judíos. Contra esto
Pablo tronó “otra vez testifico a todo
hombre que se circuncida, que está obligado a guardar toda la ley. De Cristo os
desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído” (Gálatas
5:3-4).
Es
inútil para nuestros amigos que nos digan que ese no es su error, pues sus
interpretaciones requieren que su tal llamada dispensación Milenial los
gentiles deban ser circuncidados de acuerdo a las leyes del “templo” de
Ezequiel. Por tanto nuestro Salvador
Cristo, supuestamente reinando en persona en Jerusalén, ha de presidir sobre la
subversión de Su propio evangelio, deshaciendo Su obra de redención en la cruz
y desmantelando aquel reino de gracia y verdad el cual fue el único propósito
de su venida al mundo. En otras palabras, de acuerdo al esquema
dispensacionalita la “segunda venida” deshará todo el propósito de la primera
venida, y la ley suplantará el evangelio.
Aquellos
que rechazan la verdadera interpretación espiritual de Ezequiel 44:6-9 deben
enseñar que “el extranjero” (eso es, el Gentil) será excluido del santuario a
menos que se circuncide. Este pasaje
ocurre en la porción de Ezequiel en la cual el templo del Nuevo Testamento es
descrito pero que nuestros amigos dan el significado de la actual restauración
del templo en Jerusalén durante el tal llamado reino Milenial de Cristo sobre
la tierra. Como ellos insisten que el templo de Ezequiel ha de ser construido
no pueden escapar la conclusión de que la circuncisión ha de ser restablecida
en su milenio, a una escala mucho más extensa que nunca antes; los Gentiles
deben ser circuncidados así como Judíos si ellos han de tener acceso a la
adoración divina.
¿Y
quien es ahora el hereje ~ nosotros que invocamos una interpretación de la
profecía espiritual y de acuerdo al evangelio, o nuestros amigos quienes
restablecen la circuncisión, el templo, los sacrificios, el sacerdocio
Levítico, y abrogan la iglesia y el evangelio, y ponen a Moisés en el lugar de
Cristo? Cuando decimos que la epístola a los Gálatas fue escrita para destruir
este error Judaico, no estamos exagerando la verdad, como ahora nos
esforzaremos en demostrar.
El
tercer y cuarto capítulo de Gálatas es crucial en la interpretación de la
profecía. Tres cosas son mostradas en ellos: (1) La iglesia es un cuerpo de
continuidad en el Antiguo Testamento y en el Nuevo Testamento. (2) La iglesia
del Nuevo Testamento es el cumplimiento de la profecía del Antiguo Testamento
concerniente a Israel (3) Por eso, la profecía concerniente al reino prometido
debe ser entendida de forma espiritual, y no en términos naturales.
En
el primer capitulo de Gálatas, Pablo prueba su competencia para hablar con
autoridad mostrando que el evangelio el cual el predicaba y del cual los
Gálatas estaban a peligro de ser subvertido, fue recibido por el como una
revelación directa de Dios, sobrepasando todos los medios humanos, por lo tanto
su apostolado no fue derivado del apostolado de Jerusalén con el cual el había
tenido solamente el más pobre contacto. Pasaron tres años después de su
conversión antes que el visitara a Jerusalén, y aun durante ese tiempo vivió
con Pedro por solamente quince días, no viendo a ningún otro apóstol, solamente
a Santiago (el hermano del Señor). Su apostolado vino directamente desde el
cielo y su conocimiento del evangelio de la misma exaltada fuente.
El
fue el hombre que (si en el espíritu o en el cuerpo, el no podía decir) fue
llevado al cielo y en una entrevista personal con el Redentor glorificado
recibió el conocimiento interno de la sabiduría divina en el plan de redención
que excedía lo que le era permitido enseñar o escribir (2Cor. 12).
En
el capitulo 2 el registra su visita al gran concilio de la iglesia en Jerusalén
convocado para tratar con la diputa Judaica – una disputa satisfactoriamente
resuelta a favor de la libertad de los Gentiles bajo el evangelio: Una libertad
sin estorbos por aquellas observancias Judías las cuales continuaban entre los
primeros creyentes Judíos durante los 40 años de probatoria judía terminando en
la abolición del templo, el código de Moisés, el sacerdocio, los sacrificios y
la sinagoga en la guerra Romana de 70 DC. En este relato de el concilio
evangélico de Jerusalén bajo la superintendencia del Apóstol Santiago (Hechos
15), la posición de la iglesia en relación a la ley Mosaica es sellada por una
apelación al veredicto de los mismos profetas. Amos es citado como representativo
de todos los profetas (note el uso del plural)- Hechos 15:15. La cita gobierna
el uso correcto de todas las profecías relacionadas al asunto, en referencia al
reino el cual Cristo vino a establecer en su primera venida, y muestra que el
reino es espiritual y no Judaico, del Cielo y no de la tierra, y que la
restauración de la casa de David es cumplida en el perpetuo reinado de Cristo,
comenzando con su resurrección y ascensión hacia los cielos.
Aunque
Pablo no recuenta la historia de este gran concilio, el registra el resultado
afectando a los Gentiles. Fue establecido que la salvación de los Gentiles
fuera de la ley y del campamento hebraico era válido, escritural y eternamente
compulsivo, aunque (como declara Pablo a sus amigos Gálatas) no hubiera importado
a el si el concilio hubiera ido en su contra ~ “Dios no hace acepción de personas” (Gálatas 2:6).
Mas
tarde Pedro vino a Antioquia y por miedo a la opinión de los emisarios
judaizantes de Santiago en Jerusalén, se comprometió con la facción de la sinagoga
y se separó de los Gentiles. ¡Pobre
Pedro! El mismo Pedro que negó a su Señor todavía le niega a pesar de las
teorías artificiales de hombres conferencia que declaran que Pedro era un
hombre diferente después de Pentecostés que lo que había sido antes.
¡Que
grandor en el argumento de Pablo! La
respuesta final a la herejía judaizante es que la Cruz de Cristo ha abolido la
economía terrenal y temporal Hebraica y ha establecido en su lugar una economía
del Espíritu la cual trasciende lo nacional, lo carnal y lo externo. “Porque yo por la ley soy muerto para la
ley, a fin de vivir para Dios. Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no
vivo yo, mas vive Cristo en mí...” (Gal. 2:19-20).
No hay Ruptura entre el Antiguo y el Nuevo Testamento
Allí sigue el análisis Paulino de la naturaleza
y la historia de la verdadera iglesia, como es contenido el capítulo tres y
cuatro. La primera gran conclusión que Pablo presenta a los Gálatas es que los
únicos verdaderos hijos de Abraham, los herederos del pacto Abráhamico, las
bendiciones y la promesa, son los verdaderos creyentes, ya sean Judíos o
Gentiles: “Sabed, por tanto, que los que
son de fe, éstos son hijos de Abraham” (Gal. 3:7.)
No puede haber apelación a esta declaración
fundamental. En una oración Pablo destruye enteramente el edificio
dispensacional, premilenial y posmilenial. Es fundamental para estos tres
sistemas que el privilegio Judío y un futuro especial judíos debe ser mantenido
en base a que el pacto Abrahámico era exclusivo para la semilla natural (Judía)
de Abraham.
Pero Pablo demuestra en estos dos capítulos que
la “semilla de Abraham” es Cristo, y que aquellos que son de Cristo (y nadie
más) son “el linaje y herederos de Abraham
de acuerdo a la promesa”; que esta “semilla” ha abolido toda distinción
de nacimiento o privilegio, pues “Ya no
hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque
todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gal. 3:26, 28-29.) Además, la promesa (de redención en Cristo
tomó –precedencia sobre la ley por 430 años – el lapso de tiempo entre Abraham
y Moisés. La ley misma, con todo su aparato de templo sacerdote y sacrificio,
fue solamente añadida “a causa de
trasgresión” para llenar el espacio de tiempo hasta que Cristo viniera ~ Gál.
3:17-19.)
¿Cómo entonces dicen los literalitas que el
templo y el sacerdocio Levítico y el sacrificio, han de ser restaurados en el
“Milenio?”. ¿Si ellos fueron establecidos solamente como una disciplina para
mantener la iniquidad limitada hasta que llegara los tiempos del evangelio,
quien va a re-instalarlos sino a costo de evocar nuevamente el pecado y la trasgresión
los cuales estos solamente estaban puestos para retener? ¿Y quién es ahora el
hereje?
Pablo sigue adelante y muestra como por la
naturaleza e historia de la verdadera iglesia que no ha ocurrido rotura alguna
entre el Antiguo y la iglesia del Nuevo Testamento. La Iglesia del Nuevo
Testamento es el sucesor legítimo de la iglesia del Antiguo Testamento.
Pocos capítulos de la
Escritura han sido tan maltratados y distorsionados
como lo ha sido el tercer capitulo de Gálatas. Los expositores Evangélicos han
querido mostrar por esta declaración: “la
ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo,” que el Espíritu Santo
utiliza la Ley en
la conversión evangélica para traernos por medio de la convicción de pecado a
los brazos de Cristo. Ahora, cualquiera
sea la verdad experimental que pueda haber en esto, ese no es el tema del
argumento de Pablo. Los Gálatas nunca estuvieron bajo “ayo”. El “ayo” es el régimen
de la Ley sobre
el Israel del Antiguo Testamento para preservar la nación en su función como
Iglesia de Dios en el Antiguo Testamento hasta “el cumplimiento del tiempo” cuando Cristo vino en su primera
venida ~ “antes que viniese la fe,
estábamos confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser
revelada.” (v. 23)
Esto solamente puede significar que la iglesia
estaba bajo restricción y administración legal hasta que llegara el evangelio
de la fe, eso es, hasta que el tiempo cuando el cumplimiento de la promesa en
Cristo soltaría el pueblo de Dios de todas sus restricciones terrenales y
legales y los libertaría sin sacerdote, sacrificio, templo, lavamientos,
mandamientos externos o ningún otro “rudimento del mundo”, para servir a Dios en
espíritu.
Cristo
dijo a la mujer de Samaria: “ni en este
monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Mas la hora viene, y ahora es, cuando
los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad...”
(Juan 4:21-24). En estas palabras Cristo abolió el templo, el sacerdocio, el
sacrificio, la circuncisión y todo el aparato del Pacto Mosaico entero. Aunque
por otros 40 años de probatoria estos “rudimentos” le fueron permitidos
continuar (aunque sin fuerza legal) dentro de los Judíos píos todavía apegados
a la nación y la sinagoga, el juicio de la guerra Romana lo trajo todo a su
fin.
Dentro
de los creyentes Gentiles tales regulaciones y requerimientos habían de ser
tolerados. El intento de imponerlos era subversivo al mismo evangelio ~ la
creencia tan corriente ahora entre Cristianos sinceros de que los “rudimentos”
del código de Moisés será esencialmente reimpuesto no solamente en lo Judíos
sino también en los Gentiles, es una herejía que confunde la credibilidad.
No
obstante los truenos de la epístola a los Gálatas, esta doctrina subversiva ha
adquirido un fuerte agarre en el pensamiento teológico y bajo la forma del
“Dispensacionalismo” ha vindicado 2000 años de incredulidad Judía. Debe ser
rechazado y repudiado con sumo vigor si es que la predicación y la exposición
de la Palabra
de Dios han de ser restauradas a la iglesia, y en este ejercicio la epístola a
los Gálatas es crucial.
“Pero venida la fe, ya no estamos
bajo “ayo” (v. 25.)
La “venida” de la fe en el argumento del Apóstol denota la transición de la
iglesia del Pacto de Moisés hacia la economía del Nuevo Testamento. No es una
experiencia individual del pecador viniendo al Salvador, sino un momento en la
historia cuando el régimen de la ley cedió ante el régimen de la fe, y el “ayo”
(el aparato de la ley resumido bajo el término “circuncisión”) entregó su
oficina a Cristo, y la iglesia pasó de ser “menor de edad” a su “mayoría de
edad.”
La
conclusión de este capítulo (vs. 26-29) es el salvoconducto de la iglesia del
Nuevo Testamento y el fundamento para su reclamo invencible de ser el sucesor
legal de Abraham, el verdadero Israel, la verdadera circuncisión (no de la
carne sino del espíritu), el heredero de las promesas y privilegios y esperanza
del Israel del Antiguo Testamento. Por lo tanto- “si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y
herederos según la promesa” (v. 29).
Esta gloriosa oración resume el Antiguo Pacto, acaba con la ley, el
templo, y la circuncisión, termina la misión de la nación Judía, termina su
derecho y privilegios exclusivos, y provee la clave para el entendimiento de la Ley , los Escritos, y los
Profetas del Antiguo Testamento.
Esta
oración es el golpe mortal a la herejía dispensacional la cual ha llenado la Iglesia con la basura de
un legalismo desmantelado que apunta a reimponer en una era porvenir todas esas
temporalidades y restricciones por las cuales Cristo murió para abolir de una
vez y por siempre. La sutil doctrina de
que el Evangelio de la libre Gracia de Cristo dará paso a un milenio imaginario
de privilegios Judíos reimpuestos, es reesforzado por la enseñanza de que habrá
una “era dorada” de “otro” evangelio, el tal llamado “evangelio del reino”, el
cual, como quiera que lo miremos, se convierte en un evangelio de obras y no de
gracia.
Rogamos
a nuestros lectores que consideren que todo culto o secta falsa que ha brotado
del cuerpo evangélico en el último siglo y medio, es dispensacional en su
naturaleza y lleva a la conclusión lógica estos principios Judíos y rabínicos
de un evangelio de obras. Es proclamado por los “Testigos de Jehová” en sus muy
significantemente nombrados “Salones del Reino”, por los Cristadelfianos y los
Adventistas, y por la recientemente desarrollada secta de Mr. Herbert
Armstrong, un mago financiero que reclama ser el único hombre u organización en
la tierra proclamando la verdad, y por es acreedor de todos los “diezmos”
legalistas del pueblo del Señor. Aptamente ha sido llamado “Sr. Diez Por
ciento.”
Estas
imposiciones atentatorias son evangélicas en sus orígenes y son solo
variaciones de aquel Dispensacionalismo que comenzó a principios del siglo 19,
que se popularizó por la “Biblia de Referencia” del Dr. C. I. Scofield y que
desde entonces ha dominado la escena evangélica.
Nunca
podremos proclamar tan fuertemente los peligros de este sutil e increíble
movimiento cual ahora tienen en grilletes la mente evangélica y destruye toda
la verdadera exposición Bíblica. Es uno
de las tareas principales del movimiento hacia la exposición Bíblica y
“Reformada”, el destruir este error. En
esa tarea un arma principal debe ser la epístola a los Gálatas.
Israel en su forma Final
Si
podemos demostrar y probar que la epístola a los Gálatas establece mas allá de
toda queja que la Iglesia
es una, una unidad, en el Antiguo Testamento y el Nuevo, y que por lo tanto la Iglesia del Nuevo
Testamento es la forma final de “Israel”, la heredera de todas las promesas
hechas a Abraham, Isaac, y Jacob, el cumplimiento de todas las profecías del
reino que el Mesías vino a establecer, y que de hecho estableció- nuestra tarea
habrá sido completada y nuestros lectores deben hacer el resto.
Es
nuestra contención deliberada que es esta la misma posición establecida en el
próximo capitulo (el cuarto) de la epístola a los Gálatas, establecido con tal
fuerza que puede ser evitado solamente por la ceguera o una ignorancia culpable
en su naturaleza.
El
capitulo cuatro contiene el argumento final de Pablo, proveyendo estas dos
cosas: (1) Que la obra de “adopción” realizada en los corazones de todos los
verdaderos creyentes demuestra que ellos son los sucesores legítimos de la
iglesia Israelita del Antiguo Testamento (2) El reesfuerza esto por medio de
una alegoría construida sobre la historia de Abraham, mostrando que el [pueblo]
Judío natural no es Israel sino que los tales son en realidad Ismael; Y que la iglesia del creyente Judío y el
Gentil es la verdadera y única y el exclusivo Israel de Dios.
Siendo
esto así, las promesas al Israel en las profecías del Antiguo Testamento han de
ser entendidas espiritualmente aun cuando estas aparentemente hablen de una
restauración literal y material de “Israel y Judá.” Esta es la clave, la única
clave, para la interpretación profética. Procedemos por lo tanto: Gal. 4:1 ~ “Pero también digo: Entre tanto que el
heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo.”
Pablo
está diciendo que en los tiempos del Antiguo Testamento la verdadera iglesia,
el verdadero pueblo de Dios estaba en un estado de minoría de edad. No habiendo
llegado a ser “hecha adulta”, ellos fueron tratados como un niño en la casa de
un hombre rico, siendo el heredero de toda la propiedad y privilegios del
padre, pero no habiendo llegado todavía a aquella edad cuando esa herencia
podía ser propiamente conferida. Por lo tanto, el niño-heredero se encuentra a
sí mismo cercado con restricciones y oficiales quienes regulan su vida para que
el no tenga la libertad de disfrutar sus privilegios sino que deba esperar “hasta el tiempo señalado por el padre.”
Esto es expresado por Pablo en las palabras, “sino que está bajo tutores y curadores hasta el tiempo señalado por el
padre”. (Gal. 4:2)
Los
tutores y gobernadores de la iglesia en el Antiguo Testamento fueron las
regulaciones del código de Moisés. Pablo
deliberadamente transfiere la figura del niño-heredero a la iglesia en su
minoría de edad durante el Antiguo Testamento en las siguientes palabras “Así también nosotros, cuando éramos niños,
estábamos en esclavitud bajo los rudimentos del mundo.” (Gal. 4:3). La
niñez de la iglesia fue en su forma Israelita bajo el Antiguo Testamento. La
“esclavitud” era la sujeción del pueblo de Dios a aquellos “rudimentos”
terrenales del templo visible, los sacrificios, la circuncisión, y todas las
otras observancias legales “en la carne” las cuales constituían una condición
preparatoria para el pueblo de Dios antes de la venida de Cristo.
De
ese glorioso evento cuando la iglesia obtuvo su libertad y pasó de estar bajo
la ley a la completa libertad del evangelio de la fe, Pablo dice “Pero cuando vino el cumplimiento del
tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que
redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción
de hijos”. (Gal. 4:4-5).
“El cumplimiento del tiempo” se refiere a los tiempos del
cumplimiento profético de todos los propósitos y promesas de Dios en la
redención. El que Pablo se refiera al Evangelio cuando habla de “el cumplimiento del tiempo” significa que la era del evangelio es el
cumplimiento de todas las cosas las cuales Dios habló por sus santos profetas
desde que el mundo comenzó – Lucas 1:70.
Estos
son “los últimos días” descritos por
Pablo en Hebreos 1:2, “el fin del mundo”
(Hebreos 9:26), “el ultimo tiempo”
(1Juan 2:18). Si estos son los últimos
días y el tiempo final, y el final del mundo, ¿cómo es que dicen los
Dispensacionalistas que hay un “tiempo” después del “ultimo tiempo”, otro reino que ha de venir después que el “reino de Dios” haya corrido su curso,
otra era después de la era del evangelio? Nosotros esperamos con confianza su
repuesta.
En
estos “cumplimientos de los tiempos” el hijo de Dios fue enviado, nacido de una
virgen, nacido bajo la ley, para que como Uno obligado por su verdadera
humanidad y por el tiempo en el cual apareció, para guardar toda la ley, lo
hizo en la perfección de Su oficio Mediador, redimiendo “aquellos que estaban bajo la ley” para que ellos con nosotros los
Gentiles recibiéramos juntos la “adopción
de hijos” la cual nos pone por encima de la servidumbre de la ley y nos
introduce a la herencia completa de los hijos de Dios. “Y por
cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el
cual clama: !!Abba, Padre!” (v. 6).
Esta
es la diferencia entre la experiencia del pueblo de Dios en el Antiguo
Testamento y aquellos en el Nuevo Testamento. La diferencia no es una de
calidad de salvación o la naturaleza de la fe, sino el estatus de privilegio
disfrutado. El vivir después del sacrificio de Cristo el cual procuró la total
restauración del alma a una directa comunión con Dios, el creyente ahora recibe
el total testimonio de un hijo y es liberado del servicio de las formas
externas y las ceremonias.
Sara y Agar
Después de haber disputado con los Gálatas por
haber cedido tan fácilmente a las subversiones de los maestros Judaicos, Pablo
continúa su argumento en la famosa alegoría de Sara y Agar. Esto ocupa los versos del 21-31 de nuestro
capitulo y es la palabra final de todo argumento de interpretación profética.
Abraham tuvo dos hijos- Ismael e Isaac. El primero, que era hijo de la esclava, Agar la Egipcia , fue rechazado por
Dios como no siendo el verdadero heredero. El otro, Isaac, era el hijo de Sara,
la verdadera esposa, y este fue la verdadera semilla por medio de quien la
promesa de Dios habría de venir. Entonces el argumento del apóstol, viene con el
más sobresaltado revés en la historia de toda la profecía. Agar, la esclava
egipcia es identificada con Jerusalén y el Judaísmo. Sara es identificada con
la verdadera iglesia ~ “la Jerusalén celestial”.
Por lo tanto, la alegoría declara que el Israel
terrenal (las doce tribus) debe ser considerado como Ismael porque ellos están
en esclavitud de la ley y no son libres. La iglesia de los Gentiles y los
Judíos (en la cual toda distinción de raza, grados y privilegios son abolidos)
este es el verdadero Israel a quien las promesas de Abraham aplican.
Agar e Ismael representan a la Jerusalén “que es ahora”
(eso es, la Jerusalén
terrenal en pie con su templo y sacrificios al momento de los escritos de
Pablo). Sara e Isaac representan la verdadera iglesia del evangelio, la
“Jerusalén de arriba”. El pacto hecho con Abraham es la promesa del evangelio,
y de esa promesa está excluido todo judío vivo o quien viva jamás excepto que
este venga por al mismo camino de arrepentimiento, fe y regeneración que el
creyente gentil transita.
Pablo reesfuerza su alegoría con una cita de
Isaías 54:1 “Regocíjate, O estéril
[Sara], la que no daba a luz; levanta
canción y da voces de júbilo, la que nunca estuvo de parto; porque más son los
hijos de la desamparada [el Nuevo Pacto] que los de la casada [El Antiguo Pacto], ha dicho Jehová.” La abolición del Viejo Pacto significa la
abolición de Israel (Judaísmo) de todos sus privilegios, y el aparecimiento de la Iglesia del Nuevo
Testamento es el ascenso del nuevo “Israel de Dios”, Judíos y Gentiles, con
todas las distinciones siendo obliteradas, y a quien solamente le pertenecen
las promesas Abrahámicas.
Esto es abruptamente y categóricamente
expresado por el apóstol en las palabras, “Así
que, hermanos, nosotros [la iglesia del N.T.], como Isaac, somos hijos de la promesa.” Pablo toca en el verso 29
sobre la persecución envidiosa de los Judíos en contra de la iglesia a quienes
todos los privilegios de ellos habían sido pasados, y lo compara al odio de
Ismael contra Isaac y concluye su argumento citando en contra de los Judíos las
mismas palabras originalmente dichas contra Agar y su hijo Ismael ~ “Mas ¿qué dice la Escritura ? Echa fuera a
la esclava y a su hijo [el Antiguo Pacto con el Israel terrenal]:, porque no heredará el hijo de la esclava con
el hijo de la libre [eso es la
Iglesia del Nuevo Testamento]”. (v. 30).
El terrible juicio de estas palabras es
inconfundible: Israel es echado fuera y desechado para siempre como nación.
Pablo no da ninguna insinuación de alguna “restauración” aunque este sería para
declararlo, si es que había de haber restauración. El privilegio Judío ha
terminado para siempre. El Pacto ha pasado a la Iglesia del Nuevo
Testamento en el cual Israel no tiene parte alguna a menos que sea como
creyentes individuales.
Este “desechar” no es modificado por Pablo en
ninguna otra parte. Tenemos en otros lugares demostrado que en Romanos 11 Pablo
esta hablando de Judíos individuales y no de la nación, cuando escribe “Porque si su exclusión es la reconciliación
del mundo, ¿qué será su admisión, sino vida de entre los muertos?”
Su última palabra a los Gálatas es “De manera, hermanos, que no somos hijos de
la esclava, sino de la libre” (Gálatas 4:31). Esto el lo que escribe a la
más Gentil de todas las iglesias, mostrando que a la iglesia Gentil han sido
pasados el pacto, la gloria, la derecho de primogenitura, el privilegio y la
esperanza de redención.
Las consecuencias llegan más lejos. Se
extienden a toda profecía del Antiguo Testamento en las cuales el Nuevo Pacto
es predicho, aunque las palabras de los profetas son dirigidas a “Israel y
Judá”. Ese “Israel y Judá” es la
Iglesia del Nuevo Testamento, y aunque las profecías están
encerradas en términos de la tierra de Israel y emplean detalles topográficos y
geográficos tomados del territorio terrenal de las doce tribus, estas son
“figuras de lo verdadero” de la misma manera que el templo, los sacrificios y
el sacerdocio, la pascua y las fiestas eran “figuras de lo verdadero”,
diseñadas para demostrar verdades del evangelio a aquellos oídos están abiertos
para oír. Debe ser grandemente temido que a muy pocos de los maestros
proféticos en nuestro día pueden ser dirigidas aquellas palabras: “bienaventurados vuestros ojos, porque ven;
y vuestros oídos, porque oyen” (Mateo 13:16).
Bien podría preguntarse acerca de nuestros
amigos Dispensacionalistas de hoy – ¿Qué fue lo que el Señor escondió de los
Judíos prudentes de Su día y lo reveló a “niños” (Mateo 11:25)? Si fueron “las cosas” pertenecientes a Su
reino el cual El vino ha establecer sobre las ruinas del imperio Satánico del
pecado y la muerte, entonces el “reino” el cual el “ofreció” a los Judíos fue
enteramente espiritual y no natural, y esta es la razón por la que fue
escondido de todos excepto de aquellos con ojos para ver y oídos para oír.
La razón por la que los judíos rechazaron a
Cristo es la misma razón por la que todavía lo rechazan hoy – es decir, porque
ellos esperaban un reino terrenal, y Cristo no les trajo esto. Sin embargo, las
teorías proféticas prevalecientes, insisten que Cristo en realidad “ofreció”
este reino a los Judíos y porque ellos rechazaron la oferta, el evangelio fue
traído como una ocurrencia tardía o como un substituto. Lo que la teoría
dispensacional está diciendo es que Cristo ofreció a los judíos el mismo reino
el cual ellos esperaban, ¡pero ellos lo rechazaron! Al final, dice esta teoría
extraordinaria, Cristo va a rendirse y va a dar en realidad a los judíos el
mismo reino por el cual ellos le crucificaron por no haberlo establecido en Su
primera venida. Por lo tanto, la teoría dispensacionalista vindica el Judío por
2000 años de incredulidad y al mismo tiempo se contradice a sí misma alegando
que el reino el cual los Judíos rechazaron fue el mismo reino por el que le
crucificaron por no haberlo ofrecido pero el cual ha de ser conferido a ellos
gratuitamente en el futuro próximo como el cumplimiento de la promesa de Dios a
Abraham.
Si nuestros amigos no pueden ver su desesperante
dilema en el cual su teoría les envuelve, solamente podemos asombrarnos ante el
éxito de tal error del Dispensacionalismo por medio del cual los poderes del
mal han tenido éxito al prácticamente destruir la exposición de la Escritura y su
entendimiento.
La verdad
es que no hay ni un aliento de sugerencia que Cristo jamás haya
“ofrecido” a los Judíos ningún otro
“reino” que el evangelio: que eso es realidad el reino el cual Juan el Bautista
vino a presentar bajo la palabra clave “arrepentíos”, el cual Cristo mismo
presentó con la misma palabra clave “arrepentíos”, que el Sermón del Monte el
cual fue introdujo formalmente Su misión fue de hecho una exposición del texto “Arrepentíos porque el reino de los cielos
se ha acercado.” En ese gran sermón Cristo no le prometió u ofreció nada a
ninguno excepto al “pobre de espíritu”,
el “enlutado por el pecado”, el “manso”, el “quebrantado de corazón”, y
aquellos que tienen “hambre y sed” de
verdadera justicia.
El Dispensacionalismo enfrentado a la
vergonzosa realidad que estas disposiciones en el alma están notablemente
ausentes en la ocupación Palestina de los Judíos de nuestro día, han descendido
a crear la idea de que los Judíos deben volver
a Palestina en incredulidad aunque esta fue la misma razón por la cual
fueron echados de Palestina. La teoría enseña que la Segunda Venida de
Cristo ha de convertir los Judíos “en un día” a pesar del hecho de que ellos no
deben ser convertidos a las concepciones de un reino de Cristo terrenal, siendo
que ellos crucificaron al Salvador por no haber establecido esa misma cosa.
La teoría dispensacional de hoy día está
alabando jubilosamente el prospecto de un cumplimiento de expectación judía de
un reino terrenal con el Mesías. Los
teoriítas exceden a los rabinos el entusiasmo,
ya que es de las fuentes rabínicas que estas teorías han sido manufacturadas. En realidad
ellos le dicen a los Judíos en su presente ocupación de Palestina, en un estado
de amarga hostilidad hacia Cristo y el evangelio Cristiano, es el cumplimiento
de la profecía y que su celo impío en contra de Cristo y la verdad ha de ser
recompensado prontamente por Dios con una fe instantánea y que esto es extraordinariamente un acto de la voluntad
de Dios para cumplir las promesas hechas a Abraham.
Pero Pablo en Gálatas ya nos ha dicho quien es
la simiente de Abraham, a quienes fueron hechas las promesas, y el no menciona
ni una palabra acerca de la restauración de Palestina, sino que lo edifica todo
sobre la naturaleza de la
Iglesia. El mantiene, como hemos visto, que la Iglesia es la continuación
legitima del Israel del Antiguo Testamento y la heredera del Pacto Abrahamico y
las promesas.
Preguntamos a nuestros amigos
Dispensacionalistas que consideren lo que será de su posición si la presente
ocupación Judía termina en un desastre. Mientras ellos comienzan a formalizar
su respuesta, nosotros hemos de señalar a los lectores que en vez de convertir
a Israel y establecerles en la tierra, la segunda venida de Cristo les tomará a
ellos (y al mundo) “como ladrón en la noche”,
en el cual los cielos pasarán con grande estruendo y los elementos serán
desechos con fuego ferviente, y la tierra y todas las cosas que en ella hay
serán quemadas (2Pedro 3:10).
Pedro no sabe nade de otra “segunda venida” a
no ser aquella la cual acaba con los cielos y la tierra en un estupendo
incendio. ¿Donde está pues el reino que Cristo ha de traer a los Judíos, y
donde está el “reino” de los Testigos de Jehová, el de los Cristadelfianos, el
de los Adventistas y el de los Armostrongitas? Tememos por la compañía a la
cual nuestros Dispensacionalistas mantienen y vigorosamente le imploramos que
consideren la interpretación de Pablo sobre ¿quien es Israel, que son “los dos
pactos” y cual es la naturaleza de “la promesa” hecha a Abraham?
Nuestra palabra final es aquella de Pablo, que
significativamente encontramos en la conclusión a su epístola escrita
específicamente para librar la
Iglesia de su error Judío y de su orgullo Judaico:
“Pero lejos esté de mí gloriarme,
sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es
crucificado a mí, y yo al mundo. Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale
nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación. Y a todos los que anden
conforme a esta regla, paz y misericordia sea a ellos, y al Israel de Dios. De
aquí en adelante nadie me cause molestias; porque yo traigo en mi cuerpo las
marcas del Señor Jesús.” (Gálatas 6:14-16).
15 Procura con diligencia presentarte á Dios
aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que traza bien la
palabra de verdad. Procura con diligencia presentarte á Dios aprobado, como
obrero que no tiene de qué avergonzarse, que traza bien la palabra de verdad. 2 Timoteo 2
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