CLAVES
DE LA LECTURA
APOCALIPSIS
1. La figura central del Apocalipsis es Jesucristo; muerto y
resucitado.
A.
El
título anuncia la revelación de Jesucristo 1:1.
B.
Las
visiones describen al Cristo resucitado. (1:9-20; 22:12-20; 4-5; 12).
C.
Las
liturgias aclaman a Cristo. (1:4-7; 5:4-10: 5:12; 5:13; 7:10; 11:15; 19:6-7).
D.
La
colección de títulos cristológicos destacan su centralidad en el mensaje del libro.
REFERENCIA TITULOS
CRISTOLOGICOS
1, 1.2.5.9; 12, 17; 14,12; 17,6; 19,10; Jesús
20,
3; 22, 16.20.21
1, 1.2.5; 11, 15; 12, 10; 20, 4, 6 Cristo
1,5 el testigo fiel
1, 5 el Primogénito de entre los muertos
1, 5 el Príncipe de los reyes de la tierra
1, 5 el
que nos ama y nos ha lavado con su sangre de nuestros pecados
1, 6 el
que ha hecho de nosotros un reino de sacerdotes para su Dios y Padre
1, 13; 14, 14 un Hijo de hombre
1, 17; 2, 8; 22, 13 el
Primero y el Ultimo
1, 18 el
que vive; estuve muerto, pero ahora estoy vivo por los siglos de los
siglos,
y tengo las llaves de la Muerte y del Hades.
2, 1;
3, 1 el
que tiene las siete estrellas
2, 1 el
que camina entre los siete candelabros de oro
2, 8 el
que estuvo muerto y revivió
2, 12 el
que tiene la espada aguda de dos filos
2, 18 aquel
cuyos ojos son como llama de fuego y cuyos pies parecen de
metal
precioso
2, 23 el
que sondea los riñones y los corazones
3, 1 el
que tiene los siete Espíritus de Dios y las siete estrellas
3, 7 esto
dice el Santo
3, 7;
19, 11 el
Veraz
3, 7 el
que tiene la llave de David
3, 14 el
Amén, el Testigo fiel y veraz
3, 14 el
Principio de las criaturas de Dios
5, 5 el Léon de la tribu de Judá
5, 5; 22,
16 el Retoño de David
5, 6..12.13; 6, 1.16; 7, 9.10.14.17; 12,
11;
13, 8; 14, 1.4.10; 18, 3; 17, 14; 19,
7.9; el Cordero
21, 9.14.22.23.27; 22, 1.3
5, 6.12;
13,8 un
Cordero como degollado
11, 8 su
Señor
12, 5 un Hijo varón, el que ha de regir a
todas las naciones con cetro de hierro
19, 13 Palabra
de Dios
19, 16 Rey de reyes y Señor de señores
21, 6;
22, 13 yo
soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin
22, 16 el
Lucero radiante del alba
El Apocalipsis proyecta un
Jesús radiante y esplendoroso: es vencedor de la muerte y primicia de un mundo
nuevo.
Hay cuatro rasgos de
Cristo:
-
Se
presenta como el cordero.
-
El
viviente.
-
El
Señor y Rey
-
Aquél
que viene.
·
El
cordero se vincula con el éxodo.
·
Igualmente
se remite a los cantos del Siervo.
·
El
Apocalipsis celebra la victoria del cordero sobre la bestia.
·
Cristo
se presenta: “Soy yo… el que vive; estuve muerto, pero ahora estoy vivo por los
siglos de los siglos”.
2. Leer la profecía en el
presente.
- El Apocalipsis de Juan
es un libro profético.
·
Juan
señala al comienzo y al final de su discurso que intenta ofrecer un mensaje
profético: 1:3; 22:7-10; 18-19.
·
Hay
rasgos en el libro que lo semejan a los profetas clásicos: La visión inaugural
(1:9-20) tiene los elementos propios de los relatos de vocación. Hay una
teofanía, una visión y una audición; hay la orden de escribir, hay sentimiento
de indignidad del vidente; Juan invita a su pueblo a la vigilancia y a la
conversión y le dirige una palabra de aliento en la prueba.
- El
principal sentido del término profecía no es el de predecir unos
acontecimientos que han de tener lugar en el futuro, sino que es un
mensaje para su contexto.
- Los
profetas fueron hombres de su tiempo, sensibles al contexto social y
religioso y clarividentes ante los desafíos que tenía que enfrentar su
pueblo. Eran centinelas, vigilaban mientras que otros dormían. La fuerza
de su mensaje viene de su arraigo a la actualidad.
Es necesario pasar por la
historia para comprender el por qué y el cómo de las posiciones tomadas por
Juan, el profeta, en el Apocalipsis.
- Los
profetas son anunciadores del porvenir en cuanto a ofrecer un mensaje de
esperanza y mantienen el sueño de que le pueblo vivirá en conformidad a la
alianza y vivirá en justicia social.
- El
libro del Apocalipsis se ubica en torno a los años 90.
- Los
Apocalipsis nacen en un período de crisis, o al menos perciben la historia
presente creciente como crítica y atormentada.
- La
segunda parte del libro (c. 12-20) aborda el problema de la relación con
el poder imperial romano. Desde Augusto (27 a. C – 14 d. C) las
pretensiones imperiales aumentaron hasta convertirse en objeto del culto.
Los emperadores se divinizaron a sí mismos o fueron divinizados por sus
sucesores.
La oposición cristiana a
este culto al emperador provocó la represión y la persecución bajo Calígula
(37-41) pero sobre todo bajo Nerón (54-68), haciéndose cada vez más violentas.
Juan escribe el Apocalipsis durante el reinado de Domiciano (81-96) quien llegó
a hacerse llamar “nuestro Señor y nuestro Dios”.
La ciudad imperial: Ap.
2:13. La Bestia intenta seducir a todos los habitantes de la tierra a que la
adoren (13:1-8). El Apocalipsis es un libro de combate contra el culto al
emperador: describe el combate entre la bestia y el cordero (17:14; 19:19),
invita a resistir a la bestia (13:4); las imágenes que emplea para describir a
la bestia son monstruosas. El libro es también un canto de victoria (5:5; 6:2;
17:14).
El libro es de actualidad,
primero para su época, en los años 90. El libro fue acogido por una comunidad y
luego recibido en el canon porque respondía a los interrogantes, a las dudas y
a las necesidades de una comunidad. Juan es un creyente y un testigo de los 90.
3.
Familiarizarse
con los símbolos de cifras y colores.
El Apocalipsis habla por
medio de imágenes y apela a un espectacular abanico de recursos sonoros y visuales.
Hay símbolos que descifra
el mismo autor, como: las siete estrellas son los siete ángeles de las siete
iglesias, y los siete candeleros son las siete iglesias (1:20). La referencia a
la gran Babilonia en 17:5 es una alusión a Roma. En 17:9 dice: “Las siete
cabezas son siete colinas sobre las que se asienta la mujer, es otra cita sobre
Roma con sus famosas “siete colinas”.
En este ámbito, hay
símbolos que son universales o casi universales; por ejemplo: la “espada
grande” en 6:4 significa la violencia asesina y guerrera. La frase “los cuatro
extremos de la tierra” se utiliza para hablar de fenómenos de alcance
universal.
Algunos símbolos son
tomados del Antiguo Testamento como: el Hijo del Hombre, el árbol de la vida,
el maná oculto, el libro que devora, el profeta, los cuatro seres vivientes, el
cordero, los dos testigos, el dragón y la bestia, y otros.
Los símbolos deben
interpretarse en su trasfondo.
Las cifras que contiene el
libro son simbólicas no datos crudos.
EL
SIMBOLISMO DE LAS CIFRAS
Uno-Primero Exclusividad, primacía, excelencia (“yo
soy el Primero y el Ultimo…”: 1,18; 2, 8; 22,13)
Medio-Tres y medio Tiempo limitado, período restringido (silencio de una media hora:
8, 1); un tiempo, tiempos y medio tiempo (12, 14); tres días y medio (11, 9,
11).
Cuatro Universalidad (conjunto del mundo habitado): cuatro vientos…,
cuatro extremos de la tierra (7, 1; 20, 8).
Seis Imperfección (666: 13, 18).
Siete Plenitud, totalidad, perfección: siete
Iglesias de Asia, siete espíritus (1, 4), siete candeleros de otro (1, 12),
siete estrellas (1, 16), siete antorchas de fuego (4, 5), siete sellos (5, 1),
etc.
Doce Representatividad de las tribus del pueblo
elegido; continuidad entre el nuevo pueblo y el antiguo: doce estrellas que
coronan la cabeza de la Mujer (12, 1), doce tribus, doce puertas, doce ángeles,
doce piedras, doce nombres, doce apóstoles… (21, 12. 14. 20. 21).
Doce
veces doce mil… (7, 4-8).
Doce
veces doce = 24 ancianos (4, 4.10; 5, 8; 11, 16; 19,4).
Mil Gran número, multitud: millares de millares
de ángeles (5, 11); doce mil de cada tribu (7, 4-8).
Los
mil años (20, 2-7): período extenso,
larga duración.
4. Entrar en el mundo de la
literatura apocalíptica.
La apocalíptica es un género literario
que tomó impulso en los dos últimos siglos a. C. y se extinguió en la segunda
mitad del siglo II d. C. La apocalíptica consiste en:
·
Un
corpus literario, es un conjunto de Apocalipsis del mundo judío o
cristiano.
·
Un
movimiento teológico espiritual que inspira y produce los Apocalipsis.
·
Un
género literario, presenta su material en forma de visiones y sueños y
en lenguaje críptico y simbólico.
·
Una
disciplina que estudia los Apocalipsis. Analiza el corpus, el movimiento y
el género de los Apocalipsis.
Literatura
Apocalíptica
I.
Los Apocalipsis bíblicos.
1. Primeros esbozos apocalípticos 2. Los
Apocalipsis canónicos
Is. 24-27 Daniel
Is 65-66 “Apocalipsis
sinóptico” (Mc 13; Mt 24; Lc 21)
Ez (sobre todo 1-3; 9;
26-27; 37-48) Apocalipsis
de Juan
Joel
Zacarías
II.
Otros Apocalipsis (no canónicos)
1 Apocalipsis judíos de los dos últimos siglos
a. C. Asunción
de Moisés (o Testamento de Moisés).
Libro de los Jubileos (llamado también Apocalipsis
de Moisés Libro de los secretos
de Henoc (=Henoc II)
o Apocalipsis de Adán) Oráculos
sibilinos (libros III-IV-V)
Libro etiópico de Henoc (=Henoc): con el
Apocalipsis de las Testamento
de Abrahán
semanas
y el Apocalipsis de los animales. Vida
de Adán y Eva (o Apocalipsis de Moisés)
Salmos de Salomón
Testamentos de los Doce Patriarcas 3.
Apocalipsis cristianos (siglos I-II)
Apocalipsis
de Pedro
de Qumrán Ascensión
de Isaías
Documento de Damasco Ascensión
de Isaías
Regla de la comunidad Oráculos
sibilinos (VI-VII-VIII)
Reglamento de la guerra
4. Apocalipsis
gnósticos (Nag Hammadi)
2. Apocalipsis judíos de los s. I-II d.C. Apocalipsis
de Adán.
IV Esdras Apocalipsis
de Santiago (I-II)
Apocalipsis de Abrahám Apocalipsis
de Pablo
Apocalipsis griego de Baruc (= Baruc III)
Apocalipsis siríaco de Baruc (Baruc II)
El mundo de
los Apocalipsis.
a)
El
contexto histórico es: tiempos de crisis y de efervescencia. Los apocalípticos
son sensibles a las crisis internas del judaísmo y del cristianismo, así como a
las amenazas que vienen de fuera (de Grecia en el s. II a.C. y de Roma desde el
63 a. C.). Su grito de alarma manifiesta una situación de crisis profunda.
Rechazan acomodarse a la situación, y denuncian la arrogancia y la blasfemia
del poder; así como toda forma de sumisión a ese poder.
b)
Son
escritos de revelación. Los Apocalipsis tienen el encargo de revelar o desvelar
la palabra del Señor. Juan escribe a sus comunidades contemporáneas para hacer
una interpelación profética. Juan recibe la encomienda de no sellar (mantener
en secreto) las palabras proféticas del libro (22:10).
c)
El
papel del vidente. El vidente se presenta bajo el signo de la solidaridad en la
prueba presente (1:9). En el texto se observa que el vidente busca que sea el
Apocalipsis de Cristo, y no el Apocalipsis de Juan. Las numerosas visiones
despliegan ciertas facetas del ministerio de la resurrección del Señor, que
actúa en el mundo. Es interesante notar que Juan no desempeña la función de un
súper-héroe sino la de un siervo. No hay oraciones propias de Juan y las
alabanzas son pronunciadas por la corte celestial y la multitud de los
salvados.
d)
El
simbolismo de las cifras. A las apocalípticas les gustan los cálculos y se
complacen en presentar el desarrollo de la historia y la sucesión de sus
visiones según cifras estereotipadas, que tienen un valor simbólico.
e)
Anuncian
el fin cercano. Los Apocalipsis siempre vislumbran el fin para pronto. Para
Juan, el final de la época (eón) con las expresiones de la cólera de Dios y del
Cordero, del juicio, de la cosecha, del combate, de la victoria final y de la
nueva Jerusalén, está a punto de suceder (1:1), el momento decisivo está a las
puertas (1:3). Pero, no dice que ya haya llegado.
f)
Escritos
de consolación. El Apocalipsis de Juan tiene como último objetivo alentar a los
creyentes en medio de sus pruebas e invitarles al ánimo y a la perseverancia.
Es una buena noticia, cubierta de bienaventuranzas y aleluyas.
5.
El
Apocalipsis es una buena noticia.
Hablar del Apocalipsis como
una buena noticia es un hecho que se establece al dejarse guiar por la fuerza
del texto en vez de seguir especulaciones fantasiosas y alarmistas sobre
nuestra generación presente y sobre la suerte incierta de la humanidad en los
inicios del tercer milenio.
Lejos de ser un libro
aplastante y de deprimente, habla de un estado excepcional de bienaventuranza.
Juan cita 7 bienaventuranzas lo cual da idea de plenitud (1:3; 14:13; 16:15;
19:9; 20:6; 22:7, 14). Juan expone en
estos textos que el bienestar pleno se logra por la participación en el
ministerio de Cristo resucitado.
Esto de ninguna manera
niega la realidad del sufrimiento; sin embargo, le pone en una perspectiva cristológica.
Las plagas de los c. 8 y 16 hacen recordar las de Egipto. Probablemente la
intención de mencionarlos sea la de mostrar que los acontecimientos trágicos de
los años 60-80 hacen recordar la opresión que se vivió en Egipto, pero también
son signo de una liberación nueva del pueblo de Dios.
En cuanto al género
literario, diremos que los Apocalipsis utilizan la hipérbole y presentan listas
de catástrofes: hambres, terremotos, guerras crueles, epidemias entre otras. El
alcance de estos azotes es limitado, en el espacio y en el tiempo: la
destrucción no supera nunca la “tercera parte” y se extienden por “tres años y
medio”, = 42 meses = 1,260 días).
A los agentes destructores
se les concede o se les autoriza hacer el mal, no actúan fuera de la soberanía
de Dios. No son ellos los que dominan la
historia.
Nunca se habla de un
desencadenamiento ciego y absoluto de las fuerzas del mal. Las desgracias son
abundantes y tienen sus raíces en la malicia y la violencia de los hombres,
pero los justos oran e interceden por lo que pasa en la tierra. El mal no posee
el final de la historia. La historia está enmarcada por la plegaria de los
santos y los signos de la presencia de Dios, esto mantiene de pie a los
creyentes.
El anuncio evangélico del
“fin” del mundo tiene ciertas características: Jesús evita dar una fecha
precisa y se centra en el momento presente: “Vigilad, estad en guardia…” (Mr.
13:33). Las parábolas sobre el reino se enfocan en el hoy. Hoy hay que recibir
la Palabras; hoy hay que amar al prójimo; hoy hay que escudriñar los signos de
los tiempos.
Por otra parte, Jesús no
plantea sobre quiénes serán los responsables del fin, porque el “fin” no está
en manos de la locura de los hombres, sino que reposa en las manos de Dios.
Finalmente, Jesús le da al
anuncio del “fin” una experiencia de alivio. Lejos de engendrar el miedo, la
perspectiva del fin es esplendorosa (Lc. 21:28). Las señales cósmicas no son el
final, son anuncio de un nuevo mandamiento (Mr. 13:7; Mt. 24:8). En el sentido
bíblico se puede afirmar que lo mejor está por venir.
La salvación que trata el
Apocalipsis no es reducida. El número 144 mil se repite a plenitud, a
abundancia. Se habla de una multitud de todas las naciones. Además el final de
la humanidad será determinado por el Cordero.
Nuestra lectura del
Apocalipsis no debe terminar en el mensaje de los sellos, de las trompetas y de
las copas; estas tribulaciones y desgracias son las expresiones del dolor del
parto. La descripción final (c. 21-22) es lo que le da sentido a la historia.
Juan está en la línea de
los grandes profetas: denuncia el poder opresor y las infidelidades del pueblo:
Pero, Dios decide traer salvación: El Señor anuncia una creación nueva (21:5),
una reconciliación de pueblos (21:3), un estado de salvación plena (21:4).
A través del libro el Señor
nos da un mensaje de esperanza. Los acontecimientos del fin están en manos de
quien creó el mundo. El fin del mundo no es la destrucción del mundo sino la
aparición de una nueva creación. El Apocalipsis nos llena de una profunda
aspiración por la llegada de esa nueva creación. Por eso decimos: “¡Ven, Señor
Jesús!” (22:20).
ANEXO 1
Prólogo
y saludo (tiempo presente): 1, 1-8
A)
1, 9-3, 22: visión apocalíptica de la
Iglesia.
B)
4, 1-8, 1: visión profética de la historia
C)
8, 2-11, 19: las 7 trompetas: (relectura del
Exodo)
Centro: 12, 1-15, 4:
la comunidad cristiana entre las Bestias
C)
15, 5-16, 21: las 7 copas (relectura del
Exodo)
B)
17, 1-19, 10: visión profética de la historia
A)
19, 11-22, 5: visión apocalíptica del futuro
Epílogo
(tiempo presente): 22, 6-21
·
El Apocalipsis
Jean-Pierre
Prévost
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