Silva
D., José
“EL
LIBRO SIEMPRE NUEVO”
Ed.
Vida, Miami, 1983
Caps.
13 y 16 pp. 171- 182, 213-226.
EL
CANON Y LA BIBLIA
1
DEFINICIONES
La palabra “canon” se deriva del
vocablo griego Kanón, que originalmente significaba una regla o vara de medir.
Adquirió después el significado traslaticio de norma, regla o precepto.
Con el correr del tiempo los
escritores cristianos le dieron al vocablo una aceptación teológica,
aplicándolo primero a la enseñanza cristiana y después a la Biblia. Orígenes
usó la palabra para referirse a la regla de fe; pero Atanasio de Alejandría fue
el primero que la empleó para referirse al catálogo o lista de libros
reconocidos como Escrituras. Con todo, se llamó canon también a la Biblia
misma, ya que es el conjunto de los libros que constituyen la norma de fe y
conducta.
2.
NECESIDAD
DE UN CANON
Entre las causas que hicieron
necesaria la formación de un canon de las Escrituras consideraremos aquí tres.
a)
El
mandamiento divino de conservar los escritos sagrados.
b)
La
destrucción de las obras literarias judías y cristianas.
c)
La
proliferación de libros apócrifos.
Gracias al canon tenemos hoy una
revelación de Dios completa y suficiente. Es completa porque no le falta ningún
libro, y suficiente porque no necesita de ningún otro.
Para los judíos, éste está compuesto
por 22, para los protestantes por 66 y para los católicos por 73. El canon
completo no tiene que ser, desde luego, aquel que tiene más libros, sino aquél
que tenga todos los libros que Dios inspiró.
La canonicidad es la cualidad que
posee un libro por el hecho de estar en el canon. La razón determinante de la
canonicidad es: la inspiración. El concepto mínimo que podemos adoptar con
respecto a la determinación de la canonicidad es que ésta es la obra de Dios a
la vez que la de los hombres de Dios.
El mismo Espíritu que guió a los
escritores sagrados guió también a los compiladores y compendistas de tal modo
que lo que ellos determinaron fue en realidad lo que Dios determinó.
3.
REQUISITOS
DE UN LIBRO CANÓNICO.
Los dirigentes eclesiásticos que
sucedieron a los apóstoles descubrieron cinco principios por los cuales se
guiaron para reconocer los libros canónicos.
a)
Los
libros canónicos tienen autoridad. La característica más importante de los
libros canónicos es que afirman ser las palabras de Dios.
b)
Los
libros canónicos son proféticos.
c)
Los
libros canónicos son bíblicos. Esto quiere decir que se conforman a la verdad
previamente establecida por Dios en otros libros de la Biblia.
d)
Los
libros canónicos tienen poder. Un libro inspirado por Dios tiene el poder de
producir una transformación espiritual en los hombres.
e)
Los
libros canónicos fueron aceptados. Esto es, fueron leídos y recibidos como
libros inspirados por todo el pueblo de Dios.
4. LA FORMACION DEL CANON
A)
EL
CANON DEL ANTIGUO TESTAMENTO.
Hasta ahora no se ha hallado ningún
manuscrito griego de antes de Cristo que contenga los libros aprócrifos, pues
los más antiguos son todos del siglo IV de nuestra era. Y si acaso los
incluían, no tenemos tampoco ningún testimonio histórico de que los judíos de
Alejandría los consideraran canónicos.
B)
OBJECIONES
A LOS ARGUMENTOS DE LOS CATOLICOS.
·
Aunque
es muy probable que los escritores del Nuevo Testamento hicieran algunas
alusiones a los libros apócrifos, lo notable es que no se refirieron a ellos como
Escrituras.
·
El
hecho de que los manuscritos de la versión de los Setenta (todos ellos del
siglo IV d. C.) contengan los libros apócrifos no constituyen ninguna prueba de
que la iglesia apostólica los considerara canónicos.
·
Es
muy natural que las versiones traducidas de la de los Setenta, como la Antigua Versión
Latina y la Vulgata ,
tengan también los libros apócrifos; pero este hecho tampoco prueba que los
antedichos libros fueran considerados canónicos. En realidad fueron admitidos
como cultura hebrea de la época del “Intertestamento”.
Además, la Versión Siriaca ,
quizás la más antigua después de la griega, no contenía los libros apócrifos.
·
Agustín
les atribuyó una “canonicidad secundaria” a los libros apócrifos, en contraste
con la “canonicidad primaria” de las Escrituras.
·
El
Concilio Católico de Trento declaró canónicos los libros apócrifos más de 1500
años después de ser escritos y tan sólo por estrecha mayoría.
·
Algunas
versiones evangélicas de la Biblia incluían los libros apócrifos desde antes
del Concilio de Trento; pero éstos estaban separados de los libros canónicos
porque no se los consideraba de igual autoridad que los últimos.
·
Los
argumentos esgrimidos por los evangélicos se basan generalmente en los cinco
principios que guiaron a los dirigentes de la iglesia primitiva para reconocer
la canonicidad de un libro determinado.
Una nueva Actitud.
El hecho de que los libros apócrifos
no sean inspirados no significa que carezcan de valor. En realidad estos libros
constituyen un puente entre los dos testamentos, además de proporcionarnos
importantes y abundantes datos sobre la historia y folklore del pueblo judío,
especialmente sobre sus esperanzas mesiánicas, durante este período.
LAS VERSIONES
1.
DEFINICIONES
RELATIVAS A LAS VERSIONES
a.
Transliteración. Es la trascripción de
palabras de una lengua con los signos alfabéticos de otra. En la práctica, la
transliteración implica la introducción de vocablos extranjeros en una lengua
determinada y es muy pertinente cuando esos vocablos son intraducibles.
A veces la transliteración ha sido
superflua, pues esos vocablos extranjeros se habrían podido traducir. Por
ejemplo, las voces griegas transliteradas como angelos, baptizein, euangelio,
ekklesia y Christos se han castellanizado como “ángeles”, “bautizar”,
“evangelio”, “iglesia” y “Cristo”. Su respectiva traducción es “mensajero”,
“sumergir”, “buenas noticias”, “asamblea” y “Ungido”.
b. Traducción
literal. Sigue el texto original palabra por palabra y por lo tanto refleja
los giros propios de la lengua de éste y no los de su propio idioma.
Extraños, y hasta chocantes a veces, son
algunos hebraísmos y helenismos (giros idiomáticos propios de las lenguas
hebrea y griega) que hallamos en nuestras versiones castellanas de la Biblia. Veamos
algunos ejemplos: “lleno de días” (Génesis 25:8), “carne y sangre (Gálatas
1:16; Efesios 6:12; Hebreos 2:14), “hijos de desobediencia” (Efesios 2:2),
“hebreo de hebreos” (Filipenses 3:5), “meante a la pared” (1 Samuel 25:22, 34),
“téngolo por estiércol” (Filipenses 3:8). De los giros citados, los dos últimos
subsisten en la versión de Casiodoro de Reina, revisión de 1909.
c.
Expresión equivalente. Es el giro que siendo
propio de un idioma corresponde exactamente al de otro. En cierto sentido es la
contraparte de la traducción literal.
Uno de éstos es “echar (o
traer) la sangre” (Hechos 5:28). La expresión equivalente en castellano es
“echar la culpa (o culpar) de la muerte”.
d.
Interpretación. Es la explicación del
sentido de una palabra o frase. En otras palabras, la interpretación tiene que
ver no con lo que el autor dice, sino con lo que quiere decir.
e.
Adaptación. Es la sustitución de
ciertas ilustraciones de una obra original por otras más comprensibles a los
lectores de una traducción de esa obra.
Los escritores sagrados se valieron de
excelentes ilustraciones para comunicar las verdades divinas a sus
contemporáneos. Muchas veces, sin embargo, estas ilustraciones son oscuras para
los lectores de una versión algo literal de la Biblia. ¡Se hace necesario
entonces “ilustrarlas” a su vez para hacerlas inteligibles!
f.
Traducción libre. Es la que transmite el
sentido general del texto original en vez de cada una de sus palabras. La
traducción libre incluye expresiones equivalentes, interpretaciones y
adaptaciones.
2.
IMPERFECCIONES
DE LAS VERSIONES.
Debido a diversos factores,
algunos de los cuales acabamos de considerar, las traducciones son generalmente
imperfectas. Uno de estos factores, si acaso no el principal, es la dificultad
de hallar expresiones equivalentes entre las lenguas de pueblo que son
culturalmente diferentes entre sí.
En general la imperfección
de las versiones no afecta a ninguna doctrina importante de la Biblia, sino más
bien a detalles. En caso de discrepancias con una versión, lo mejor es
asegurarse del sentido del pasaje en discusión en las lenguas originales de la
Escritura.
3.
CALIDAD
DE LAS VERSIONES
¿Cuál o cuáles son las
mejores? La respuesta depende del criterio con que las juzguemos. Si lo que
buscamos es una versión más bien fiel al texto original, es mejor una versión
crítica; pero si además queremos una versión clara, es mejor una versión
popular. Y sí preferimos una versión bella, no hay como las versiones
tradicionales. Algunas de éstas son obras clásicas en sus idiomas.
Las mejores versiones son
generalmente las más modernas. ¿Por qué? En primer lugar, porque su texto está
basado en mejores manuscritos, los cuales eran desconocidos para los
traductores de la Reforma. En segundo lugar, porque su lenguaje es moderno, en
contraste con el lenguaje de cuatro siglos atrás.
Algunas de las versiones
más antiguas, sin embargo, son también muy buenas y valiosas, sobre todo para
corroborar el texto original de la Escritura.
Entre los diversos méritos
de la versión popular castellana, podemos mencionar los siguientes: 1) un
lenguaje popular que hace inteligible el mensaje divino a todo lector. 2) Una traducción más bien libre, eliminando
así muchos hebraísmos y helenismos que aún se conservan en la revisión de 1960
de la versión de Reina-Valera. 3) El uso
del pronombre “ustedes” y las formas verbales que le corresponden, tan
familiares a los pueblos hispanoamericanos.
4) Una construcción gramatical moderna de oraciones cortas, fáciles de
entender. 5) Una composición común, sin
espacios entre versículos, salvo para indicar cambio de párrafo.
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