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lunes, 3 de noviembre de 2014

El Romanismo y El Gobierno Civil

El Romanismo y El Gobierno Civil
Por J.A. Phillips
1922

PREFACIO

El añublo del romanismo no es como el pul­gón que ataca los frutos y los cereales; éste pue­de atacar un año y dejar pasar luego uno o más; aquél nunca cesa en sus esfuerzos destructivos.
El catolicismo no es como la Peste Negra la cual mató a veinticinco millones de personas en el siglo catorce. Esta espantosa plaga, fue tan repugnante y. dolorosa, que atemorizó a todo el mundo; pero el romanismo es más insidioso to­davía.
La religión romana es distinta del monz6n, porque el Catolici3mo causa males durante los doce meses del año.
Quizá la mejor analogía del romanismo es la malaria. Muchas regiones del mundo han sido atormentadas por siglos, y quizá por milenios, por la debilidad, el languidecimiento, el espíritu de amargura y la desesperación, todo lo cual trae consigo la malaria. Las operaciones de ésta son muy semejantes a las de la religión ro­mana: ambas trabajan en secreto: ambas engañan a sus víctimas haciéndolas creer a veces que están enteramente bien: ambas envenenan la sangre llegando hasta el cerebro y el intelec­to y perjudicando los procesos digestivos, y el hígado, y aún llevando sus resultados hasta la afectación de la conducta, del pensamiento, de la fuerza de asimilación, (ya se aplique ésta al alimento material o al alimento intelectual y moral). Los dos perjudican el temperamento, la disposición y la manera de vivir.
Un viejo residente de un distrito azotado por la malaria, puede señalar con, orgullo a los vie­jos, hombres y mujeres, que han resistido los efectos destructivos de esta enfermedad, pero eso no prueba que la malaria los haya hecho sano; de la misma manera, los romanistas pueden resistir las iniquidades y las supersticiones de la religión en la cual son criados, pero esto no prueba nada con respecto a la veracidad de su religión.
Es concebible que uno que sufre de resfriaos y de fiebre pueda insultar al médico que trata de curarlo:.con frecuencia los católicos se indig­nan por los esfuerzos, que sus amigos hacen en su favor.
Mientras más ama un cristiano a un católico, más odia al Catolicismo. De igual modo, mien­tras más ama un médico o una enfermera a la humanidad, más odian las enfermedades que hacen presa de la vida humana.
Los médicos han hecho mucho combatiendo la malaria con medicinas; pero la única curación permanente para esa enfermedad es desaguar los pantanos y destruir los gérmenes. Las gentes buenas han salvado a muchos milla es de la enfermedad del romanismo; pero el único modo de salvar a las grandes multitudes de esa es desaguar los pantanos de la ignorancia y la superstición y hacer así im­posible que los gérmenes se desarrollen.
El primer paso que debe darse en cualquiera reforma, es hacer una inspección para deter­minar qué es lo que necesita reformación; esto es precisamente lo que hacemos demostrando que el romanismo degrada la vida nacional. El segundo paso es determinar las causas y hacer que las gentes interesadas las conozcan; esto es lo que vamos a hacer, presentando los documentos que prueban que el romanismo es nece­sariamente enemigo del gobierno civil.
Probablemente los sacerdotes les prohibirán a los fieles que lean este librito, no porque sea inexacto, sino porque presenta la verdad. Se­ría difícil decir cosas más duras acerca del Catolicismo que las que se ven cuando leemos sus propios documentos.
---1922
---J. A. Phillips


Introducción:
El Romanismo y El Gobierno Civil

Hay un sentimiento erróneo (apenas se pue­de llamar creencia) entre muchas gentes, de que los males ocasionados por la Iglesia Roma­na están confinados a ciertos países en donde el clero abusa de sus privilegios. Lo que sigue es un estudio de los resultados de la religión ca­tólica en las vidas de aquellos que practican sus artículos genuinos. Se ha demostrado sin dejar lugar a duda que las doctrinas modelos de esa Iglesia sancionan iniquidades de la más baja estofa. Esto puede verse en los artículos Casuística, Ligorio, Jesuitas, y otros, en la En­ciclopedia Británica, Novena Edición; en El Análisis del Romanismo, por J. A. Phillips; en The Roman Mischief Maker, por Hugh E. M. Stutfield; y mejor todavía, si el lector puede consultarlos, en la Teología Moral de Ligorio, de Gury o de algún otro teólogo modelo ca­tólico.
Examinaremos aquí los efectos prácticos de la filosofía católica en los gobiernos. Si fueran sólo los males causados por esa religión en la constitución del gobierno, o si fuera una violen­ta tentativa hecha por los jefes de la iglesia para dominar a los gobernantes y a las leyes, o si fuera sólo cuestión de envidia entre los gober­nantes civiles y los directores de la iglesia, o si no fueran sino los esfuerzos del clero quien de una manera indeterminada representara a la Iglesia Católica, o si tuviera que ver únicamente con una fase incidental de la teología católica, podríamos continuar tratando el asunto como se ha tratado generalmente en el pasado. La mayor parte de los gobiernos han sentido la ne­cesidad de suprimir algo las ambiciones del cle­ro católico, en el concepto de que la religión nada tendrá de malo si se puede exigir o per­suadir a los sacerdotes que se confinen a su esfera legítima.
Nos propondremos demostrar que la "esfera legítima" de todo el clero católico incluye el dominio del gobierno civil. Si tuvieran sólo la ambición como móvil para tal dominio, él caso no seria tan serio. Pero en realidad el propósi­to de los representantes de la religión católica, debidamente constituidos, es hacer descender a todas las raciones de la tierra al nivel del códi­go moral enseñado con plena autoridad por sus teólogos. Esto debe hacerse de una manera tan completa que el que se atreva a resistir a las iniquidades enseñadas y sancionadas por el, Cuerpo Docente de la Iglesia, debe ser castiga­do por las autoridades civiles al grado de hacerlo desistir de sus escrúpulos y dejar que fer­mente la levadura de la iniquidad hasta que to­do el mundo esté corrompido.
Desde luego que vivimos en una edad cien­tífica, he pensado que lo mejor es probar primero que el fruto lógico de la religión católico-romana en las leyes y en los pueblos, es maldad. El bien que hace es incidental.  Después de que hayamos visto la infidelidad, la ignoran­cia, el odio, la miseria y, la infidelidad ocasionados por el Catolicismo en donde éste tiene liber­tad de acción, investigaremos algo, en la segun­da proposición, acerca de las causas de esto.
***

EL CATOLICISMO ROMANO
DEGRADA LA VIDA NACIONAL
Por J.A. Phillips
1922

Sin duda el sacerdocio católico es una agen­cia de inmoralidad; de acuerdo con su propia filosofía es esencialmente inmoral. Tócanos ahora investigar si los inicuos principios de esa religión están o no actualmente en vigor en la práctica. Si unos pocos o aun una proporción considerable de los miembros de una religión dada viven en el mal, no prueba esto que el cul­to o la doctrina sean degradantes. Es necesa­rio hacer una investigación más amplia para descubrir los principios y las tendencias y esto requiere el examen de los hechos.
No nos interesan los abusos; la única cosa que vamos a considerar es el efecto legítimo de las enseñanzas inicuas en los miembros. No con­vengo con cierto escéptico que afirma que la en­señanza moral o inmoral de una religión no tiene efecto en él. No convengo tampoco en que la religión cristiana es sólo un haz de supersti­ciones sin ningún valor ético. Debe admitirse que los protestantes son 'culpables frecuente­mente de ciertos pecados y crímenes de los cua­les son culpables los católicos. Pero lo que de­seamos descubrir es el efecto lógico de la ense­ñanza romana en las vidas de los católicos. Es­to puede hacerse mejor por un examen de esos frutos en grupos y países en donde hay poco que mezclarse con la operación natural y el desarro­llo del romanismo genuino.
No olvidemos que cualquier desgracia, cri­men o pecado que encontramos peculiarmente en abundancia en los países católicos, si está de­bidamente autorizado por el romanismo, debe considerarse como un fruto legítimo.
Antes del año 1302, cuando la Bula Unam ­Sanctum fue promulgada, los elementos cristianos no se habían eliminado de la Iglesia Romana; de aquí que, durante ese período, ésta pudo ser, y frecuentemente fue benéfica al Estado. El romanismo, durante la edad media, no había entrado de lleno a la posesión de su herencia¡ pagana. Desde 1302 el efecto del romanismo en las naciones ha sido uniformemente ruinoso.
A. Los‑Esfuerzos Romanos Donde el Catolicismo ha sido Contrarrestado por una Moralidad más Alta.
Los Estados Unidos.
Muchos dé los mexicanos no son sólo analfa­betas y una presa fácil para los politicastros americanos, sino que persisten en conservar a sus hijos también en el analfabetismo. El enemi­go más grande que tenemos para la educación, de esos mexicanos es la Iglesia Romana, y muy especialmente los sacerdotes. Bajo el pretexto de que las escuelas oficiales son “impías," los sacerdotes procuran frecuentemente oponer obstáculos a los esfuerzos de los maestros de es­cuela para prevenir de esta manera que los niños reciban alguna educación. Es moralmente imposible para la Iglesia Católica establecer su­ficientes escuelas parroquiales para educar la décima parte de los 300,000 niños mexicanos que hay en este país. Si ellos tuvieran escuelas romanas serían educados inevitablemente en doctrinas inmorales y antipatrióticas.
Los franceses católicos de Louisiana general­mente no tienen Biblias y son analfabetas. Cuando la famosa lotería del estado de Louisia­na fue suprimida en New Orleans, no fueron los católicos sino los protestantes quienes lo hicie­ron. Fue el esfuerzo nacional, y no los roma­nistas de Louisiana el que eliminó las cantinas de ese estado católico.
Se calcula que hay 2, 000,000 de inmigrantes italianos en este país y que tienen ellos 2, 000,000 de niños nacidos aquí. De aquellos puede de­cirse con certeza que las dos terceras partes son enemigos secretos o abiertos y violentos de la Iglesia Católica, y con mucha justicia asumen esta actitud. Los protestantes son responsables parcialmente por el hecho de que muchos de ellos odian también al cristianismo, porque les hemos permitido que nos clasifiquen con los católicos. Los esfuerzos de las iglesias protestantes para americanizar y cristianizar a estos extranjeros, son combatidos enérgicamente por los sacerdotes católicos.
Hay 3, 500,000 polacos en los Estados Unidos. Estos traen mucho de su religión a este país. "En Polonia las formas de superstición e ignorancia conectadas con el Catolicismo son numerosas y lamentables. El sistema está opuesto a la educación y no hace esfuerzo nin­guno para elevar al pueblo de la pobreza; per­                      petúa las distinciones de clases que han debili­tado a todas las naciones, se apropia del dinero, ganado duramente por el pueblo, en cambio de beneficios místicos, y trabaja como uña y carne con los grupos que explotan los bienes materia­ es y la moral de los polacos. El Obispo de Ga­licia, según el testimonio polaco, posee catorce destilatorias de whiskey y propia y ocasional mente las bendice." (Religious Work Among Poles, por por Joel B. Hayden.)
Canadá
Quebec le ha concedido mucha libertad a la Iglesia para que lleve a cabo los designios del romanismo. Allí se enseña del modo genuinamente romano que votar según la conciencia de uno y no bajo la dirección de los sacerdotes es un pecado grave y merece el fuego del infierno siendo privado el infractor de los sacramentos Se le ha concedido a la Iglesia Romana el derecho de educar a la niñez del país. "El Sr. Sellar declara que la mayoría de las gentes de campo no pueden leer; Goldwyn Smith dice que los presidentes municipales de los pueblos no siempre saben escribir, y cita a un eminente periodista franco-canadiense quién dijo que ni un hombre entre veinte en un distrito rural sabía leer y que ni uno entre cincuenta sabía escribir....Enseñan el catecismo, la preparación par la primera comunión, y la doctrina, ritual y 1a liturgia de la Iglesia Romana, pero muy poco más .... El conocimiento de la teología se considera como una prueba de capacidad para los trabajos seculares." (The Roman Mischief Maker, Stutfield.) Como era de esperarse Quebec estaba en completa armonía con el reciente asalto germano al cristianismo del mundo. Sus sacerdotes, enemigos de la libertad, hicieron que el pueblo se opusiera al reclutamiento, colocándolo así en su verdadera actitud católica.
Irlanda.
La porción católica de Irlanda es un buen lugar para ver los resultados de un romanismo real. Se ha declarado que Irlanda "tiene, en proporción a su población, once veces más  sacerdotes y once veces más arzobispos y obispos que Bélgica; siete veces más obispos, y diez veces más sacerdotes que Austria y siete veces   más prelados que Alemania.....Como £1,750,000 al año se gastan en la educación irlandesa, y este gasto es sufragado casi enteramente por la tesorería imperial; las contribuciones por impuestos locales son insignificantes ..... Aproximadamente con la misma población que Escocia, Irlanda tiene el doble número de escuelas, 3,500 maestros más y el doble de analfabetas." (Ibid.) El Sr. Stutfield prosigue diciendo: "lo que les falta a los irlandeses es el desenvolvimiento del carácter, un sentimiento de responsabilidad personal, y una inteligencia libre; sin embargo se les niega la oportunidad de adquirir estas tres cosas indispensables. . . De la vida en las poblaciones rurales y en sus alrededores-la mortífera depravación de todos, la insoportable vileza, la ausencia de toda vida social pura, o interés intelectual, la embriaguez, y la indescriptible y sórdida pobreza y el desaseo-- aquellos que han visto estas cosas, no necesitan que se les recuerden."
Irlanda católica demostró sus abominables procedimientos católicos cuando en la guerra mundial hizo todo lo que estuvo en su poder para destruir las libertades que habían sido ganadas a través de los siglos por el Cristianismo. "Cuando se encontró que era necesaria la conscripción para ganar la guerra, Irlanda quedó fuera del acta original debido a su oposición nacionalista. Todos los miembros unionistas de Ulster protestaron contra esto. . . . Más tarde, cuando se aumentó el límite de la edad, Irlanda quedó incluida por primera vez. ... Todos los miembros unionistas de Ulster apoyaron este decreto, pero los nacionalistas e irlandeses protestaron violentamente contra él y declara ron que sería resistido por la fuerza.... Los obispos irlandeses católico‑romanos también apoyaron a su pueblo en esta actitud desleal... El Padre Finley, el profesor jesuita de teología en Maynooth, justificó esta resistencia y pro­clamó que los obispos irlandeses estaban sobre el parlamento y las leyes del parlamento.... De Valera, M. P., el jefe Sínn Fein, dijo en uno de sus discursos: “Tenemos un enemigo, Ingla­terra. El hecho de tener un enemigo común es actualmente un eslabón entre Alemania e Ir­landa, más naturalmente que entre América e Inglaterra; Inglaterra es nuestro único enemi­go." (Hearings Before the Committee on For­eign Affairs, House of Representatives, Sixty­sixth Congress, Dec. 12, 13, 1919.)
Después de la típica traición católica a la causa de la libertad, Irlanda católica ha tenido el descaro de intentar, por medio de la adula­ción y de lamentos hipócritas la conquista de las simpatías americanas en favor del criminal rei­nado de Sinn Fein. Esta es la misma vieja his­toria de Irlanda, el "encantador hábito irlan­dés de no ser nunca culpable de ninguna cosa," el servilismo al "Hombre del Tíber," y el odio a aquellos que piensan por si mismos. Por cente­nares de años el papa ha deseado tener en Ir­landa libertad completa para ahogar la libertad de todos aquellos que no se le quieren someter.
Francia.
Aunque es cierto que Francia, "la hija mayor de la iglesia," ha sido culpable del crimen de persecución por herejía, no se ha rendido sin embargo ciegamente al papa. Por siglos tuvo la costumbre de apelar a los concilios contra los papas, y "no había país donde las llamadas herejías‑protestas de la conciencia popular contra los errores y pecados de la iglesia dominante, fueran tan numerosas, tan constantes y tan prósperas como en Francia durante la Edad Media." Francia tomó una participación muy significativa en dar la reformación al mundo; si no contribuyó más que el gran Juan Calvino, ha colocado cuando menos a todo el Cristianismo como deudor.
Es muy significativo que ahora, después de que Roma ha tenido tantas oportunidades para bendecir a la nación, no puede contar con, más de una cuarta parte de los habitantes como ca­tólicos genuinos. Los sacerdotes están separán­dose de la iglesia en gran número. "La obra sa­cerdotal (Oeuvre des Pretres) fue fundada en 1884, en la época del gran movimiento lejos de Roma, por M. Eugene Reveillaud, entonces di­putado, ahora senador, y hasta el principio de la Guerra había ayudado a cerca de quinientos sa cerdotes quienes habían abandonado sus cu­ratos. En 1910 abrió en París una obra frater­nal que ha venido a ser ahora independiente de la obra original. Un pequeño número de anti­guos sacerdotes se han hecho pastores protes­tantes, pero la mayoría de ellos, no teniendo su­ficiente educación para el pastorado han acep­tado otros nombramientos.", (French and Bel­gium Protestantism, Louise Seymour Houghton, P. 78.)
Bélgica.
Bélgica es peculiarmente preciosa para los apologistas romanos, porque es casi el único país que puede llamarse al mismo tiempo cató­lico y progresista. La verdad es que Bélgica no es país católico. "El protestantismo es comple­tamente tolerado y aun apoyado por el Estado." Esto no es romanismo; ningún país realmente católico reconocerá de tal manera la herejía. El partido romano tiene en la actualidad como una tercera parte de los principales políticos.
B. La Degeneración de los Países en los cuales Roma ha Tenido Casi Completo Dominio.
Por causa de algunos de los mejores elementos de la sociedad el romanismo no puede tener completo dominio sobre toda una nación. Todos esos países conocidos como católicos han luchado con más o menos éxito contra su enemigo nacional.
Precisamente en proporción a su poder de resistencia contra el enemigo nacional, ha estado su progreso en religión, moral, industria, comercio, agricultura y asuntos gubernamentales.
Austria
            Aquí está una nación que necesita un Buen Samaritan; ha quedado a un lado del camino de las naciones como una víctima herida y sangrante. Sus gobernantes han luchado en vano para preservar a la niñez de la contaminación de la educación de la iglesia. En 1855, el estado se rindió al papa. En 1867, y en 1868, el Reischrath había, técnicamente, establecido el matrimonio civil, emancipando las escuelas del dominio de la iglesia y colocado los diferentes credos en el mismo nivel de igualdad.  “Estas leyes fueron declaradas por el papa como abominables, lo mismo que nulas y vanas. En 1874, se pasaron algunas leyes posteriores que tenían por objeto debilitar el poder de la Sede Papal en el Estado, y fueron condenados por el papa en los términos más severos. (Americana, Vol.II).
No se necesita hacer más comentario de Austria, que señalarla como un país completamente arruinado, en la bancarrota y sin esperanza, y la razón de esto no es otra que la de haber permitido que la religión católica se apoderara de él. Sus protestas fueron como las de Elí con­tra los pecados de sus hijos....solamente un dé­bil reproche. Si Austria hubiera tenido el vi­gor suficiente para arrancar el germen, se hu­biera recobrado ya de los destructivos efectos de la enfermedad del romanismo.
España.
España ha sido quizá el país más leal a la Santa Sede, y fiel por más tiempo que ninguna nación en el mundo. No es una casualidad que esta tierra de tan mala estrella haya degenerado a una potencia casi insignificante. No ha perdido España su prestigio a causa del clima o de la pobreza de su suelo, o por la falta de depósitos minerales o por la incapacidad natural de sus habitantes; ha sido únicamente a causa de su intolerancia religiosa y de su impío fanatiquismo. México, la América del Sur, Cuba, Puerto Rico y las Filipinas se deslizaron de sus garras en obediencia a la ley del instinto de conservación. Durante la Inquisición, los mejores pueblos que tenía, los judíos, los protestantes, los moros y los moriscos, fueron brutalmente arrojados de sus playas o asesinados. Queda­ron los peores y los más débiles; era necesario unirse a las filas de los inquisidores o asentir tácitamente a su perversidad o ser convertidos en víctimas. La exención de las contribuciones de las vastísimas propiedades de la iglesia, em­pobreció a los ciudadanos; el malvado celo por la iglesia desvió las energías de los oficiales de su esfera de legítimo servicio y dejó al país "al final del siglo XVIII... como un cuerpo sin vida sobre el cual las otras potencias de Europa pu­dieron contender a su capricho."
"Quienquiera que desee estar bien familia­rizado con la mórbida anatomía de los de los gobier­nos, quienquiera que desee saber cómo pueden debilitarse las grandes naciones y arruinarlas, debe estudiar la historia de España. El impe­rio de Felipe II fue indudablemente uno de los más poderosos y espléndidos que han existido en el mundo... Hay razón para creer que sus rentas públicas anuales, en la época de su mayor poderío, ascendía a una  suma casi diez veces ma­yor que la que Inglaterra rendía a Elizabeth... Teñía lo que ningún otro príncipe de los tiempos modernos ha tenido, el dominio de la tierra y del mar... No es exageración., decir que durante varios años su poder sobre Europa era más grande que el de Napoleón... España tuvo lo que Napoleón deseó en vano, buques, co­lonias y comercio. Monopolizó por largo tiem­po el comercio de América y el del Océano Indi­co. Todo el oro del oeste y todas las especies del oriente eran recibidos y distribuidos por ella. Aun después de la derrota de la Armada, los estadistas, ingleses continuaban viendo con espanto el poder marítimo de Felipe.... En ninguna sociedad moderna ni aun en Inglaterra durante el reinado de Elizabeth ha habido un número tan grande de hombres eminentes al mismo tiempo en literatura y en la vida activa en todos sentidos, como el que produjo España en el siglo XVII. . . Es curioso considerar el grado de respeto en que nuestros antecesores consideraban en aquel tiempo a un español.
      "¡Pero cómo has caído del cielo, oh Lucifer hijo de la mañana! ¡Cómo has sido arrojado a la tierra para debilitar a las naciones! ¡Si diri­gimos una mirada retrospectiva y examinamos a España durante la última parte del siglo XVII, ¡qué cambio encontramos ... ! La conquista extranjera había principiado a consumir por to­das partes a esa gigante monarquía sobre la cual jamás se ocultaba el sol.‑‑‑ Las depen­dencias americanas de la corona de Castilla se extendieron todavía más allá del sur de Capri­cornio. Pero dentro de este inmenso cuerpo, había un decaimiento incurable, una falta completa de tono, una absoluta postración de la fuerza. Una población ingeniosa y diligente, eminentemente hábil en las artes y manufactu­ras, había sido arrojada al destierro por faná­ticos estúpidos y sin conciencia. . . El ejército español, tan formidable bajo el mando de Alva y Farnese, se había reducido a unos cuantos millares de hombres... La policía era comple­tamente incapaz para la protección del pueblo. Se cometían asesinatos a la faz del día en com­pleta impunidad. . . Las finanzas estaban en un desorden espantoso; el pueblo pagaba mu­cho, el gobierno recibía muy poco... todos los remedios qué procuraron ensayarse, sólo agra­varon la enfermedad." (War of the Succession in Spain, Ensayos de Lord Macaulay.)
La razón de todo esto fue sencillamente que España rehusó ser beneficiada por la Reforma­ción. Macaulay prosigue diciendo: "El cho­que había producido, con algún mal temporal, un bien mucho más durable. Los principios de la Reformación habían triunfado en algunos‑ de esos países... La Iglesia de Roma, aleccionada por el peligro del cual había escapado milagro­samente, tuvo que asumir en los países de su dominio, una actitud más humilde y más libe­ral. Condescendió algunas veces hasta someter sus altas pretensiones al escrutinio de la razón y utilizó más escasamente que en tiempos pasa­dos la ayuda del brazo secular... Los males producidos por un mal gobierno y una mala religión parecen haber alcanzado su mayor altura durante los últimos años del siglo XVII.”
Uno de los más famosos escritores y litera­tos modernos ha dado una descripción exacta de la degradación material y moral de España y también de las razones a que ha obedecido. En cuanto a las condiciones al principio del siglo XX dice: "Las revoluciones políticas han pues­to a España en contacto con Europa. La co­rriente progresiva ha cogido a este país, arras­trándolo tomo arrastra a los pueblos asiáticos y     oceánicos. Hoy nadie se libra de ella. Pero nosotros vamos río abajo; inertes y sin fuerzas si avanzamos es por la corriente, no por nuestro vigor; mientras otros pueblos fuertes nadan alejándose cada vez más. ¿En qué    hemos contribuido a este progreso? ¿Dónde están nuestras manifestaciones de vida moderna? Los ferrocarriles escasos y malos, son           obra de extranjeros y a ellos pertenece su pro­piedad; entre los rieles crece la hierba, lo que demuestra que aun sigue la santa calma de aquellos tiempos de carromatos y galeras ace­leradas. Las industrias más importantes, la metalurgia y las minas, de extranjeros son también o de españoles que están supeditados a ellos, viviendo de su protectora misericordia. La industria vegeta a la sombra de un proteccionismo bárbaro que encarece el género, fomen­tando sus defectos, y aun así no encuentra ca­pital. El dinero sigue guardado en los campos en forma de tesoro en el fondo de una tinaja, o se dedica a la usura en las poblaciones, lo mis­mo que en pasados siglos. Los más audaces se atreven a dedicarlo a la compra de los valores públicos, y los gobiernos continúan el despilfa­rro, seguros de que encontrarán siempre quienes les presten y ensalzando este crédito como una manifestación de la prosperidad del país.
Hay en España 2, 000,000 de hectáreas de tie­rras sin cultivar, 26, 000,000 de secano y sólo 1,000,000 de regadío. Ese cultivo de secano, que viene a ser toda nuestra agricultura, es un llamamiento que la desidia española hace al hambre; una demostración perpetua del fana­tismo, que confía en la rogativa y en la lluvia del cielo más que en los adelantos de los hom­bres. Los ríos ruedan hacia los mares por cerca de comarcas abrasadas, desbordándose en el invierno no para fecundar, sino para arrastrarlo todo en el ímpetu de la inundación. Hay piedra para iglesias y nuevos conventos y nunca para diques antaño. Se levantan campanarios y se cortan los árboles que atraen la lluvia. . . La ignorancia se ve convertida en gloria nacional. No hay que esperar por ahora el remedio. En otros países salen de 1as universidades y de las escuelas superiores los reformistas, los comba­tientes del progreso. Aquí sólo producen los centros de enseñanza un proletariado de levita ansioso de vivir, que asalta las profesiones y puestos públicos sin otro deseo que el de abrirse paso y que esta situación continúe. Se estudia (si es que se estudia) durante unos cuantos años, no para saber, sino para adquirir un diploma, un pedazo de papel que autorice ganarse el pan. Se aprende lo que declama el catedrático, sin curiosidad alguna de ir más allá. Los pro­fesores son en su mayoría médicos y abogados que ejercen su carrera, van una hora todos los días a sentarse en la cátedra repitiendo como un fotógrafo lo que dijeron en años anteriores... La cultura española es de segunda mano... el estudiante‑hombre de otros países, en toda la plenitud de su razón, no existe aquí. Las uni­versidades se llenan de niños; en los institutos sólo se ven pantalones cortos. El español, al afeitarse por primera vez, es ya licenciado y va para doctor... ¡Qué país de sueño y abando­no! España no es un pueblo es un museo desor­denado y polvoriento de cosas viejas que atrae a los curiosos de Europa. En él hasta las ruinas están arruinadas." (La Catedral, V. Blasco Ibáñez, pp. 202-306)
Penetrando en el siglo XVII, y más aún, en las causas que trajeron la desolación sobre la pobre España, el ilustre autor dice: "Nuestra Edad Media produjo un Pueblo culto? industrio­so y civilizado como ninguno de los del mundo... Los Reyes Católicos marcaron el apogeo de las fuerzas nacionales y el principio de su decaden­cia. Su reinado fue grande porque se prolongó hasta él el impulso de las energías incubadas por la Edad Media; fue execrable porque su Po­lítica torció los derroteros de España, impulsán­donos al fanatismo religioso y a las ambiciones de un cesarismo universal. Adelantados en dos o tres siglos al resto de Europa, era España pa­ra el mundo de entonces lo que es Inglaterra pa­ra nuestra época... Establece la Inquisición doña Isabel, con su fanatismo de hembra....la bur­guesía industriosa se convierte en plantel de covachuelistas y golillas, abandonando el co­mercio como ocupación vil, propia de herejes... La Iglesia era dueña de todo. Los tribunales eclesiásticos juzgaban hasta al mismo rey, pero la justicia seglar no podía tocarle un pelo de la ropa al último sacristán, aunque cometiese los mayores delitos en la vía Pública ... Quevedo, que era el más audaz, sólo osaba decir: “Con la Inquisición ... ¡chitón!” triste epitafio del pen­samiento español ... España tenía once mil conventos con más de cien mil frailes y cuarenta mil monjas, y a esto habla que añadir ciento sesenta y ocho mil sacerdotes y los innumerables servidores dependientes de la Iglesia, como al­guaciles, familiares, carceleros y escribanos del Santo oficio, sacristanes, mayordomos, buleros, santeros, ermitaños, demandaderos, seises, can­tores, legos, novicios, y qué sé yo cuánta gente más! En cambio, la nación, desde treinta millo­nes de habitantes, habla bajado a siete millones en poco más de dos siglos. Las ex judíos y moriscos por la intolerancia religiosa; la Inquisición con el miedo que inspiraba; las con­tinuas guerras en el exterior; la emigración a América con la esperanza de enriquecerse sin trabajo; el hambre, la falta de higiene, el aban­dono de los campos, habían realizado esta rá­pida desolación ... Fue un período de barba­rie, de estancamiento mientras Europa se des­envolvía y progresab1 ... España era cada vez más católica, más pobre y más bárbara.. . Na­die en España sabía con certeza la geografía del país, y en cambio, pocos ignoraban la situa­ción del cielo y del purgatorio." (Ibid, pp. 182, 186, 187, 189, 192, 193, 194.)
La completa ruina ocasionada por el roma­nismo está manifestada en lo siguiente: "La in­cultura era atroz. Los reyes estaban aconseja­dos por clérigos hasta en asuntos de guerra ...Felipe II había amenazado con pena de muerte y confiscación de bienes al que publicase libros extranjeros o circulase los manuscritos; sus sucesores prohibieron a los españoles escribir so­bre materias políticas... La pobreza en aque­llos dos siglos fue horrible... En Madrid, el pueblo asaltaba las panaderías, disputándose el pan a puñaladas... Los recaudadores de tri­butos, no encontrando que cobrar en los pue­blos, arrancaban las techumbres de las casas, vendiendo las maderas y las tejas... Todo muerto, todo arruinado; veinticinco casas de familias ilustres pasaron a poder de los conven­tos... Además, la religión lo llenaba todo, era el único fin de la existencia, y los españoles, pensando siempre en el cielo, acaban por acos­tumbrarse a las miserias de la tierra. No dude usted que el exceso de religiosidad nos arruinó y estuvo próximo  matarnos como nación.. . El anticlericalismo era el único remedio para tan­ta ruina, y este espíritu vino con los colonizado­res extranjeros.” (Ibid, pp. 195, 196, 197, 198.)
Aun en la época en que "La Catedral" fue es­crita, España estaba bajo la maldición del Ro­manismo. Dice Ibáñez: "No hay fe; eso es verdad. Él español, después de aquella fiebre religiosa que casi le produjo la muerte, ‑vive en una indiferencia interna, no por reflexión cien­tífica, sino por debilidad de pensamiento. Sabe que irá al cielo o al infierno; lo cree así porque se lo han enseñado; pero se deja llevar por la corriente de la vida, sin esfuerzo alguno por es­coger un sitio u otro. Es el hombre que más practica la religión y menos piensa en ella. Acepta lo establecido, viviendo en un sonambu­lismo intelectual. Si alguna vez el pensamien­to, desvelándose, le sugiere una crítica, la ahoga al momento por el miedo. La Inquisición aun vive entre nosotros; no  tenemos a la hoguera, pero nos causa pavor el qué dirán. La sociedad estacionada y refractaria a toda innovación es el Santo Oficio moderno. El que desentona sa­liéndose de la genera¡ y monótona vulgaridad, se atrae las iras sordas de la gran masa escan­dalizada y sufre el castigo. Si es pobre, se le somete a la prueba del hambre, cortándole los medios de vida; si es independiente, se le quema en efigie, creando el vacío en torno de él. Hay que ser correcto, acatar lo establecido, y de aquí que, ligados unos a otros por el miedo, no surja un ideal original, no exista un pensamiento in­dependiente y hasta los sabios se guarden para ellos las conclusiones que sacan del estudio, sometiéndose en la vida vulgar a los mismos usos y preocupaciones de los imbéciles." (Ibid, pp. 200, 201.)
España está entrando ahora en una nueva era; también se está agitando por la separación de la Iglesia y el Estado. Esto es‑ lógico; la pros­peridad acompaña a la libertad. Después de haber sido cruelmente corrido de su país y ha­biendo permanecido fuera de él por más de veinte años, Blasco Ibáñez, a quien hemos cita­do, fue recibido cordialmente hace poco, por más de cien mil de sus conciudadanos. Su cri­men había sido Él patriotismo; él insistía en un gobierno que tuviera el suficiente respeto pro­pio para despertar a la razón y sentir las degra­dantes influencias de la autoridad de la Iglesia Católica. Su país está despertando hoy a la necesidad que Ibáñez y otros procuraban hacer sentir.
América Latina.
Debe admitirse que la América Latina ha su­frido los mismos males que han aquejado a Es­paña. La jerarquía católica, como lo acostum­bra, ha pretendido explicar que se han debido en mucho a la naturaleza de los pueblos aludi­dos, o que no era un romanismo genuino, sino especies inferiores, o que no se debla a la Igle­sia, sino a políticos y oficiales sin escrúpulos, o que los misioneros protestantes habían creado la inquietud y habían evitado esa lealtad al go­bierno eclesiástico, que hubiera dado paz y pros­peridad.
En la América Latina se repite la misma vie­ja historia del analfabetismo‑variando desde el cincuenta hasta noventa por ciento el juego, la mentira, la extrema pobreza, la mendicidad, la inmundicia y las epidemias. Ha sido necesa­rio, por regla general, confiscar grandes propie­dades a la Iglesia para contrarrestar su cobarde usurpación del gobierno. El romanismo más bien ha cultivado que impedido la embriaguez, la ratería, el juego y la profanación del sábado.
Es notable que en el mismo año en que España concluyó de expulsar a los moros de sus dominios (1492), Colón haya descubierto la isla de Haití. Al año siguiente los jesuitas españoles principiaron allí sus operaciones misioneras. Vemos en Haití los primeros frutos de la genuina propaganda romana; ahora, después de cuatrocientos años, examinemos la cosecha. “Haití ha tenido veintisiete presidente. Dieciséis de ellos fueron desterrados o huyeron; generalmente con las existencias de la tesorería. Cuatro fueron asesinados, uno se suicidó y tres murieron por causas desconocidas. A dos se les permitió que se retiraran con vida. Esto es con respecto a veintiséis. El vigésimo séptimo, gracias a la marina americana, está todavía en su puesto; y también, gracias a la marina, el tesoro está intacto.... de 1908 a 1915, hubo siete cambios y todos ellos fueron violentos.” (World´s Work, Julio de 1921).
Santo Domingo, una parte de Haití, se dice que es depositario de los huesos de Colón. “Se calcula que el analfabetismo en la isla, es de 90 a 95 por ciento entre las personas que tienen más de diez años de edad. Muchos campesinos no tienen idea de los números mayores de cinco....Todos los hospitales públicos de la isla tal como están, dependen en lo absoluto de las loterías para su sostenimiento, lo mismo que todas las demás instituciones de beneficencia. El vicio principal del pueblo es el juego, el cual, en una forma u otra, es universal... Las estadísticas relativas a los matrimonios y nacimien­tos, manifiestan que el 60 por ciento de los niños son bastardos... Los informes que se adquieren en todas partes, son que el sacerdocio es muy bajo e inmoral. Un capitán de un buque y          quien ha estado  viajando por las costas de la isla por veinticinco años, dice que los sacerdotes se cuentan entre los pasajeros de más baja categoría que han viajado en su buque." (Through Santo Domingo and Haiti, Samuel Guy Inman, 1919.)                                        
Santo Domingo, y Haití son católicos típicos; recientemente han comprendido la corrupción, del dominio romano y han estado procurando diligentemente emanciparse de él. Con mucho placer hemos notado que sus esfuerzos están obteniendo éxito.      
El contraste en Cuba y Puerto Rico, entre su condición bajo el reinado del paternalismo papal y desde que se han librado de él, es claro y convincente. Esas dos islas están manifestando ahora que no era su sangre la  que las tenía abajo, sino su religión.
En el Congreso de Panamá, el cual se reunió en 1916, se presentaron informes completos y fueron discutidos por misioneros expertos de to­da la América Latina y por misioneros especia­listas de los Estados Unidos. Fue una reunión notable; aquellos hombres representaban como a cincuenta organizaciones denominacionales e interdenominacionales. Se emplearon diez días y los informes y discusiones llenaron tres grue­sos volúmenes.
Unos cuantos extractos de esos informes, da­rán una idea general de las condiciones. "En Colombia no pueden asistir a las escuelas públi­cas los niños que no asisten a los servicios de la Iglesia. Las autoridades eclesiásticas están so­bre las autoridades civiles y cualquiera que esté casado civilmente puede obtener en cualquier tiempo la anulación de su matri1nonio para ser casado de nuevo por la Iglesia. La dirección de los hospitales por monjas del Ecuador es una limitación decidida de la libertad de las perso­nas necesitadas. Frecuentemente éstas son puestas fuera de los hospitales cuando se rehúsan a recibir las ministraciones de los sacerdo­tes. Los chilenos y los peruanos presentan infor­mes de medidas semejantes para la confesión obligatoria."  (Panama Congress, Vol. I, pp. 133, 134.)
"En Argentina 50  por ciento de las personas mayores de seis años son analfabetas; en Bolivia, una gran proporción de sus habitantes no saben leer; en Brasil, setenta por ciento son analfabetas; en Chile, sesenta y tres por ciento; en Colombia y Venezuela, ochenta por ciento; en Perú, más del ochenta por ciento; en Uruguay, cuarenta por ciento de personas mayores de seis años; en Costa Rica, una gran proporción; en México, sesenta y tres por ciento de las personas mayores de doce años." (Ibid, Vol. 1, p. 399.)
"Los sacerdotes han combatido la enseñanza por el Estado y ellos no la han proporcionado tampoco en un sentido que pudiera: llamarse universal. Han enseñado al pueblo común sólo lo que respecta a la religión. El analfabetismo, por lo tanto, variando desde el cincuenta hasta el ochenta por ciento, es fatal para el desarrollo nacional." (Ibid, Vol. 1, p. 112.)
"En la América Latina principian a levan­tarse voces contra las desmoralizadoras influen­cias del juego. Las casas de negocios más pro­gresistas de Buenos Aires exhortan y aun prohíben a sus empleados que asistan a los juegos ... El clero Católico Romano raras veces pone ob­jeciones a la institución de juegos y con fre­cuencia los emplea para sostener sus institucio­nes de beneficencia." (Ibid, Vol. 1, pp. 122, 123.)
“Con respecto a la educación sexual y a los reglamentos antiviciosos, la América Latina tie­ne que andar casi todo el camino para estar al lado del sentimiento cristiano contemporáneo, la ciencia social y los procedimientos inteligen­tes... Acá y acullá se oye a médicos o se leen artículos de médicos apoyando la vida de la pu­reza como consistente para la salud y para la virilidad. Por muchas generaciones se les ha­bla enseñado a los jóvenes lo contrario, como se les enseña todavía a la mayor parte de ellos." (Ibid, Vol. I, pp. 120, 121.)
"En décadas recientes la intemperancia ha venido a ser una creciente amenaza para las po­blaciones latinoamericanas. Colombia, Chile, Ecuador y México, tienen que luchar seriamen­te ahora con este enemigo de la civilización." ‑(Ibid, Vol. 1, pp. 118.) En vano se busca el apoyo de los sacerdotes, en cualquier país lati­noamericano, para que ayuden a combatir contra el tráfico de licores. Los jefes de la Iglesia Católica en esos países, han apoyado la can­tina, lo mismo que lo hicieron en los Estados Unidos, con esta diferencia: que en su propia atmósfera son prácticamente unánimes, mien­tras que, para disimular su actitud, han permi­tido a unos cuantos sacerdotes, en los países pro­testantes, que ayuden a la causa de la prohibición.
"El Mejoramiento de la Salubridad Pública... Las facilidades para prevenir y curar enferme­dades, son inadecuadas y con frecuencia no existen. Como capital, o de otra manera como ciudad principal de Perú, Lima, con, una pobla­ción de 140,000 habitantes, marcha mejor en este respecto que las ciudades me os favoreci­das y las regiones rurales de Perú; sin embargo la mortalidad infantil es allí como de un cuarto durante el primer año. Las estadísticas vitales de los primeros tres meses de 1914, manifiestan una mortalidad de 11.28 por 1,000 habitantes, un promedio anual asombroso cuando se multiplica por cuatro... La fiebre tifoidea es endémica en la ciudad... El constante aumento del alcoholismo está minando seriamente las excelentes cualidades de resistencia de los chilenos. La viruela y la tifoidea son muy constantes y en algunos años se convierten en espanto esas epidemias. La pulmonía y la tuberculosis hacen una grande destrucción... Es apenas concebible que el servicio inteligente de parte de los cristianos extranjeros, no sea bien recibido por todos los oficiales y los ciudadanos, e lo que respecta a la fundación de campos de juegos atléticos, del mejoramiento de las residencias, las empresas sanitarias, y en las campañas antituberculosas y otras similares.” (Ibid, Vol. 1, pp. 114‑117.)
A los problemas sociales arriba enumerados pueden añadirse otros, tales como el trabajo in­fantil, la opresión y el olvido de los pobres, las contribuciones no equitativas, el gobierno de ca­tegoría, los males de los monopolios, los privi­legios especiales y las malas condiciones de las clases obreras. Todos estos problemas deben examinarse justamente a la luz de los principios cristianos. Pero hasta ahora, en la América La­tina la Iglesia Romana prácticamente ha ayu­dado muy poco o nada para la solución de estos problemas." (Ibid, Vol. I, pp. 122.) En la América del Norte sucede lo mismo. Los jefes romanos no pueden nunca dividir sus fuerzas por igual; muy pocas se destinan a cultivar re­laciones con los reformadores, y esto sólo en países protestantes. La gran masa de los sacer­dotes católicos y de los miembros fieles, están uniformemente del lado de la maldad, en dondequiera que la iniquidad tenga probabilidades de triunfar; después de que los amigos de humanidad luchan y conquistan, cuando la o se ha volteado, los jefes romanos procuran hacerse al lado del vencedor. "¿Puede Satán echar fuera a Satanás?" "Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado; y toda ciudad casa dividida contra sí misma, no permanecer y si Satanás puede echar fuera a Satanás, es dividido contra sí mismo; ¿cómo pues, permanecerá su reino?" "¿Mudará el negro su pellejo ¡el leopardo sus manchas? Así también vosotros no podréis hacer bien, estando habituados a hacer mal." Los frutos legítimos del romanismo son tan claros y tan convincentes, que sus jefes tienen un miedo cerval de que el mundo vea “la herida, hinchazón y podrida llaga," producido por el paganismo papal en los países papales.
"Los sistemas de disminuir el matrimonio del abierto concubinato, han venido a prevalecer de una manera tremenda. En una ciudad en la República Argentina, sesenta y dos por ciento de los nacimientos, en un período de cinco años, fueron ilegítimos ... En Santiago, Chile, el por ciento en 1911, fue cincuenta y cinco en Concepción, 57. Se dice de cierto pueblo de Colombia, en donde la mitad de los niños son hijos bastardos, y el editor de uno de los principales periódicos insistió en que la proporción de ilegitimidad montaba a casi tres quintos. . El estadista peruano, Fuentes, escribe acere del triste aspecto que presenta Lima y añade una tremenda proporción del pueblo evade el matrimonio y vive en un completo libertinaje el cual aumenta a medida que se desciende e la escala social. . . . En Colombia y en Ecuador se dice con frecuencia que muchas parejas honestas viven sin casarse debido al alto costo del matrimonio eclesiástico. Dieciséis pesos que es la cuota mínima, es una carga demasiado pesada para un peón que gana unos pocos cen­tavos en un día. Sin embargo, después de que se han hecho tales afirmaciones, la institución matrimonial parece ser más deficiente en la cos­ta occidental de la América del Sur que en cual­quiera otra tierra cristiana, en los países musul­manes, o en las sociedades de India, China y Ja­pón."  (Ibid, Vol. II, pp. 232, 233.) Esto es ro­manismo verdadero. Si en los países católicos de Europa el concubinato y la ilegitimidad no son excesivos, no es porque el romanismo les haya puesto coto a estos males. La castidad fue establecida por la virtud personal y por los principios cristianos que existían en Europa a pesar de la Iglesia Católica.
¿Qué tiene que ver el sacerdote con las des­gracias y pecados universales de la América Latina? Mucho en todos sentidos. No sola­mente fomenta el concubinato pretendiendo fal­samente que su llamado Sacramento del Matri­monio es indispensable para llevar la gracia de la Iglesia a la pareja cada, sino que teniendo su propia concubina, pone generalmente el ejemplo para los demás. Si él es fiel a su Igle­sia debe favorecer el juego. Desde luego que los gobiernos de esos países no reconocen la su­premacía de Roma, el sacerdocio tiene la obli­gación de obstaculizar el progreso impulsado por el gobierno en las escuelas, la temperancia, la salubridad y la beneficencia. Esto lo hacen ellos generalmente.
Virtualmente en todos estos países latino­americanos el clero católico ha sido el enemigo más grande del progreso intelectual, moral y fi­nanciero. "En 1819, el General Simón Bolívar instó al Congreso de Venezuela, que reciente­mente se había organizado, para que decretara la libertad religiosa para todos los habitantes del nuevo Estado. El General San Martín hizo más todavía: expidió un decreto concediendo la tolerancia religiosa a todos los credos en el Perú. Está histórica declaración fue publicada completa en la Gaceta Oficial de Octubre 17 de 1821." Hidalgo, el hombre que lanzó en México el grito de independencia de España, creía en una libertad verdadera. Benito Juá­rez, quien dio a México su Constitución, realizó la absoluta separación de la Iglesia y el Estado. Estos cuatro hombres, Bolívar, San Martín, Hidalgo y Juárez, quienes en su patrio­tismo y en su afán por la liberación de las tierras latinoamericanas, no tienen paralelo, fueron odiados intensamente por el clero romano. To­do el progreso real de esos países ha estado exactamente en proporción a su oposición al Catolicismo romano. Todos sus males han sido agravados o creados por las doctrinas, política y prácticas esencialmente malvadas de la Igle­sia Católica.
Que nadie se engañe con la sugestión de que fue un tipo peculiar de romanismo el que ahogó a la América Latina. ¿Cuándo vinieron esos sacerdotes? Supongamos que fueron sacerdo­tes de la Edad Media los que introdujeron el catolicismo en el Nuevo Mundo. Ninguno de los clérigos que actualmente infestan esas repúbli­cas tiene cuatrocientos años de edad. España Católica, Italia Católica y la Iglesia Católica de Francia, les han estado mandando sus directo­res eclesiásticos a través de los siglos. Sí estu­diamos el sacerdocio católico de España, Italia y Francia, veremos que ellas mandaron al Nuevo Mundo la misma clase de sacerdotes que se que­daron en casa.
Los estadistas de todos esos países han tenido que combatir a la organizada y traidora clere­cía en todas sus luchas por la libertad. En toda la América Latina, no son los patriotas, sino lo papistas los originadores de las dificultades.
La insinuación de que los protestantes ha fomentado contiendas, es una manera indirecta de reconocerlos después de que los apologistas romanos han declarado persistentemente que aquellos no tienen ninguna significación. Es un hecho bien conocido que los varios gobiernos de México, la América Central, las Indias Occidentales y la América del Sur, reconocen al protestantismo como una importante fuerza. Esos gobiernos consideran también nuestra propaganda como un valioso auxiliar para la paz, el progreso y el poder.
Italia.
El mejor lugar para estudiar el romanismo es su hogar. La condición de Italia antes de su independencia del dominio papal, está sucintamente expresada por Alejandro Robertson, D.D., en su obra El Romanismo en Italia Dicpe "El patriotismo era el crimen más grande ... Sé que se publicaba en Roma un periódico diario antes del año de 1846 ... De 1846 en adelante aparecieron varios, pero estaban todos sujetos al censor papal y reflejaban únicamente la opi­nión papal ... El Sr. Bolton King refiere cómo fue quemado un catecismo fundado en Bossuet, sólo porque contenía una referencia al amor del país... Se azotaba a los hombres porque can­taban canciones patrióticas. Estaba prohibido enseñar la historia de Italia en las escuelas y en las universidades italianas. No había liber­tad personal. Por todo el país se extendió como una gran red, un infame sistema de espionaje.... Los esbirros, quienes extorsionaban indecible­mente en todo, estaban en todas partes, y carde­nales, arzobispos, obispos, sacerdotes, criadas, pendencieros, ladrones y vagabundos de todas clases, actuaban como espías; las últimas clases se ganaban frecuentemente la vida de esta ma­nera, a razón de dos francos diarios ... La san­tidad del hogar estaba expuesta constantemen­te a ser violada porque la policía papal podía entrar a cualquiera casa a cualquier ahora del día o de la noche ... A ninguna persona ago­nizante se le permitía ver a un médico hasta que hubiera visto a un sacerdote y tomado los sacra­mentos. Todos los testamentos que no conte­nían legados para la iglesia, eran anulados. ... No había justicia... Los cargos hechos por el Sr. Gladstone contra los sacerdotes‑jueces en Nápoles, son igualmente aplicables a todos en todo el país: No es una mera imperfección, ni corrupción de las oficinas inferiores, ni una se­veridad ocasional; es, una violación incesante, deliberada y sistemática de la ley, por el Poder señalado para cuidarla y sostenerla! ... Los prisioneros eran torturados y jaropados. ... Co­mo dice el Sr. Stillman, se les daban drogas que producían el delirio en los pacientes y sus arre­batos se registraban como testimonio contra ellos. . . Gentes cuya inocencia era indiscutible, eran ejecutadas. . . No es extraño que Pío IX haya sido denunciado como el carcelero y carni­cero de Italia. . . No había educación. . No había salubridad. . . Las epidemias arrastra­ban a millares a la tumba... La viruela se mul­tiplicó de una manera excesiva porque el Papa León XII suprimió al magistrado que tenla a su cargo la vacuna y rechazó sus reglamentos. En las Casas de Expósitos en Roma (y había allí más en esa ciudad de célibes que en tres ciuda­des de Europa juntas), nueve niños de diez, mo­rían de inanición. Los monasterios y los con­ventos estaban plagados de infecciones porque los monjes y las monjas eran incorregible in ente sucios ... El comercio y la industria estaban desatendidos.. Todos los talleres y las ofi­cinas excepto las cantinas y las loterías, eran ce­rrados por obligación en los días de los santos y las fiestas de la Iglesia, las cuales ocurrían con mucha frecuencia, dos y hasta tres veces a la se­mana... Los Cardenales Legados tenían poder para imponer contribuciones sin impedimento ni obstáculo alguno y el pueblo no tenía voz en el asunto... Había pocos caminos... En cuan­to a los ferrocarriles, el papa no podía ni pen­sar en ellos. Prohibió su construcción en inte­rés de la Iglesia. .. La agricultura estaba la­tente... Estaban en uso general los arados de mano de madera. . . Enormes campos que per­tenecían a los prelados y a las casas religiosas se dejaban sin desagüe y sin labrar y le convertían en insalubres pantanos... Los árboles eran cruelmente cortados y no eran sustituidos por otros...esa parte del Agro‑Romano, o de la Campaña Romana, como se le llama común­mente, la cual rodea a Roma, fue retenida a propósito por los papas en el mayor estado po­sible de pestilencia y foco de gérmenes de la malaria, para que pudiera servirles de defensa contra la aproximación del enemigo... Abun­daban la ruina, el pauperismo, y la mendici­dad. Millares y millares en los Estados Papa­les vivían en una condición de pobreza y desam­paro que degeneraba en inanición... Todos los viajeros narran cómo estaba Roma literalmente infestada de mendigos. . . Como Sismon­di dice: “Toda Roma usaba o la tonsura, o la li­brea o unos cuantos guiñapos;” o, corno testi­fica Lord Macauley, “No es una exageración decir que la población parece consistir princi­palmente de extranjeros, sacerdotes, y mendi­gos. . .” El latrocinio era uña y carne de la ma­quinaria de la Iglesia Papal. . . Sucedía con fre­cuencia que los bandidos eran sacerdotes y los sacerdotes eran bandidos....Estos ladrones eran todos eminentemente religiosos..... Eran muy buenos católicos, nunca se les veía sin sus cruces, escapularios e imágenes de la Madonna.
Edinundo About, en su Roman Question, 1859,  escribe en el mismo tenor. Describe a los sacerdotes en los siguientes términos: "Son ni­ños, lo cual los hace indiferentes para el futuro de la nación; sin esposas, lo cual los hace peli­grosos para el presente; desatentos para escu­char la razón, porque se creen participantes de la infalibilidad pontifical”. El Sr. About culpa a quien corresponde: "En 1847, las tierras agrí­colas sujetas al papa se valuaron como en 34, 800,000 libras esterlinas y la, propiedad no se estimaba sino en un tercio de su valor real ... A la actual munificencia de la naturaleza debe añadirse la herencia del pasado. Los pobres paganos de la Gran Roma dejaron todas sus propiedades al papa que los condenó. Le deja­ron gigantes acueductos, prodigiosas alcantari­llas y caminos que encontramos todavía en uso, después de veinte siglos de tráfico. Le dejaron el Coliseo para que sus Capuchinos predicaran. Le dejaron un ejemplo de administración que no tiene igual en la historia; pero la herencia se aceptó sin las responsabilidades que le corres­pondían. About cree que esa condición de Ita­lia no era debida a la inferioridad de su sangre: "El aumento de una población prueba la vitali­dad de una raza y no la solicitud de una admi­nistración. Nunca creeré que 770,000 niños na­cieron entre 1816 y 1853 por la intervención de los sacerdotes. Prefiero creer que la raza ita­liana es vigorosa, moral, apta para el matrimo­nio y que no desespera del futuro." El ilustre autor pone su dedo sobre la llaga cuando dice: "Todo lo que se requiere de ellos es que sean buenos cristianos para que se postren antes los sacerdotes, se humillen ante el rico y se abstengan de las revoluciones. Se les castiga severamente si rehúsan tomar el sacramento en la pascua o si hablan irrespe­tuosamente de los santos. . . . . Se les per­donan los crímenes y se les estimula en la infamia; las únicas ofensas para las cuales no hay perdón son, el grito por la libertad, la rebe­lión contra el abuso y la afirmación de la digni­dad." Además, "el mismo labriego que paga de mala gana al Estado dos coronas por su fogaje, paga voluntariamente dos y media por te­ner un mal escrito Viva María sobre su puerta. Otro se lamenta de las tres libras mensuales pa­gadas al oficial del gobierno sin murmurar, para los treinta sacerdotes sostenidos por el pueblo. Hay una benigna enfermedad, llamada Fe, que los consuela de todos sus males. Esta no les impedirá que asesten una puñalada cuando el vino está en sus cerebros y el furor en sus corazones; pero siempre en viernes."
  Los grandes pasos dados por Italia desde 1870 demuestran que su inmoralidad no se de­bía a su inferioridad "intelectual y moral­mente la ganancia ha sido grande; material­mente o la corriente es pequeña pero corre. Ha habido una ganancia lenta en riqueza. El país es Más rico cuando menos en 2,000,000 de libras esterlinas anuales; sólo los bancos de‑ahorros manifiestan acumulaciones anuales que alcanzan muy próximamente esa cifra." (Italy To­day, por Bolton King y Thomas Okey, 1904.)
El hecho de que Italia tuviera la fuerza y altos ideales morales para entrar a la Guerra los Mundial al lado de los Aliados, de que ha hecho su parte tan bien, de que haya ten haya ido el valor de matar a un número de sacerdotes que predicaban la pacificación porque eran germ­anófilos; de que haya sido suficientemente sabia para exigir a Francia, gran Bretaña, y Rusia, antes de entrar a la guerra, la promesa de no o aceptar al papa en el congreso de paz, demuestra la nueva vida y el vigor que se están manifestando en ese maravilloso país.
La refutación de los apologistas romanos a da esta evidencia perjudicial contra su religi­ón, es que la pobreza y la debilidad de una acción, no son pecados ni señales de pecado y también que las naciones católicas, ejercen las virtudes pasivas.
Con respecto a los individuos, puede decirse con verdad que frecuentemente los hombres buenos son débiles y pobres; pero esto apenas puede decirse de las naciones. Aunque las naciones enteras requieren una o dos gener­aciones para principiar a cosechar los frutos de sus acciones buenas o malas, el día de la co­secha debe venir a pesar de todo y debe venir n esta vida porque las naciones no son inmorta­les. El Sr. Babson ha dicho: "Las empresas, la industria y el ahorro de cualquier país o grupo de personas puede medirse por la fe religiosa del pueblo. Donde el pueblo es religioso" (él está pensando evidentemente sólo de la religión cristiana ‑J. A. P.), "se encuentran empresas, industrias y ahorros. Donde el pueblo es irre­ligioso, se encuentran la indiferencia, el desper­dicio y la extravagancia." (Religion and Business, p. 97.)
En nuestro examen de las condiciones de las naciones católicas hemos encontrado que no es sólo la debilidad y la pobreza lo que las aflige. No solamente las bebidas alcohólicas, el analfa­betismo y el juego destruyen a todos los países, católicos haciéndolos débiles y pobres, sino que esos males están apoyados directamente por la Iglesia Católica.
Analizando a Italia bajo la abrasante monopolio romano, encontrarnos bandidaje, el espionaje injusto, la injusticia para                                  los prisioneros, las enfermedades, la estupenda mortalidad infantil, la corrupción, la inmoralidad de la vida del hogar, el uso avaricioso de la Extrema Unción, la embriaguez, las baterías, la ociosidad y la falta de patriotismo. Todo esto se debió en su mayor parte a la inmoralidad, al latrocinio, a la crueldad y los sentimientos antipatrióticos de todo el clero. En la América Latina, el analfabetismo, el embriaguez, la ilegitimidad, el juego y la enfermedad se deben o directamente al mal ejemplo y enseñanza de los sacerdotes, o indirectamente a su odio por cualquiera clase de progreso apoyado por los gobiernos o por las iglesias protestantes. Tanto tiempo como la mayoría del pueblo se mantenga en la pobreza o en el analfabetismo, y se le obligue a trabajar en exceso, los sacerdotes pueden continuar inflamándolos contra sus amigos, esto es, los progresistas oficiales del gobierno y los evangélicos. Sentimientos tan censurables son los que inspiran a los directores romanos para combatir contra el progreso intelectual y moral. Un “católico firme puede ver mejor a toda la América del Sur hundida en el abismo del concubinato, la embriaguez, la ignorancia, la superstición y la desesperación, que verlas sobria, casta, inteligente y espiritual, si estos frutos son producidos por el protestantismo....Hacer un cambio semejante del pecado a la justicia, se llama, en charlatanería católica, perder la fe. En España el clero ha logrado imponerse y se ha impuesto por tanto tiempo, que encontramos en esa península las formas más típicas de las maldades romanas que pueden verse en el mundo. Todas las marcas características del paganismo se desarrollan claramente en España. (1) La Esclavitud a la pasión, el fanatismo salvaje y la persecu­ción implacable de herejes ha marcado a los es­pañoles tan visiblemente en la frente, que ne­cesitan cuando menos otro siglo para borrar su desgracia. (2) Temores infundados del mundo invisible los impulsaron sin duda alguna a tor­turar los cuerpos de sus indefensas víctimas pa­ra salvar sus almas de los indecibles tormentos e los condenados no católicos. (3) La pereza: sobreañadida a un pueblo que hubiera sido industrioso si no hubiera sido por su paganismo romano que redujo a ese pueblo a su miseria  actual. (4) La no aceptación de responsabilidades hace a España extrañamente olvidadiza de las causas de su ruina, mientras que la disposición de tomar ventaja de la diligencia de sus vecinos, hundiendo en la moda católica y paga­na a las naciones conquistadas del Nuevo Mun­do, son marcas vergonzosas que distinguen a España Católica.
¿Qué han hecho las "virtudes pasivas" para contener estos males? Aquellas "virtudes pa­sivas" católicas y paganas, como la recitación de oraciones, el ayuno, la obediencia al clero, el voto civil bajo la dirección de los sacerdotes, la información de asuntos políticos a los confeso­res, el espionaje de herejes, la observancia de innumerables días de santos, la profesión del credo,.el pago dé dinero para sacar almas del purgatorio, la abstención de comer carne en viernes, el acto de comer dioses muertos, el he­cho de besar las manos de los sacerdotes y el pulgar del pie del papa, son las causas de la degradación de los países romanos.
Compárese todo esto con Inglaterra protes­tante o con América protestante. La causa de la prosperidad en estos países, es que aceptan en un grado considerable los principios del protestantismo. Si no hubiera sido Por la liberta de cultos, las iglesias protestantes de América no hubieran estado preparadas para dar al mundo un ejército libre de la embriaguez, y, por lo tanto, listo, en los momentos más críticos, para llevar a los ejércitos aliados a la victoria en la Guerra Mundial. Sin la separación de la Iglesia y el Estado tuviéramos demasiado analfabetismo para asimilar tan bien como lo hemos hecho a 108 millones de inmigrantes que han venida a nuestras costas. Por otra parte, los males que nos han afligido y que nos afligen son precisamente aquellos que apoya Roma. El juego es un terrible mal nacional; este es específicamente un rasgo romano. Estamos en peligro de que se nos eche encima un sábado continental, no tanto por los inmigrantes, cuanto por la sanción definida de los teólogos católicos. El decreto “Towner Sterling” de nuestro congreso que previene la eliminación del analfabetismo y la americanización de nuestra población extranjera, encuentra a la Iglesia Romana sólidamente opuesta a él; esto es romanismo genuino. Nuestra avaricia nacional, especialmente nuestro deseo de adquirir algo por nada, es estimulado por el clero romano. Todos los países que han sido devastados por Roma han padecido bajo el golpe de su codiciosa garra. Las misas por las almas en el purgatorio, los testamentos arrancados de las manos de los fieles agonizantes, las pesadas cuotas de los funera­les y de los casamientos, son todos simples frau­des. Sobre los sacerdotes católicos está todo el peso de la demanda de probar que han sacado algún alma del purgatorio o que haya tal lugar inconfortable en donde los rebeldes deben retorcerse en el fuego. Inglaterra, lo mismo que los Estados Unidos, tienen sus peligros católicos. El "hombre del Tiber" ha conservado sus ojos sobre Inglaterra por muchos siglos. No que sólo una excusa la que movió a Irlanda católica a agitarse por la independencia durante Guerra Mundial; se hubiera agitado peor todavía si hubiera sido independiente. El secreto está a una profundidad mayor que esto. Los sectores del Romanismo mundial dieron una oportunidad para separar las dos principales acciones protestantes del mundo. La Carta Magna la cual ha hecho a Inglaterra y a los Estados Unidos lo que son como campeones de la libertad fue  condenada,  reprobada, prohibida, declarada nula y vana entonces y por todo el tiem­po venidero. Esto fue hecho por un papa, de manera más solemne, después de invocar a sus dioses; nunca rescindió de ello; ningún papa lo ha revocado; prevalece todavía: esas dos grandes naciones están edificadas sobre sus principios y Roma no puede cambiarlos.
Podemos ver fácilmente, haciendo a un lado algunos casos excepcionales, que es sólo bajó la benigna influencia del protestantismo por lo que los frutos del cristianismo se encuentran en las vidas de católicos. Una investigación amplia nos trae a la comprensión de que el fin del Catolicismo es muerte. Es inevitable la conclusión de que el Catolicismo está en esencia en contra de todo gobierno. Ahora veremos la lógica de la obra funesta del Catolicismo en la vida de una nación.

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EL CATOLICISMO ES NECESARIAMENTE

ENEMIGO DEL GOBIERNO CIVIL


A. La Religión Católica es Rival de Todos los Gobiernos Civiles.

El Papa León XIII, dijo el día 21 de abril 1878 en su Encíclica acerca de "Los Males que Afectan a la Sociedad Moderna:" "Para que podamos; sobre todas las cosas y por todos los medios que estén a nuestro alcance, sostener 1os derechos y las libertades de esta Santa Sede nunca dejaremos de esforzarnos para que nuestra autoridad sea acogida con la deferencia debida y para que sean quitados los obstáculos que se oponen al libre ejercicio de nuestro ministerio, así corno porque podamos ser restaurad a ese estado de cosas en el cual el sabio designio de Dios colocó hace mucho a los pontífices romanos.” En su Encíclica, "La Constitución Cristiana de Estados" (Noviembre 1, 1885), después de deplorar las demandas democráticas de la libertad, dice: "Y es una parte de esta teoría que todos los asuntos concernientes a la religión deben ser llevados al juicio privado y que todo el mundo es libre de seguir la religión que prefiera o ninguno si las desaprueba todas..... Ahora, cuando el Estado descansa sobre fundamentos como los que se han mencionado. . . . Aparece desde luego la espantosa posición a la cual se lleva a la Iglesia." En su Encíclica sob­re "Libertad Humana," (Junio 20, 1888), desp­ués de condenar a los atrevidos rebeldes, dice: “Otros no se oponen a la existencia de la Iglesia, ni podrían hacerlo; sin embargo la despoj­an de la naturaleza y de los derechos de una sociedad perfecta y sostienen que no le pertenece a ella legislar, sino solamente exhortar, aconsejar y gobernar a sus súbditos de acuerdo con su propio consentimiento y voluntad. Con semejante opinión pervierten la naturaleza de esta sociedad divina, y atenúan y estrechan su autoridad, su oficio de maestra, y toda eficien­cia; y al mismo tiempo, magnifican el poder del gobierno civil a tal extensión que sujetan a la iglesia al imperio y al dominio del Estado, como  cualquiera asociación voluntaria de ciudadanos”
El Papa Pío IX, después de condenar y mal­decir a Garibaldi (Noviembre. 1, 1870) añadió: "Y como nuestro predecesor Pío VII ha dicho, hacer violencia a la soberana autoridad de la San­ta Sede; separar su poder temporal de su poder espiritual, segregar, desunir, dividir los atri­butos del Pastor de los del Príncipe, es sólo destruir y perder la obra de Dios." Quanta Cura es una Encíclica expedida por Pío IX en 1864. (Análisis del Romanismo, pp­304‑314.) De acuerdo con la bien conocida práctica papal, el papa, después de plantarse convenientemente en el pequeño trono construi­do por sus predecesores, llama solemnemente a sus dioses y procede: "Contradiciendo lo que nos enseñan la Sagrada Escritura, la Iglesia y los Santos Padres, no vacilan en afirmar que sería inmejorable la condición de una sociedad en la que no se reconociese en el poder público el derecho de castigar, con las penas establecidas, a los declarados enemigos de la religión católica, sino en cuanto lo reclame la tranquilidad pública”.
El Syllabus es quizá la declaración más sucinta que se ha impreso jamás de la doctrina romana concerniente a la superioridad de la Iglesia Católica sobre todos los gobiernos civiles.  Aunque fue dado por Pio IX, él cita a los innumerables papas que lo habían dicho antes de su tiempo.  Está fechada en 1874.  Todo católico tiene que aceptar el Syllabus so pena de pecado mortal.  Dice The Catholic Encyclpedia que es permisible cambiar la forma de las proposiciones dadas allí de manera que expresen lo contrario de lo que es condenado; como están ahora manifiestan simplemente lo que Roma no enseña.  Me tomo la libertad de expresar algunas de ellas en la forma en que todos los católicos deben aceptarlas.

     Proposición 15: “Cada hombre no es libre de abrazar y profesar la religión que haya creído verdadera, según la luz de la razón”.  Prop. 19:  “La Iglesia es una verdadera y perfecta sociedad completamente libre, y goza de sus derechos propios y constantes como los recibió de su divino Fundador, y no pertenece al poder civil definir cuáles son los derechos de la Iglesia y los límites en que puede ejercerlos”.  Prop. 24: “La iglesia tiene poder coactivo así como poder temporal directo e indirecto”.  Prop. 25:  “Aparte del poder inherente al Episcopado, el resto es un poder temporal que no se le ha concedido ni expresa ni tácitamente por la soberanía civil, y es irrevocable por consiguiente por esta misma autoridad civil”.  Prop. 27: “Los ministros sagrados de la Iglesia y del Pontífice romano no deben ser excluidos de toda gestión y autoridad sobre las cosas temporales”. Prop. 41: “No debe abolirse, sin consultar con la Santa Sede y atender sus reclamaciones, el fuego ecelsiástico tanto en lo civil como en lo criminal.” Prop.42: “En caso de conflicto legal entre los dos poderes, no prevalece el derecho civil.” Prop.53: “No es preciso derogar las leyes que tienen por objeto proteger el Estado de las corporaciones religiosas y sus derechos y atribuciones; y el gobierno civil no puede arrestar auxilio a todos los que, después de haber adoptado un instituto de la vida religiosa, pudieron salirse de él y apartarse de sus votos solemnes; tampoco puede abolir estas mismas corporaciones religiosas como iglesias, y los beneficios simples, ni puede someterlos a la administración o al antojo del poder civil, ni reivindicar sus bienes y sus rentas.” Prop.55: “La Iglesia no debe estar separada del Estado”. Prop.77: “Es conveniente en nuestra época que la religión Católica sea considerada como religión única del Estado, con exclusión de todos los demás cultos.” Prop.78: “No es una ley digna de la que en algunos países católicos ha prevenido que los extranjeros emigrados puedan profesar públicamente su culto, sea cual fuere.” Las Proposiciones 67, 68, 71, 73,74, condenan el matrimonio civil. He citado las susodichas Proposiciones de El Santo Concilio Ecuménico del Vaticano, por don Emilio Moreno Cebada, Publicado en Barcelona por el Establecimiento Tipográfico Editorial deEspasa Hermanos, Calle del Robador números 39 y 41.

En una nota de The Douay Bible, los teólogos católicos han hecho una apelación específica a las Santas Escrituras para sostener su arrogante pretensión de la supremacía temporal. En Deut.17:8 en donde se trata de los asuntos civiles y criminales en cuanto a "sangre y sangre, causa y causa," Roma comenta como sigue: "Aquí vemos qué autoridad quiso dar Dios a las guías de la Iglesia del Antiguo Testamento, para decidir sin apelación todas las controversias relativas a la ley, asegurando que no errar en esto y amenazando castigar con la muerte a los soberbios que rehusaran obedecer sus decisiones. Es indudable que Dios no ha menos con respecto a los guías eclesiásticos Nuevo Testamento." Para estar seguro de quienes son esos guías supremos e infalibles de Iglesia, el lector puede examinar la nota católica sobre Actos 10:35: "En cualquiera nación que le teme y obra bien, merece su agrado”; comentario dice en parte: "Cuidaos entonces del error de aquellos que infieran de este pasaje, que los hombres de todas las religiones pueden ser aceptos a Dios, porque desde luego que ninguna, sino la verdadera religión puede ser Dios, todas las demás religiones deben ser del padre de la mentira."
La Donación de Constantino es el Fundamento de las Reclamaciones Papales.
Esta Donación fue una de las muchas "Decretales Falsificadas." Estas se llaman también Decretales Isidóricas o Pseudo‑lsidóricas. Muchos eruditos católicos las rechazan considerando que tienen tantos documentos falsificados que son de escaso valor. Sin embargo, la Iglesia Romana se apoyó en ellas. Aunque la donación fue probablemente ficticia, representa doctrina católica en cuanto a la relación que debe existir entre la Iglesia y el Estado.
Doy en seguida la parte principal de la famosa Donación: "En el nombre de la Santa y una Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Emperador Flavio César Constantino ....Santísimo y bendito Padre de Padres, Obispo de Roma y Papa, y a todos sus sucesores en el asiento de San Pedro hasta el fin del mundo. . . Nosotros, juntos con todos nuestros Sátrapas y todo el Senado, Nobles y Pueblo.... hemos con­ceptuado deseable que como San Pedro es en la tierra el autorizado vicario de Dios, así tam­bién el Pontífice, su vice‑regente, debe recibir de nosotros y de nuestro Imperio, poder y prin­cipalidad más grande que lo que a nosotros nos corresponde y en toda la extensión de nuestro dominio imperial, decretamos que la Sacrosanta Iglesia de Roma será honrada y ve­nerada, y que a una altura mayor que la de nues­tro trono terrestre, será gloriosamente exaltado el sacratísimo asiento de San Pedro.
"Que quien por un tiempo sea Pontífice de la santa Iglesia de Roma.... sea soberano de to­dos los sacerdotes en todo el mundo; y que por su juicio sean reguladas todas las cosas que atañen al culto de Dios o que la fe del cristianismo sea regulada......Pasamos y cedemos nuestro palacio, la ciudad de Roma, y todas las provincias, lugares y ciudades de Italia y de las regiones occidentales al mil veces bendito Pontí­fice y Papa Universal, Silvestre; y mandamos, por nuestra constitución pragmática, que todo lo enunciado será regido por él y sus sucesores y convenimos en que quedará bajo la autoridad de la santa Iglesia Romana."
La Bula Unam Sanctum (1302), fue promul­gada, no por un emperador, sino por un papa (Bonifacio VIII) ; no precipitadamente fue la culminación de la teoría y de la práctica de pa­pas de varios siglos. Es incuestionable en su autoridad universal: ningún papa puede cam­biarla; ningún católico puede escapar de su fuerza obligatoria. En parte dice como sigue:
"Estamos obligados a creer con una fe ardiente y a sostener a una santa iglesia católica y apostólica. Por lo tanto, la única y verdadera Iglesia tiene un cuerpo y una cabeza, y no de como un monstruo, siendo esta cabeza Cristo y el vicario de Cristo, Pedro y los sucesores de Pedro. Se nos dice en los evangelios que existen en su poder (de la Iglesia) dos espadas, sea la espiritual y la temporal. Pues cuando los apóstoles dijeron, he aquí dos espadas (Luc 22:38), esto es, en la Iglesia; el Señor no respondió, son demasiados, sino basta. Sin duda alguna que quien niegue que en el poder de que está revestido Pedro hay una espada temporal, ha leído con extremo descuido la palabra del Señor, quien dijo: Mete tu espada en la vaina (Juan 18:11) Luego entonces, ambos forman parte del pode de la Iglesia, tanto el espiritual tomo el material. Pero ésta tiene que empuñarse para la Iglesia, aquélla por la Iglesia; aquélla por la mano del sacerdote, ésta por la de reyes y solda­dos, pero siempre al mandato y paciencia del sacerdote. Además, la espada tiene que estar sujeta a espada, y la autoridad temporal debe estar bajo el dominio de la espiritual: pues cuando el apóstol dice: Porque no hay potestad sino de Dios; y las que son, de Dios son orde­nadas (Rom. 13:1) ; no son ordenadas a menos que la espada esté bajo el dominio de la espada. Porque basado en el testimonio de la verdad, el poder espiritual tiene que instituir el terrenal, y que juzgarlo, si éste no es bueno. Así se cumple la profecía de Jeremías concerniente a la Iglesia y a los poderes eclesiásticos: He aquí que te he establecido hoy sobre las naciones, y sobre los reinos, etc. (Jer. 1:10). Por lo tanto, si el poder terrenal se desvía de la senda, será gado por el poder espiritual; si el poder es­piritual inferior se desvía será juzgado por su poder superior espiritual; pero en el caso del supremo, será juzgado solamente por Dios, ya que no puede serlo por el hombre, según consta el testimonio del apóstol: mas lo espiritual juzga todas las cosas, y él no es juzgado de nadie (1 Cor. 2:15). Entonces, quienquiera resista este poder, ordenado por Dios, resiste los mandatos de Dios; a menos que crea, como aniqueo, que hay dos principios, cosa que nos juzgamos hereje, porque según el testimonio ­de Moisés, Dios no creó los cielos y la tierra ­en varios principios, sino en un solo (Gén. 1:1). Entonces, declaramos, decimos, definimos ­y pronunciamos que estar sujeto al Romano Pontífice es absolutamente necesario a todo ser humano para su salvación."
Los Métodos Usados por el Catolicismo para Defender su Supremacía Hacen Sistema Enemigo del Gobierno Civil.
1. Es un deber del sacerdote controlar secretamente las votaciones de sus fieles. El apéndice del Catecismo de Ripalda considera como pecado mortal que un católico vote por un li­beral. Es liberal el que cree en la libertad de votos, en la libertad de prensa, en la libertad de conciencia, o "en cualquiera otro de los errores liberales." En donde un miembro pudiera dispensado de lo que ordinariamente sería solemne deber, toca al confesor instruirlo. Ese catecismo fue publicado por una firma católi­ca en los Estados Unidos, en 1911. (Compen­dio las Cosas más Necesarias a Saberse para hacer la Primera Comunión, y Catecismo de Ripalda con un Apéndice. Donde Brevemente Exponen y Refutan los Errores Modernos Por Otro Padre de la Compañía de Jesús. Las Vegas, N. M. Imprenta de la "Revista Católi­ca." 1911.) He aquí las palabras de una parte de dicho Catecismo: "¿Qué se entiende por Liberalismo? El sistema que defiende la independencia del Estado con respecto de la Iglesia. ¿Cuántos grados pueden distinguirse en el Liberalismo? Tres principales. ¿Cuál es el primero? El que enseña que la Iglesia debe estar sujeta al Estado. De esta doctrina ¿qué deducen los liberales? Que no deben cumplirse la leyes y preceptos de la Iglesia, ni aun los consejos evangélicos, cuando éstos se oponen a la leyes del Estado ¿Qué se enseña en el segundo grado? Que son iguales y completamente independientes las dos potestades de la Iglesia y de Estado. ¿Qué se deduce de aquí? Que todas las leyes civiles son justas y obligatorias, aunque se opongan a los Sagrados Cánones y de más leyes de la Iglesia. El tercer grado ¿que enseña? Que la Iglesia es superior al Estado pero en los tiempos actuales debe aprobar su independencia con todas las demás libertades que enseña el Liberalismo.
"¿Ha condenado la Iglesia todos estos errores? Sí; principalmente en la Encíclica Quanta Cura y en el Syllabus. ¿Qué enseña, pues,  este punto la doctrina católica? Que el Estado debe sujetarse a la Iglesia, como el cuerpo al alma y lo temporal a lo eterno. ¿En qué se funda la superioridad de la Iglesia sobre el Estado En su fin nobilísimo, que es la salvación eterna de los hombres, muy superior a todos los fin temporales que son propios del Estado. ¿Hay casos en los cuales el Estado es independiente de la Iglesia? Sí; cuando se trata de negocios temporales que no tengan relación con los espirituales y eternos. ¿Es además cierto que Iglesia no debe meterse en política? Ciertísimo, siempre que la política, conteniéndose en sus justos límites, no se meta en religión. ¿Cuál es la doctrina de Jesucristo en estos casos? Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.
"¿Qué otras libertades defiende el Liberalis­mo? La libertad de conciencia, la libertad de cultos y la de imprenta. ¿Qué significa la li­bertad de conciencia? Que cada uno puede profesar la religión que le dicta su conciencia, y si no le dicta nada, ninguna. ¿Es cierto que "el hombre puede elegir la religión que más le agrade? No; pues sólo debe profesar la Cató­lica, Apostólica, Romana, que es la única ver­dadera. ¿Qué significa la libertad de cultos? Que el gobierno debe amparar el libré ejercicio de todos ellos, aunque sean falsos. ¿Cuál es, pues, la obligación del Gobierno Católico en este punto? Profesar el primero, y amparar des­pués la única religión verdadera que es la Católica. ¿Pues no debe profesar y proteger to­das las opiniones de sus súbditos? Sí, señor, siempre que estas opiniones no estén condena­das por la Iglesia. La libertad de imprenta ¿qué es? La facultad de imprimir y publicar sin previa censura, toda' clase de opiniones, por absurdas y corruptoras que sean.
"¿Debe el Gobierno reprimir esta libertad por medio de previa censura? Es evidente que sí. ¿Por qué? Porque debe impedir el engaño, la calumnia y la corrupción dc sus súbditos, que van directamente contra el bien común. Tole­ra la Iglesia estas libertades? No, señor, pues repetidas veces las ha condenado. ¿Se opone la Iglesia al progreso y la libertad? La Iglesia se opone al progreso del error y a la libertad del servicio; pero fomenta el progreso de la verdad y la libertad del bien Y de la virtud.
"Sobre el Liberalismo Moralmente Conside­rado. ¿Es lícito a un católico llamarse liberal? No, señor. ¿Por qué? Por él escándalo que causa tomar el nombre de un error condenado por la Iglesia. Lo mismo que decimos de un particular, por la mismo razón debe decirse de los partidos. ¿Pueden los católicos aprobar en todo o en parte el Liberalismo tomando el nom­bre de Católico‑Liberales? No señor; porque no pueden los católicos aprobar en todo ni en parte lo que la Iglesia ha condenado. ¿Puede un católico prescindir de su religión, como hom­bre público, practicándola sólo en privado? Antes al contrario, sus obras como hombre público, por su grande trascendencia, merecen an­te Dios mayor castigo o mayor premio.
"Sobre la Lectura de Periódicos. ¿Peca gravemente quien se suscribe a periódicos liberales? Sí, señor. ¿Por qué? Porque contribuye al mal con su dinero, pone en peligro su fe y da a los demás mal ejemplo. Nótese que si las re­vistas o periódicos están prohibidos por algún Obispo, los fieles de sus diócesis respectivas co­meten además pecado grave de desobediencia. ¿Será alguna vez pecado leve leer la prensa, li­beral? Sí, señor, si se leyeren rara vez noticias o artículos levemente peligrosos. ¿Puede ha­ber causas graves que cohonesten la lectura del periódico liberal? Son raras, pero posibles.
¿Qué convendrá hacer en este caso para no errar? Pedir antes el parecer de un director sabio y prudente. Adviértase, que si sólo hay razón para leer parte del periódico, por ejemplo el alza y baja de la Bolsa, no por eso hay razón para leer todo lo demás. También es un conse­jo muy laudable en casos semejantes, que el cristiano, si buenamente puede, se suscriba ade­más a un periódico católico para contrarrestar así la cooperación al mal, tener a mano el antí­doto contra el veneno, y evitar en lo posible el peligro que pudiera haber del mal ejemplo.
“¿Qué reglas pueden darse para conocer los periódicos liberales? Las siguientes: (1) Si a sí mismos se llaman liberales; (2) si defienden la libertad de conciencia, la libertad de cultos, la de imprenta o cualquiera otro de los errores liberales; 2) Si atacan al Romano Pontífice, al clero o a las Ordenes religiosas; (4) si pertene­cen a partidos liberales; (5) si comentan las no­ticias o juzgan de las personas con criterio liberal. La regla más segura de todo es, si están condenados por los Obispos. Sería muy con­veniente que, si razones poderosas no impiden, todos los periódicos ostentaran en sus portadas el título de Católico, Y de esta manera se evi­tarían confusiones; pues no es de temer que los periódicos malos lo usurpen, y si así lo hicieran, nada más fácil que descubrir el engaño. ¿Cuál es en estos casos la mejor regla para no errar? No leer periódico alguno sin la previa consulta y aprobación del confesor. ¿Qué debe hacer todo buen católico con relación a la prensa? Extirpar la impía y liberal, y suscribirse y pro­pagar la católica. ¿En qué consiste el mérito de esta buena obra? En que se coopera a la obra de Dios, se defiende la fe contra el error y se da a todos buen ejemplo.
"Sobre la Elección de Diputados. ¿Están to­dos los católicos obligados a votar? Sí, señor; pues así lo pide el bien de la patria y la defen­sa de la Iglesia. ¿Es para todos igual este pre­cepto? Para aquellos cuyo voto es decisivo o notable su influencia, el precepto será grave. Para los demás no consta, al menos, que sea grave la obligación.‑ ¿Qué Pecado comete el que vota a un diputado liberal? Generalmente pecado mortal. ¿Por qué? Porque apoya con su voto a los enemigos de Cristo y contribuye a la formación de leyes liberales y ministerios hos­tiles a la Iglesia. ¿Hay alguna causa suficien­temente grave que excusa el cumplimiento de estos preceptos? Sí; mas en duda de si lo es, bueno será preguntar a quien lo sabe. Procuren los directores instruir bien a sus dirigidos sobré cuáles son las causas que excusan del cumplimiento de estos preceptos, así como también las circunstancias, en que la obligación deja de ser grave o desaparece por completo; pues todas estas cuestiones, además de ser sumamente prácticas, son de tanta trascendencia, que de ellas depende, no sólo la tranquilidad del peni­tente, sino también el bien dé la Iglesia y de la sociedad. ¿Cuáles son las armas con que el Liberalismo pelea contra Jesucristo y su Igle­sia? Las principales son las cuestiones sociales, el periodismo y la política. ¡¿Cuáles son las ar­mas con que todo buen católico debe defender a la Iglesia y a Jesucristo? La política, el perio­dismo, y las cuestiones sociales. Así como los enemigos de Dios se valen del evidente influjo del demonio para sus empresas infernales, con mucha más razón los católicos deben ante todo implorar la protección divina para las empre­sas de su mayor gloria.
"Sobre el Matrimonio Civil. ¿Cuál es el ma­trimonio que se llama Civil? El que se celebra ante la autoridad civil, sin intervención alguna de la eclesiástica. ¿El matrimonio civil es ver­dadero matrimonio? No; sino torpe concubina­to. ¿Por qué? Porque el verdadero matrimo­nio debe celebrarse ante la autoridad eclesiás­tica, cumpliendo además todo lo ordenado por Jesucristo y nuestra Santa Madre la Iglesia." (Catecismo de Ripalda con Apéndice, pp. 86­-94.)
El mismo Catecismo en las páginas 85, 86, condena hipócritamente una sociedad que trata de oponerse al Catolicismo en su esfuerzo de minar la vida moral del Estado. Dice así: “¿Qué es la Masonería? Una sociedad perver­sa que, con aparentes fines humanitarios, ma­quina en sus antros misteriosos‑la ruina de la sociedad y de la Iglesia. ¿Qué medios usa para alcanzar fines tan perversos? El crimen, la hipocresía y el misterio. ¿Qué pecado come­ten los que pertenecen a la Masonería? Pecado gravísimo, incurriendo además en la excomunión de la Iglesia .
Pregunto: Si los curas realmente creen que sus súbditos que votan a un diputado liberal tienen que ir al infierno ¿por qué han retirado de la circulación pública el Catecismo de Ripal­da con Apéndice? Pues los pobres "fieles" se pierden por ignorancia.
2. La perfidia del Catolicismo en su relación con el Estado se ve claramente en la obligación de los "fie1es" de denunciar a los herejes y aun de perjurarse para hacerlo. Es un deber fun­damental según los teólogos católicos, de obrar clandestina e hipócritamente para lograr los fi­nes de la Iglesia. El Catolicismo tiene un códi­go moral (mejor dicho inmoral) secreto que tiende a corromper la sociedad. "Los delitos que se deben denunciar son aquellos que re­dundan en daño común, por lo cual aun los hijos deben denunciar a sus padres.... De los suso­dichos algunos llámanse delitos exceptuados, porque se deben denunciar aun cuando no se puedan probar; los principales son: herejía, conspiración y rebelión contra el soberano, delito de lesa majestad, traición a la patria....Sospechosos de herejía son: blasfemia herética pertinaz.... afiliarse a una secta condenada... dejar de denunciar culpablemente a un here­je formal." (Directorio Práctico del Confesor, Por Ciolli. Con licencia eclesiástica. Publicado por Juan Geli, Librero, 223 Calle de las Cortes, Barcelona, 1901.) En la página 466, el Directorio dice: "Herejía es un error voluntario y pertinaz del entendimiento contra cualquiera verdad de fe católica.” En la página 467 dice: “Deben ser mirados como herejes los que reciben a los herejes como tales para que no sean castigados;  los que dan  a los herejes ayuda socorro, favor, amparo con su autoridad e influencia, con lo que facilitan la difusión del error; los que defienden a los herejes como tales, aun cuando interiormente no admiten sus erro­res, sea la defensa material o moral.” De todo esto es claro que los revolucionarios en contra de un gobierno católico son herejes, porque tales revoluciones tienden a "corromper la so­ciedad" según la doctrina católica; también, con eso, niegan una doctrina que es la de la supre­macía del papa sobre todo gobierno civil. En tales casos es el deber imprescindible de todo fiel católico, ya sea hijo, esposa o amigo de un revolucionario, denunciar al curato a su padre, esposo o amigo, por el delito (sic) de creer en la independencia del Estado de la Iglesia, o por recibir "a los herejes como tales," o por dar a los revolucionarios "ayuda, socorro, fa­vor o amparo," o porque han defendido a los herejes.
Dice el mismo autor (pp. 681, 682) : "Como entre los delitos perjudiciales al bien público la herejía es principalísimo, debe notarse lo si­guiente. Primero, hay obligación gravísima de denunciar los herejes y cualquiera que sea sospechoso de herejía a los Inquisidores o a los Ordinarios y, en las Misiones, al Vicario o Pre­fecto Apostólico; la cual denuncia se debe hacer aun sin que preceda la corrección fraterna; aunque la herejía se sepa bajo secreto natural o juramento de no manifestarla (exceptuando, siempre secreto sacramental), porque el jura­mento es para el bien privado y la denuncia pa­ra el bien público.... aunque un juez lo cono­ciera por vía de procesó judicial .... El confe­sor, pues, está obligado, bajo pecado mortal, a imponer la obligación de denunciar en los casos susodichos, especialmente de herejía formal ... Pero si se trata de un confesor que se ejercite en las misiones, nosotros, dice un prudente autor, amaestrados por la experiencia de los inconve­nientes que se siguen, aconsejamos al misionero que no se mezcle en tales asuntos, porque un día u otro, lleguen a saberse, y entonces las misiones se ven odiadas por muchos eclesiásticos y pue­blos, en términos que luego no las quieren o no producen fruto; que esto es verdad, lo atestigua también quien escribe estas páginas."
Según la doctrina católica, es indispensable perjurarse o ir al infierno; el juez tiene que prostituir su posición para servir a la Iglesia, y es preciso hacerlo clandestinamente, es decir, “sin previa censura." Admite el autor del Di­rectorio que los "malditos liberales y Protestan­tes" son algo temibles, pues "en las misiones" es peligroso a los fieles practicar las tretas ca­tólicas.
3. Se dan instrucciones específicas a los le­gisladores católicos, para que como leales súb­ditos de Roma, cometan perjurio. Tenemos un caso muy claro en que la Sagrada Penitenciaría de Roma dio a los diputados del Parlamento de Italia el derecho de cometer perjurio para con­servar su puesto de manera que pudieran co­rromper secretamente al gobierno. En respues­ta a una pregunta hecha por ciertos Obispos y Ordinarios, la Sagrada Penitenciaría contestó (1866): "Que los diputados electos, al pronun­ciar el juramento de fidelidad y obediencia pres­crita por la ley, añadían la limitación, sin vio­lar las leyes divinas y eclesiásticas," y que "la limitación de esta especie debía de ser expre­samente hecha,,al pronunciar la fórmula del juramento, al alcance del oído de dos testigos por lo menos." (Compendio de Teología Moral, por Ligorio, Tomo II, pp. 431‑440.) Después de darnos la ley católica sobre el asunto, sigue el redactor de Ligorió explicando que sería una tontería expresar la condición, salvia legibus di­vinas et ecclesiasticis (salvo las leyes divinas y eclesiásticas), en el salón de los Quinientos, de tal manera que todos hubieron podido oírla. (Análisis del Romanismo, pp. 384‑392.)
4. Los sacerdotes, primero que todo, son lea­les al papa como soberano temporal. Esto hará que probablemente sean traidores. En caso de que ellos hayan jurado lealtad a un gobierno civil, el papa reclama el derecho de absolverlos. Esto puede hacerlo con cualquiera otro miembro, pero los sacerdotes están más directamente bajo su autoridad. "¿Es permitido a los ecle­siásticos el juramento de fidelidad al poder ci­vil? Por regla general no, porque les exime el privilegio de inmunidad de la jurisdicción seglar, a cuyo fuero viene por esto mismo a per­tenecer quien le jura fidelidad; los eclesiásticos, como súbditos, deben fidelidad al soberano, pe­ro no deben jurar." (Directorio Práctico, p. 662.)
5. El Pontífice reclama el derecho de ver a todos sus súbditos de la lealtad a sus go­bernantes temporales. "¿Pierde un príncipe, por la apostasía de la fe el dominio sobre los súbditos, de tal modo que éstos no están obli­gados a obedecerle?.....Conclusión. Cuando por sentencia se declara a uno excomulgado por haber apostatado de la fe, ipso facto sus súb­ditos quedan libres de su dominio y del jura­mento de, fidelidad por el que le estaban obligados." (Suma Teológica, por Tomás Aquino, Tomo I, pp. 82, 84.)
El Papa Gregorio VII, en el llamado "Dicta­tus Papae," escrito como en 1087, manifiesta la opinión católica acerca del poder temporal del papa. He aquí algunos de sus reclamos:
(1) Que la Iglesia Romana fue fundada por Dios sólo.
(2) Que sólo el Obispo Romano es propia­mente llamado universal.
(6) Que no debernos ni siquiera estar en la misma casa en donde se encuentran aquellos que están excomulgados por él.
(8) Que sólo él puede usar la insignia impe­rial.
(9) Que el papa es la única persona cuyos pies han de ser besados por todos los prínci­pes.
(11) Que él tiene poder para deponer empe­radores.
(18) Que sus decretos no pueden ser anula­dos por nadie y que sólo él puede anular los de­cretos de cualquiera.
(19) Que no debe ser juzgado por ningún hombre.
(20) Que nadie se atreverá a condenar a una persona que apele a la sede apostólica.
(22) Que la Iglesia Romana nunca ha errado, ni errará, por el testimonio de la Escritura, por toda la eternidad.
(26) Que ninguno que no esté de acuerdo con la Iglesia Romana podrá ser llamado católico.
(27) Que él (el papa) tiene el poder de ab­solver de su juramento de fidelidad a sus súbditos, hecho a gobernantes injustos. (Source Book of Medieval History, by F. A. Ogg, pp. 262‑,264.)
6. La Iglesia Católica pretende ser superior a la crítica en la enseñanza de la inmoralidad y, la idolatría. La violenta oposición del Cuerpo Docente a la libertad de prensa y de culto pú­blico, es sencillamente porque ellos saben que una exposición al público, de sus doctrinas dis­tintivas las cuales sancionan la mentira y el perjurio, el robo, el fraude, el juego y el exterminio de formidables herejes, expondría al sacerdocio de una manera terrible y lastimosa a la luz de la opinión pública.
7. La Iglesia Católica puede apelar al asesinato para sostener su autoridad.
      Como Aquino es el más distinguido de toda la edad media copiamos de él: "Acerca de los herejes se deben tener presentes dos cosas: una con relación a sí mismos y la otra con relación a la Iglesia. Por la primera, la herejía es un pe­cado por el que merecieron no solo ser separados de la Iglesia por la excomunión sino tam­bién ser excluidos del mundo por la muerte; pues es mucho más grave corromper la fe por la que vive el alma, que falsificar la moneda por la que se provee temporalmente a la vida. Por consiguiente, si los falsificadores de moneda u otros malhechores son castigados al ins­tante y justamente con pena de muerte por los príncipes seculares, mucho más los herejes luego de estar convictos de herejía, pueden no sólo ser excomulgados, sino también justamente muertos. Por la segunda, esto es, con relación a la Iglesia, existe la misericordia para obtener la conversión de los que yerran; y por lo tanto no los condena inmediatamente sino después de la primera y segunda corrección, sed post pri­mam et secundam correptionem, como lo en­seña San Pablo; pero si después aun se mues­tran pertinaces, la Iglesia, desesperando de su conversión, mira por la salvación de los demás, separándoles de su seno por sentencia de ex­comunión y luego los abandona al juicio secu­lar para que sean castigados con la pena de muerte: pues dice San Jerónimo (sup. illud Galat. 5, modicum ferrhentum et habetur, 24, q. 3, c. 16): deberán ser cortadas las pútridas carnes, extraerse las enfermizas ovejas de los establos, para que no toda la casa, masa, cuerpo y ganados, ardan, se corrompan, se pudran y perezcan. Arrio fue en Alejandría una chis­pa: mes por no haber sido extinguido al instan­te, se propagó su llama por todo el orbe." (Suma Teológica, Tomo III, Cuest. XI, Art. III.)
"¿Tiene la Iglesia poder para infligir la pena, de muerte? Es evidente que el papa y los Concilios Ecuménicos tienen este poder, cuando me­nos mediatamente; esto es, pueden, si las necesidades de la Iglesia lo exigen, pedir a un gober­nante católico que imponga la pena de muerte. No puede probarse que ellos no pueden ejercer directamente este poder." (Rev. Sebastián Smith, citado en Papal Sovereignty, pp. 111, 112.)
El Dr. Phelan, editor del "Western Watchman" (católico), manifiesta que el romanismo no ha abandonado el uso de la pena de muerte por herejía. "La sostenernos”, dice él, como parte de una diplomacia sabia para que ellos protejan la unidad religiosa de sus pueblos y para prevenir la predicación de doctrinas no católicas por extraños. En lugar de dictar leyes haciendo posible el ejercicio público de una fe no católica importada, deben tomar medidas eficaces para suprimirla en dondequiera que ha­ga su aparición ofensiva y establecer contra ella una cuarentena corno si se tratara de impedir la propagación de las viruela o de la fiebre amarilla" (Religious Liberty in South America, p. 69.)
Una de las medidas efectivas recomendadas por e1 Doctor, se puso en efecto en la América del Sur en el tiempo de su editorial (1898). Se lee así: "Todo él que conspire directamente y de hecho a establecer otra religión en Bolivia; o a que la República deje de profesar la Reli­gión Católica‑Romana, es traidor y sufrirá la pena de muerte." (Article of Chapter III of the Section of the Penal Code of Bolivia, copia­do en Religious Liberty in South America, p. 12.) Phelar, estaba discutiendo en ese edito­rial los esfuerzos de ciertos predicadores pro­testantes para obtener la libertad religiosa y civil en Perú, Ecuador y Bolivia.
8. La Oposición a la educación del Estado es el sello de la iniquidad católica. No puede haber educación general a menos que una gran parte de ella !sea gratis, por la sencilla razón de que la mayoría de las gentes no están en condiciones de pagar por la educación de sus hijos. Si los maestros son pagados, no por los discípulos, sino por alguien más, debe ser o por filántropos o por contribuciones. Pero no hay suficientes filántropos que proporcionen el di­nero necesario para la educación de toda la niñez y la juventud de un país. De esto se sigue que el Estado debe imponer contribuciones al pueblo para el sostenimiento de la educación del Estado. Además de esto, si toda la niñez y la juventud han de ser educadas, debe haber instrucción obligatoria, y sólo el Estado puede exigir la asistencia a las escuelas. Ahora, Ro­ma nunca ha efectuado la educación de una ma­yoría del pueblo. ¿Por qué no lo ha hecho? Su fin principal en estos asuntos es preparar a sus sacerdotes y luego educar a un círculo más grande para rodear a este pequeño claustro de frailes. Esto es necesario para proteger a los curas contra la indignación del pueblo. El sa­cerdocio católico romano tiene sobre sí la culpa de dejar en la ignorancia a las masas, en todos los países en donde controlan al gobierno. To­dos los gobiernos católicos que han progresado en la educación del pueblo, lo han logrado en proporción exacta a su oposición al hecho de que los sacerdotes se inmiscuyan en los asuntos educativos.
En el Syllabus se nos da con toda claridad la actitud del Catolicismo hacia la educación por el Estado. Citando de ese documento y cambiando un tanto la forma para que exprese lo que la Iglesia Católica cree en lugar de lo que ella condena, notemos lo siguiente: "No todo el régimen de las escuelas públicas en las que se instruye a la juventud de un país cristiano puede y debe corresponder a la autoridad civil, de tal modo que no se reconozca en ninguna autoridad, sea cual fuere, el derecho de inmis­cuirse en la disciplina de estas escuelas, en el reglamento de los estudios, en la colación de los grados, en la elección o aprobación de los maestros." Proposición 45. Más aún: "El mayor progreso de la sociedad civil no exige que las escuelas populares abiertas a todos los niños de todas las clases del pueblo, y en general las instituciones Públicas destinadas a dar la en­señanza de las letras y de las ciencias superiores y a dirigir la educación de la juventud, sean sustraídas de toda autoridad, todo poder mode­rador, toda ingerencia de la Iglesia, y que sean sometidas a juicio de la autoridad civil y política, al gusto de los gobernantes y al capri­cho de las opiniones reinantes." Prop. 47. Otra Proposición enseña así: "Este modo de educar a la juventud prescindiendo de la fe católica y del poder de la Iglesia, como que sólo se refiere a las ciencias naturales y a los fines terrestres, de la vida social, reservándole a lo menos cierta consideración, no puede ser aprobado por los católicos." Trob. 48. Según ese documento, ningún católico puede creer en las Escuelas Pú­blicas de ninguna república verdadera, por la razón de que ninguna república genuina puede permitir a una iglesia “inmiscuirse en la disciplina de sus escuelas, en el reglamento de estudios, en la colación de los grados, o en la elec­ción o aprobación de los maestros."
El clero católico está inalterablemente opues­to a la educación del Estado por las razones siguientes: (1) El código moral enseñado por los teólogos Católicos es inferior al que enseñan los directores de los gobiernos demócratas. Probaremos esto un poco más delante. (2) Las escuelas católicas deben enseñar la doctrina de la unión de la Iglesia y el Estado y de la supe­rioridad de la Iglesia Católica al gobierno civil. (3) Las escuelas de los gobiernos demócratas Permiten la libertad de pensamiento, y, al ha­cerlo así, demuestran su respeto a la razón y al cristianismo; las escuelas católicas están opues­tas a la razón y a la ciencia como se manifiesta en su idolatría, el poder mágico del sacerdocio católico, la doctrina absurda de la Transubs­tanciación, el poder de las misas para salvar a las almas de un purgatorio imaginario, etc.
Oponiéndose a la educación del Estado, de­ muestra Roma ser el enemigo más implacable, encarnizado y mortal de todo esfuerzo tendente a realizar cualquier cambio para el mejora­miento en el reino de la moral.
9. El sistema secreto de los católicos los cons­tituye en un gobierno dentro de un gobierno. Demostraremos luego que el catolicismo tiene a un código de moral semi‑secreto, el cual, si fue­ra generalmente aceptado y puesto en práctica, minaría cualquier gobierno del mundo. Cual­quiera secta que tenga un bajo sistema de ética, especialmente cuando ese sistema se conserva a cubierto, es peligrosa para el bienestar moral del país en que esa secta exista.
El celibato del clero lo separa de la vida na­cional, haciendo fácil cultivar la suprema leal­tad al papa. El confesionario pone en las manos de los sacerdotes una autoridad que pueden ellos usar secretamente. Las instrucciones que los sacerdotes pueden dar a sus penitentes son secretas y con frecuencia peligrosas para el go­bierno.
C. La Enemistad Entre el Catolicismo y el Gobierno Civil.
Es en el Fondo una Cuestión Moral
El mal no consiste meramente en la sumisión a una iglesia. No es el eclesiasticismo el que obligada a limitar la inmoralidad romana. Uno crea las dificultades. En 1879, Francia se vio de los primeros tiros disparados contra el ene­migo común, los jesuitas, fue de Paul Bert, miembro de la Cámara de Diputados y Profesor de la Facultad de Ciencias. Después de que ha­bía principiado definitivamente la lucha, el Sr. Bert, despertando a la enormidad del mal, de­cidió explorar las profundidades del desierto. Esto lo llevó a cabo traduciendo y publicando un análisis de las Obras del Padre Gury, S. J. En su prefacio (The Doctrine of the Jesuit, Boston, Máss., B. F. Bradburk & Co. ) dice: "El día 21 de junio de 1879, se abrió  en la Cámara de Diputados, la discusión del proyecto de .ley tocante a la Libertad de la Educación Su­perior; proyecto en el cual la cláusula más im­portante (Artículo 7), prohibía a los jesuitas y a otros miembros de congregaciones religiosas no reconocidas por las leyes del Estado, la enseñanza en todos los grados.
"Ese día pronuncié un discurso en el cuál pro­curaré, demostrar, desde un punto de vista pura­mente político, los peligros de una educación dada por esa secta, para la tranquilidad y la unidad moral de nuestro país. Donde esa sec­ta ha sido tolerada, ha llevado siempre con ella los gérmenes de la guerra civil; que todos esos países los han expulsado y maldecido, y que de acuerdo con los términos de la legislación fran­cesa existente, sus miembros debían ser expulsados inmediatamente.
"Unos días más tarde, el ministro de Instruc­ción Pública trajo a la tribuna en apoyo a la misma proposición,‑ algunas citas sacadas de li­bros de historia por los jesuitas, las cuales exci­taron la indignación de la Cámara y probaron claramente la inminencia del peligro."
El Sr. Bert dice después que fue "la doctrina de moralidad de los jesuitas" la que atacó. Después de referirse a la historia de esto, dice: “vine por último a los tiempos modernos y ex­puse la persistencia de esas odiosas doctrinas, lo, mismo que su introducción a la enseñanza, no sólo de los jóvenes, sino aún a la de los niños más pequeños."
Los ataques romanos contra el Sr. Bert, son típicos. Con referencia a esto, dice él mismo: "Las gentes razonables que no saben los recur­sos que proporciona el odio a los esclavos de Ro­ma, nunca podrán entender ni tener una idea de los insultos y de las vulgaridades, que los Jesuitas, lo mismo que sus aliados naturales han descargado sobre mí. Fue una rabia impoten­te..... Un periódico médico de Viena, el cual me ha honrado publicando una larga nota bio­gráfica, hace un resumen de todos esos produc­tos de la caridad católica, en los términos si­guientes: ¡Los periódicos le llaman libertino, materialista desvergonzado, hombre infectado con todos los vicios y concupiscencias de París, una vergüenza para la tribuna francesa, un fracaso, un calavera, un bicho nocivo! Cual­quiera puede ver, por esta furiosa avalancha, que Paul Bert había pegado en el blanco."
Tendremos que admitir que la jerarquía ro­mana no practica sus crímenes contra la con­ciencia individual, excepto en donde es posible. ¿Inferiremos entonces, que en los países demó­cratas la Iglesia es tan inocente como parece serlo? ¿Qué, porque un bandido en la cárcel es inofensivo vamos a concluir que ha cambiado su modo de ser, especialmente cuando conti­núa respirando amenazas contra la sociedad?
1. La estabilidad de un gobierno depende mucho de la santidad de una protesta o de una solemne afirmación. El clero católico ha dado un golpe terrible en los cimientos de todo go­bierno, en el sentido de que tiene en nada la santidad de una protesta. Aquí está la ley: "El confesor, preguntado sobre una cosa oída en confesión, puede, y además debe contestar que no la sabe, entendiendo esto, para manifestarla (Compendio de Teología Moral por Ligorio, Torn. I, p. 173.) "El confesor interrogado sobre pecados del penitente puede negar en ab­soluto, y hasta con juramento, porque acceso­rium sequitur principale; y aunque fuese requerido a responder como ministro de Dios, o por lo que sabe como confesor o a responder sin equívocos; porque en todos estos casos responde siempre como hombre, fuera del orden de co­sas de que tiene noticia como Dios." (Directo­rio Práctico del Confesor, P. 205.) "El sacer­dote interrogado por cualquiera autoridad so­bre los secretos de la confesión, debe responder, aun con juramento si es necesario, que nada sabe, pues lo que sabe es con ciencia incomuni­cable." (Cristianó de Conciencia Ilustrada, p. 202.)
Pero el menosprecio de la jerarquía para todo gobierno civil se ve también en su ley para los laicos: "Quien de buena fe haya prestado un juramento ilimitado, podrá ser absuelto sin o­bligación de dejar su empleo, si es lícito, con tal que de algún modo prudente repare en presen­cia del párroco su yerro y el escándalo si lo hu­bo, y claramente profese no creerse obligado por el juramento más que con relación al orden civil, no ya en lo que fuere contrario a las leyes divinas y eclesiásticas." (Directorio Práctico, P. 662.)
2. La integridad de los oficiales del gobierno es indispensable a todo buen gobierno; si aqué­llos van a seguir las enseñazas de Roma, no ha­brá seguridad ninguna en cuanto a los documentos del Estado. Aquí está la ley: "¿Cómo peca el que suplanta una escritura, documento o recibo falso, o los adultera para defender un derecho justo? Siendo justo el derecho, la acción es en sí levemente mala; pero podría pecar gravemente contra la caridad para consigo mis­mo, por exponerse a una gravísima pena si llegase a ser descubierto el embuste." (Cristiano de Conciencia Ilustrada, p. 396.)
3. La inviolabilidad de la correspondencia significa mucho para la estabilidad, del gobier­no. Hasta fechas muy recientes, la mayor parte de los gobiernos de Europa dieron muy poca protección a sus ciudadanos en este sentido. El Catolicismo da autoridad explícita a sus devotos para interceptar la correspondencia de sus ene­migos. "A los particulares es lícito abrir las cartas de sus enemigos, cuando probablemente sospechan que se trata de causarles vejaciones, para saber defenderse de ellas; o también, co­mo algunos dicen, para impedir un mal grave de un tercero." (Compendio de la Teología Mo­ral, por Ligorio, Tomo I, p. 342.)
4. Todo buen gobierno tiene que habérselas con la cuestión del robo. Aquí está la ley de la Iglesia Católica: "¿Cuáles son las Causas que excusan el robo? a. Una necesidad extrema; cuando una persona toma solamente lo que es necesario y no reduce a la misma necesidad a la persona de quien lo toma. b. La compensación secreta, a condición de que la deuda así cance­lada exista y que el acreedor no pueda recobrar su propiedad de ninguna otra manera, y que las cosas que toma, haga todo lo posible porque sean de la misma clase de las que ha dado." (Manual of Christian Doctrine, publicado por John Joseph McVey, Philadelphia, Penn., 1916. El libro tiene la plena autoridad de la Iglesia Católica.)
5. Todo buen gobierno procura suprimir el juego. Aquí está la ley Católica: "¿Es lícito apostar? Nadie duda que es lícito, siempre que no haya dolo ni mala fe. S. Ligorio, No. 869 ... ¿.Es lícito el contrato de lotería? Ciertamente si reúne las condiciones siguientes: (1) que no haya fraude, ni en cuanto al modo de hacer el sorteo, ni en cuanto al premio que éste deter­mina; (2) que el dueño de la lotería no perciba más lucro que el que hubiese ganado en cual­quier otro negocio lícito; pero puede ser mayor la ganancia, dicen los teólogos, si es para una obra pía." (Cristiano de Conciencia Ilustrada, pp. 666, 667.) El mismo autor autoriza el jue­go con la condición de que no haya fraude, etc.
6. La embriaguez es un enemigo terrible de todo gobierno si aquélla ha hecho presa del Pueblo. La Iglesia Católica no ha hecho casi .nada para detener la plaga del alcoholismo. Ningún, gobierno puede confiar en que el clero le ayude mucho en su campaña contra el tráfico de licores.
El respeto a los oficiales del gobierno está debilitado o destruido por el papa, y sus obispos dondequiera que la Santa Sede sé propone con­trolar la situación política. Este fue el caso en Irlanda durante la Guerra Mundial cuando el clero dio instrucciones a sus devotos para dis­parar sobre los oficiales que pretendieron re­clutarlos para la guerra.
D. La Filosofía Católica del Gobierno ha Tra­bajado Siempre Contra el Estado.
La Carta Magna ha sido siempre uno de los documentos más grandes en 1a historia de cual­quiera nación. "En las palabras del Obispo Stubbs, el todo de la historia constitucional de Inglaterra es sólo un largo comentario acerca de ella. Su importancia está no sólo en el hecho de que fue librada de un mal dispuesto soberano por la acción unida de los nobles del clero y del pueblo, sino también en el admirable sumario que contiene de los principios fun­damentales del gobierno inglés, hasta donde habían logrado definirse en los primeros años del siglo trece." De ese título de libertad humana, se ha desarrollado la democracia de In­glaterra y de los Estados Unidos. No hay duda de que las repúblicas Latino‑Americanas, se han beneficiado con ella. Es precisamente este do­cumento el que fue condenado rotundamente por el Papa Inocente III. En su bula, Esti Cha­riasimus, lo maldice, empleando un lenguaje co­mo el siguiente: "Nos... por la presente, en nombre de la Santísima Trinidad y en virtud de la autoridad, de los apóstoles Pablo y Pedro y de la nuestra propia, condenarnos totalmente y reprobamos dicho pacto y carta y prohibimos, bajo pena de anatema que se le observe y que se le guarde, y a los Barones de Inglaterra y a sus cómplices a que insistan en ello y que la sostengan, y por la presente declaramos nula y, sin ningún valor dicha carta con todas sus obligaciones y seguridades en ella pactadas y en vías de ejecución, de tal modo que serán nulas y de ningún valor para todo lo futuro." (Bulla­rium Magnum Romanum, Tomus III, pp. 298-­300. Véase The Protestant, Marzo, 1921.)
La Bula, In Coena Domini (Analisis del Ro­manismo, pp. 314‑320), fue expedida primero en 1254 y continuó como un amenaza para los gobiernos civiles de Europa hasta que los papas fueron obligados a retirarla en 1698. Esta Bula excomulga y anatematiza a los Husitas, Wiclifitas, Luteranos, Zuinglianos, Calvinistas, Hugo­notes, Anabaptistas, Trinitarios y Apóstatas de la Fe Cristiana. Está hecho solemnemente, en el nombre de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Cayó la condenación sobre to­dos los que apelaron de un papa a un Concilio Ecuménico; también sobre los que dieron cré­dito, recogían o favorecían y generalmente a todas las personas que defendieran a los here­jes. Maldijo "a los que a sabiendas y sin auto­ridad de la Sede Apostólica, con cualquiera in­dustria o pretexto, pública o secretamente, le­yeren, tuvieren, imprimieren o dé cualquier manera defendieren los libros de dichos herejes que contienen herejía, o tratan de la Religión Cristiana. A todo gobierno civil se le prohibió "que molestara a cualquiera persona que estu­viera viajando hacia la corte romana; esto que­ría decir qué los eclesiásticos podían cometer crímenes impunemente. Nadie podía ofender a los cardenales, prelados o eclesiásticos y se pro­hibió estrictamente la apelación de una corte eclesiástica a una secular, quedando por lo tan­to las naciones al arbitrio absoluto de la Iglesia. A ningún gobierno civil se le permitió establecer leyes ni estatutos referentes a los asuntos eclesiásticos, ni se permitió tampoco que se le formara proceso criminal a ningún eclesiásti­co. En resumen, ése era "el estado de cosas en el cual el sabio designio de Dios colocó hace mu­cho a los pontífices romanos," como dijo León XIII; ésta era la desordenada condición que él se proponía restaurar.
Esa, Bula era tan absolutamente romanista que la Enciclopedia Católica sólo presenta un engañoso sumario de ella. Los teólogos cató­licos tienen miedo de ponerla en manos de aque­llos que viven en países protestantes. Afectaba tanto al gobierno civil promoviendo su destruc­ción, que aun España protestó contra ella. Pe­ro es de un genuino romanismo en. la actualidad, como lo fue durante los 434 años que estuvo en vigor.
Escritura de la Donación del Continente Ameri­cano a Isabel y Fernando.
Por el Papa Alejandro Vi. Mayo, 4 de 1493.
Parte de la Bula Inter Caetera Divinae.
De mi espontánea voluntad.....y por la sola liberalidad, verdadero conocimiento y ple­nitud del poder apostólico, todas las islas y tie­rras descubiertas y por ser descubiertas, re­veladas y por ser reveladas, hacia el oeste y sur, trazando y construyendo una línea del Polo Artico, esto es, el norte, a el Polo Antártico, esto es, el sur, cuya línea distará de cualquiera de las islas llamadas Azores, del Cabo Verde, cien leguas al oeste y sur, en el supuesto de que todas las islas descubiertas y por ser descubiertas, reveladas y por ser reveladas, de la línea arriba dicha hacia el oeste y el sur, no sean actualmen­te poseídas por ningún rey cristiano o príncipe Lasta que la próxima Natividad de nuestro Señor Jesucristo haya pasado.....Y por la autoridad del Dios Omnipotente concedida a mí en el Bendito Pedro, y como Vice‑Regente de Jesucristo cuya autoridad ejerzo yo en dichas tierras, con todos sus jefes, estados, campos, comunidades y pueblos, de ellas, y con todos los derechos y jurisdicciones que les corresponden, yo, con el tenor de las presentes escrituras, las otorgo a ustedes y a sus sucesores y herederos para siempre. . . . y establezco y nombro a uste­des, sus herederos y sucesores arriba dichos, como amos, con poder múltiple, pleno y libre, autoridad y jurisdicción sobre dichas tierras. (Véase History of the Reformation, por Líndsey, Vol. 1, p. 5.)
La Famosa Carta del Papa Pío IX a Maximiliano, sobre la Restauración del Poder Teocrático.
"Señor. ---Cuando en el mes de abril último, antes de tomar las riendas del nuevo Imperio de México, V. M. quiso venir a esta capital, para venerar la tumba de los Santos Apóstoles y re­cibir la bendición apostólica, le hacemos saber el profundo dolor que llenaba nuestro ánimo, a la vista del estado deplorable en que los trastornos sociales de estos últimos años habían reducido todo lo que a la religión toca en la na­ción mexicana. Ya antes de esta época y más de una vez habíamos elevado nuestras quejas sobre esto, en actas públicas y solemnes, protes­tando contra la inicua ley llamada de Reforma, que derribaba los derechos más inviolables de la Iglesia, y ultrajaba la autoridad de sus pas­tores; contra la usurpación de los bienes ecle­siásticos y el despilfarro del patrimonio sagra­do; contra la injusta supresión de las ordenes religiosas; contra las máximas falsas que he. rían directamente la santidad de la religión ca­tólica; en fin contra muchos otros atentados co­metidos no solamente en perjuicio de las perso­nas sagradas sino también del ministerio pasto­ral y de la disciplina de la Iglesia .... Os con­juramos, poned mano a la obra, dejad a un lado toda consideración humana, y guiado por una prudencia esclarecida y por el sentimiento cris­tiano, consolad a una parte tan interesante de la familia católica, y por tal conducta haceos digno de las bendiciones de Jesucristo, el príncipe de los pastores. Con este fin y para se­cundar más vuestros propios deseos, os envia­mos nuestro representante, el cual os confir­mará de boca el pesar que nos han ocasiona­do las tristes noticias que hemos recibido hasta hoy os hará conocer también cuál ha sido nuestro nuestra intención y nuestro objeto acreditándolo cerca de V. M. Le hemos encargado a la vez pedir en nuestro nombre a V. M. la revocación   de las leyes funestas que oprimen a la Iglesia desde tan largo tiempo, y de preparar con la cooperación de los Obispos y en los casos ne­cesarios con el concurso de nuestra autoridad apostólica, la reorganización entera y deseada de los negocios eclesiásticos. V. M. sabe muy bien que para reparar eficazmente los males ocasionados por la revolución y para devolver lo más pronto las días dichosos a la Iglesia, es preciso antes que todo que la religión católica, con exclusión de todo otro culto disidente, con­tinúe siendo la gloria y el sostenimiento de la nación mexicana; que los Obispos sean entera­mente libres en el ejercicio de su ministerio pastoral; que las Ordenes religiosas sean restable­cidas y reorganizadas conforme a las instrucciones y poderes que hemos dado; que el patrimonio de la Iglesia y los derechos que a él pertenecen sean defendidos y protegidos; que nadie obtenga la facultad de enseñar y publicar máximas subversivas; que la enseñanza pública y privada sea dirigida y vigilada por la autoridad eclesiástica; y que en fin, sean quebrantadas las cadenas que hasta ahora han mantenido a la Iglesia bajo la dependencia y el arbitrio del gobierno civil.....En la confianza en que estamos de ver cumplidos enteramente estos de­seos más ardientes de nuestro corazón, damos a V. M. y a su augusta esposa la bendición apos­tólica. Dado en Roma, en nuestro palacio apostólico del Vaticano, a 18 de Octubre de 1864­Pío IX, Papa."
Carta Encíclica, del Papa Pio IX en que Maldice a Garibaldi y sus Ayudantes por su Buena Obra de Libertar a Roma del Papa.
Toda la Carta se encuentra en la historia de El Santo Concilio Ecuménico del Vaticano, por D. Emilio Moreno Cebada. Copiamos una par­te.
"A todos los Patriarcas, Primados, Arzobis­pos,, Obispos y otros Ordinarios en gracia y comunión con la Sede Apostólica:
Venerables Hermanos, salud y bendición apostólica. En vista de todo lo que hace desde algunos, años con sus no interrumpidas tramas el Gobierno subalpino para derrocar el princi­pado civil que Dios, por una providencia espe­cial ha concedido a esta Sede Apostólica,.....En esta época tan desgraciada en que ese Gobierno, siguiendo los consejos de perversas sec­tas, ha llevado a cabo por medio de la violencia, y de las armas la sacrílega invasión que desde mucho tiempo meditaba de nuestra Ciudad San­ta y otras ciudades cuya soberanía nos había dejado la anterior usurpación, en tanto pros­ternando ante Dios, adoramos humildemente sus secretos designios, nos vemos obligados a re­petir estas palabras del profeta: Gimo y mis ojos vierten arroyos de lágrimas porque Aquel que debía consolarme levantando mi alma se ha alejado de mí; se han perdido mis hijos por­que mi enemigo ha llegado a ser el más fuerte.....Venerables Hermanos, del modo más solemne que nos es posible, os hacemos saber que nuestra intención y nues­tra voluntad es conservar y trasmitir in­tactos e inviolables a nuestros sucesores todos los dominios y derechos de esta Santa Sede; que la violación de los mismos, verificada así hoy como anteriormente, es injusta, violenta, nula y sin ningún valor ni efecto, y además que condenamos, abolimos y derogamos todos los actos de los enemigos y de los invasores practi­cados hoy y anteriormente, y todos cuantos se han verificado hasta hoy y los que puedan realizarse en lo sucesivo para confirmar de cualquier modo que sea esta usurpación.....Pero ya que nuestras advertencias, nuestros rue­gos y nuestras protestas ningún efecto han producido, por la autoridad de Dios Todopoderoso. de los santos apóstoles Pedro y Pablo y por la Nuestra, os declaramos, Vene­rables Hermanos, y por medio de vosotros a toda la Iglesia, que todos aquellos que, aun hallándose revestidos de dignidad digna de mencionarse especialmente, han consumado la invasión, la usurpación Y la ocupación de al­guna de las provincias de nuestro reino y de esta ciudad o cualquiera de estos actos, así como los mandantes, fautores, auxiliares;, consejeros, ad­herentes o cualesquiera otros que bajo cual­quier pretexto o de cualquier manera que sea han coadyuvado a la ejecución de estos actos o los han ejecutado por sí mismos, han incurrido en Excomunión Mayor, en las otras censuras y penas eclesiásticas consignadas en los Santos Cánones, en las Constituciones Apostólicas y en los decretos de los Concilios generales, princi­palmente del Concilio de Trento, en el modo y forma indicado en Nuestras Letras Apostólicas de fecha 26 de marzo de 1860.....Dado en San Pedro de Roma, el día primero de noviembre del año 1870, el vigesimoquinto de Nuestro Pontificado. ---‑Pio IX, Papa."
E. La Teología Moral Católica Mina la Fe en Dios Como Base de la Etica.       
Monopolizando la interpretación de Dios y sus leyes, la jerarquía romana quita de todos aquellos que están fuera de la casta sacerdotal, el derecho y el privilegio de entender la Biblia y de juzgar en cuanto a aquellos principios morales que se encuentra en la Escritura.
Se pretende que todo católico acepte el credo de Pío IV, y según este credo, se espera que diga algo como lo siguiente: “Admito y abrazo muy firmemente las tradiciones apostólicas y eclesiásticas y todos los estatutos y constituciones de la misma Iglesia”. Como Roma no les dice a sus fieles cuáles son aquellas tradiciones, se sigue que a un católico se le exige que crea en muchas cosas que en realidad no podría aceptar si supiera qué eran; el hecho es que no creen en ellas sino que sólo pretenden creerlas. Más aún: “Admito también la Santa Escritura conforme a aquel sentido que nuestra Santa Madre Iglesia ha mantenido y mantiene, a la cual pertenece juzgar del verdadero sentido e interpretación de las Escrituras; ni jamás las recibiré e interpretaré de otra manera que en conformidad al unánime consentimiento de los Padres.”¿Que han enseñado los Padres? Las iniquidades que hemos citado en este documen­to acerca del juego, el perjurio, el fraude, y el hurto son algunas de sus enseñanzas. ¿Qué haría el "fiel católico," en dichos casos? Ha de aceptar que son buenas las doctrinas de su propia iglesia, o si no, es hereje; pues no tiene derecho de rechazar lo que su "Santa Madre" inculca. No hay remedio; ya él ha cedido a sus guías espirituales el derecho de enseñar la doctrina moral. El mismo credo también re­quiere que diga lo siguiente: "Abrazo y recibo todas y cada una de las cosas que han sido de­finidas y declaradas en el Santo Concilio de Trento tocante al pecado original y la justificación."Parte de esas doctrinas declaradas por el Concilio Tridentino es que somos justificados por los sacramentos y por las buenas obras; las buenas obras consisten en hacer lo que manda la jerarquía. Las obras de los patriotas en sus luchas contra la Santa Sede los llevan al infierno! Sigue el Credo: "Reconozco a la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana por madre y señora dé todas las iglesias; y prometo leal obediencia al Obispo de Roma, sucesor de San Pedro, Príncipe de los Apóstoles y Vicario de Jesucristo." Esto quiere decir que cuando el Obispo de Roma absuelve a uno de su fidelidad a su gobierno, hay que obedecerlo. Además, cuando el Obispo de Roma manda que no permitan la libertad de cultos a los Protestantes, es el deber del "fiel Católico," hacer lo posible para suprimir dichos cultos. Para que la esclavitud sea completa, el católico tiene que creer lo siguiente: "Igualmente recibo sin duda y profeso todas las demás cosas dadas, definidas y declaradas por los sagrados Cánones y Concilios generales, especialmente por el santo Concilio de Trento; y condeno y anatematizo todo lo contrarío a ellas, y todas las herejías que la Iglesia ha condenado, repelido y anatematizado. Yo, N. N., confieso ahora libremente y en verdad abrazo esta verdadera fe católica; sin la cual nadie puede ser salvo; y con la ayuda de Dios, prometo retener perseverante   mente y confesar la misma entera e inviolable hasta el fin de mi vida." Todo católico ha de aceptar lo que la Iglesia ha declarado acerca de la infalibilidad papal. Esta es la doctrina:        "Enseñarnos y definirnos, sacro aprobante Concilio, que es un dogma divinamente revelado Que el Romano Pontífice, cuando habla excátedra, es decir, cuando está en el desempeño del cargo de Pastor y Doctor de todos los cristianos, en, virtud de su suprema autoridad la apostólica, define que una doctrina sobre la fe o las costumbres debe ser profesada por la Iglesia universal, goza plenamente, por la divina asistencia que le está prometida en la persona del bienaventurado Pedro, de aquella infalibilidad de que el divino Redentor ha querido que su Iglesia estuviese provista al definir su doctrina tocante a la fe y a las costumbres; y por consiguiente, que tales definiciones del Pontífice Romano son por sí mismas formables, y no en virtud del consentimiento de la Iglesia. Si pues alguno, lo que Dios no consienta, tuviese la temeridad de contradecir esta nuestra definición, sea anatema.” No solamente tiene que aceptar a ciegas la doctrina del papa cuando, pero el "fiel católico" promete obediencia al papa cuando él manda en la esfera de su propia falibilidad. Por ejemplo, en la Inquisición, según los teólogos, el papa funcionaba sin la ayuda de su infalibilidad, pero sin embargo, la desobediencia al papa era pecado mortal. Varios papas exigieron el robo (la confiscación de bienes) y el homicidio en formas de autos de fe. Según la doctrina, era preciso a los empleados del papa ser ladrones y homicidas para ir a la gloria.
Todavía, hay más. Todo buen católico ha de anatematizar a los que no aceptan tales doctrinas.
El que cree en la doctrina católica tiene que apoyar lo que la Iglesia enseña en cuanto a la moral y en cuanto a las relaciones que han de existir entre el Estado y la Iglesia. Igualmente el católico ha de creer en los métodos empleados por la Iglesia en su esfuerzo para dominar todo gobierno civil. Es más, ningún católico puede negar lo que ha hecho su "Santa Madre" tocante a los estragos cometidos en las naciones, porque no solamente es un hecho histórico, sino todo fue hecho según las doctrinas católicas. Todo esto es un asalto malicioso contra el inte­lecto humano. La incredulidad general que se ve en las naciones católicas es debida directa­mente al hecho de que los teólogos han falsifi­cado la voluntad de Dios.
Hombres pensadores no pueden creer que el Ser Supremo sea tan mezquino que pueda con­denar a los hombres buenos porque rehusen los ritos de la Iglesia Católica. Citamos del Credo: "Confieso, además, que verdadera y propia­mente hay siete Sacramentos de la nueva Ley, instituidos por nuestro Señor Jesucristo, y que son necesarias para la salvación del género hu­mano, aunque no todos ellos para cada particular individuo.... y recibo también y admito las recibidas y aprobadas ceremonias de la Igle­sia Católica." Siguen en el Credo las creencias en las imágenes, el purgatorio, la Misa, las in­dulgencias y los santos.
Cuando la Iglesia Católica insiste en que pa­ra ser salvo hay que aceptar todas esas cosas y que los que se oponen a ellas no tienen derecho de manifestar sus opiniones, ella prueba que es enemiga sin tregua de la sociedad. El Dios de los teólogos Romanos ha de ser responsable por las iniquidades enseñadas con plena autoridad del Catolicismo. Los hombres nobles natural­mente tienen por abominable tal Dios. Creyen­do que el dios católico es el único que hay, es lógico que prefieran dejar a un lado toda cues­tión religiosa y por lo tanto pasan por alto la Biblia en la creencia de que ese libro es la pro­piedad de los curas.
La historia demuestra que la filosofía cató­lica acerca del gobierno está diametralmente opuesta a todas las leyes y constituciones civiles. El Catolicismo no puede cambiar en la esencia. Que su teoría del gobierno civil es uno de sus esenciales, se ve en el hecho de que en sus bulas papales apela continuamente a la autoridad de la Escritura. Además, nunca ha habido cambio ninguno en sus declaraciones oficiales desde que la Iglesia se sometió al decreto del Empera­dor Teodosio (380), en el cual declaró que la religión cristiana era la religión exclusiva del imperio, insinuando que los disidentes podían ser muertos.
Si seguimos los resultados de los cinco suso­dichos documentos veremos que han despertado la oposición a los gobiernos civiles de una ma­nera tan completa que el mundo político desprecia por lo general la pretensión católica de la supremacía temporal.
Inglaterra y los Estados Unidos mantienen su actitud original al papado. La Carta Magna está establecida a pesar del furor de Inocente III.
Los gobiernos de Europa obligaron a los pa­pas a retirar su desmoralizante bula, In Coena Domini.
La donación del Continente Americano, que Alejandro VI hizo a Fernando e Isabel fue tan deshonesta y tan fútil como la oferta hecha por el Diablo a Jesucristo de que le darla todos los reinos de este mundo. El Sr. Alejandro no te­nía más derecho a este Continente que el que el Diablo tenla a los reinos del mundo. Los pue­blos de la América Latina, como el Nazareno al tratar con el Diablo, han dicho muy acertada­mente al Pontífice Romano: "Quítate de delan­te de mí, Satanás." Los otros pueblos de Amé­rica calificaron la oferta papal como un chiste.
Pío IX, por su maldición profana, nunca ha podido hacer más que posponer la liberación de México del crucifijo y la sotana.
El mismo abrió las diligencias de las quejas y las maldiciones cuando insultó de una manera tan malvada a Garibaldi por salvar a los esta­dos de la iglesia de la degradación papal. To­dos los papas que le sucedieron se han quejado y han maldecido; pero en vano.
The Law of Nations por Emer de Vattel, es una de las autoridades más grandes de ley inter­nacional. Monsieur de Vattel demuestra que la doctrina católica de la supremacía temporal del papa sobre el gobierno civil, es una doctrina inmutable la cual es absolutamente incompati­ble con los fundamentos de la ley internacional, que ha sido y será siempre desmoralizadora. Copiamos de su grande obra: "Consideraremos el enorme poder del papa como él primer abuso que se origina en este sistema el cual despoja a los soberanos de su autoridad en materias re­ligiosas. Este poder, en una corte extranjera milita contra la independencia de las naciones y la soberanía de los príncipes. Es capaz de trastornar a un estado, y dondequiera que se le reconoce, el soberano se encuentra imposibi­litado para ejercer su autoridad de la manera que sea más ventajosa para la nación.... Pío V, en su bula, In Coena Domini, del año de 1567, declara que todos los príncipes que introduzcan en sus dominios nuevos impuestos, de cualquiera naturaleza que sean, o que aumente los antiguos sin haber obtenido primero la au­torización de la Santa Sede, están ipso facto excomulgados. No es éste un ataque directo sobre la independencia de las naciones? En aquellos tiempos de infortunio, aquellas eda­des obscuras que precedieron al avivamiento de la literatura y la Reformación, los papas intentaron regular las acciones de los príncipes, ‑juzgar de la validez de sus tratados‑quebrantar sus alianzas y de­clararlas nulas y sin ningún valor. Pero esos intentos encontraron una vigorosa resistencia..... Esto tenía el propósito de asegurar de una manera más firme la adhesión de los ecle­siásticos para lo cual se inventó el celibato cle­rical. Un sacerdote, un prelado unido ya a la sede de Roma por sus funciones y sus esperan­zas, es por lo tanto separado de su país por el celibato que está obligado a observar....... ¡Qué multitud dé hombres están en los conventos consagrados al ocio bajo el disfraz de la de­voción! Igualmente inútiles para la sociedad           en a paz y en la guerra, ellos, ni la sirven trabajando en profesiones necesarias, ni por su va­lor en las armas, sin embargo, disfrutan de inmensos ingresos y el pueblo está obligado a sos­tener con el sudor de su frente a todo ese hato de haraganes. ¿Qué diríamos de un apicultor que protegiera avispones para que se comieran la miel de sus abejas? No es culpa de los pre­dicadores fanáticos de santidad forzada que no todos sus devotos imiten el celibato de los monjes. ¿Cómo sucedió que príncipes pudie­ron tolerar a éstos que elogiaran públicamente como la más sublime de las virtudes una prác­tica que es tan repugnante a la naturaleza como perniciosa a la sociedad? Las enormes y peligrosas pretensiones del clero son también otra consecuencia de este sistema que coloca to­das las cosas relativas a la religión fuera del alcance del poder civil.....Su cabeza, en la Iglesia Romana, obliga a los soberanos a besar sus pies; los emperadores han sostenido el freno de sus caballos, y si los obispos y aun los sim­ples sacerdotes no se levantan en la actualidad sobre su príncipe, es porque los tiempos no se los permiten; no han sido siempre tan modestos y uno de sus escritores ha tenido el deseo de afirmar que un sacerdote es tan superior a un rey como un hombre lo es a una bestia.
No contentos con considerarse a sí mismos in­dependientes con respecto a sus funciones --‑por la ayuda de la corte de Roma‑-- han procurado sustraerse enteramente, y en todos, respectos, de toda sujeción a la autoridad política...... La historia nos proporciona millares de ejem­plos dé obispos que quedaron impunes o que fueron ligeramente castigados por crímenes en que nobles del más alto rango perdieron la vida..... La existencia de un cuerpo entero de hombres, numeroso y poderoso, fuera del alcance de la autoridad pública, es una subversión completa del orden en la república y una dimi­nución manifiesta de su soberanía. Esto es una puñalada mortal dada a la sociedad cuya ver­dadera esencia es que cada ciudadano esté su­jeto a la autoridad pública." (Law of Nations, p. 67 a 72.)
Hemos visto que el romanismo genuino siem­pre degrada la vida nacional. Esta degrada­ción es moral y espiritual, lo mismo que finan­ciera e intelectual; no es el abuso del roma­nismo, sino la obra lógica de éste lo que causa tantos perjuicios, y no se debe a la obra personal de los sacerdotes, sino a la aplicación de la doc­trina católica, y esta doctrina es inmutable.
En nuestra investigación de los métodos por los cuales el romanismo obra siempre la des­trucción entre las naciones en donde tiene el predominio, hemos descubierto que la única ac­titud que puede tomar cualquier buen gobierno hacía el Catolicismo, es la de oposición.
Que el Catolicismo del siglo veinte es todavía un enemigo más mortal de todos los gobiernos civiles, se ve en su doctrina genuina enseñada en el Apéndice del Catecismo de Ripalda. Allí se requiere de una manera clara y terminante que los sacerdotes deben dirigir la vida política de sus súbditos. Ese diabólico catecismo, fiel a la infernal doctrina católica, se propone ame­drentar a los "fieles" con fuego del infierno, a menos que voten en las elecciones políticas como se lo manden sus jerarcas.     
  Cuando examinamos cuidadosamente los fun­ damentos de la enseñanza católica en cuestiones morales, nos sorprendemos de la hipocresía del clero. A las iniquidades enseñadas en su sis­tema, les llaman las leyes de Dios, la obra de Dios, la voluntad de Jesucristo, etc.         
¿Practican los sacerdotes la hipocresía que enseñan? Sí. Tómense sus métodos con el Ca­tecismo de Ripalda. Aunque éste es romanismo genuino publicado con licencia eclesiástica y por una firma católica, lo han retirado sin em­bargo de la circulación y hay muchos católicos que no lo tienen. Los sacerdotes niegan virtual­mente al público que ellos enseñan las cosas que se encuentran en ese apéndice, y llegan hasta el extremo de afirmar que no tienen doctrinas se­cretas y semi‑secretas. Cuando las doctrinas que se enseñan en Ripalda se descubren, los sa­cerdotes se lamentan, las evaden y las niegan y tienen la bajeza de afirmar que tales exposicio­nes no son sino una calumnia al buen nombre de la "Santa Madre Iglesia."
¿Qué debe hacer un gobierno con respecto a la religión católica y sus sacerdotes?
1. Darles el derecho de enseñar y practicar su religión, pública o privadamente, según ellos lo deseen. No puede prosperar ninguna nación que pretenda controlar la vida religiosa de ninguno de sus habitantes. Ningún gobierno tiene el derecho de suprimir una religión como tal.
2. Todo gobierno debe cuando menos per­mitir y proteger a todos aquellos que deseen hacer públicas las doctrinas secretas o semi-se­cretas de cualquiera sociedad o iglesia que esté establecida dentro del territorio de dicho go­bierno.
3. Después de haber demostrado que el romanismo considera como asunto de doctrina que no debe haber independencia entre la Iglesia y el Estado, ni libertad de cultos, de prensa o de conciencia, excepto la que concede la jerarquía católica, el Estado debe combatir esta doctrina pública y privadamente.
4. Demostrado que la religión católica in­cluye un mal código de moral, lo menos que pue­de hacer un gobierno, es combatir tal código. Esto se puede hacer por medio de aquellas escuelas que enseñan un sistema de moral más alto.
5. Quizás el mejor método para combatir las iniquidades del romanismo, es la publicidad. Que todos los hombres buenos que se proponen demostrar al mundo con exactitud lo que , sos­tiene la Iglesia Romana, sean protegidos y es­timulados. Sobre todo, los sacerdotes romanos deben ser obligados a llevar sobre sí la respon­sabilidad de lo que enseña‑su iglesia y de los frutos legítimos de esa enseñanza que están de­mostrados en la historia.
¿Deben las religiones no católicas sujetarse a las mismas pruebas que se emplean para es­timar la religión católica9 Indudablemente que sí. El gobierno civil debe ser imparcial. Cualquiera religión cuyas propias leyes requie­ren que ésta sea rival del gobierno civil, debe ser obligada a que tenga sus manos fuera de las riendas del gobierno. Cualquiera religión cu­yos sacerdotes deban amenazar sus fieles con dolores y castigos espirituales para impedirles que voten de acuerdo con sus convicciones, me­rece ser condenada, por el Estado. Si una re­ligión cualquiera enseña un mal sistema de ética, esa religión debe ser combatida por el go­bierno civil.
Todas las buenas religiones deben cooperar con el Estado en la educación del pueblo, y si no lo hacen el Estado tiene derecho de investi­gar el por qué.
Una religión no puede resistir la prueba de la ley, la cuál requiere que los guías espiritua­les se abstengan de controlar las acciones polí­ticas de sus miembros, esa religión tiene que adaptarse al gobierno libre, o perder el respeto la confianza de la mejor gente de la nación. Si una religión tiene miedo o vergüenza de que se examine cuidadosamente su código moral, esa religión es mala Si se requiere que las es­cuelas de una iglesia enseñen que la Iglesia y e Estado deben estar unidos y que esa Iglesia debe tener un dominio supremo con exclusión de todas las demás iglesias, no debe sorpren­derse cuando el gobierno combata sus enseñan­zas.

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