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domingo, 2 de noviembre de 2014

LA VERSION REINA-VALERA DE LA BIBLIA

LA VERSION REINA-VALERA DE LA BIBLIA
Luis D. Salem

UN ÉXITO EDITORIAL

Ninguno de los clásicos de la literatura castellana puede ufanarse del éxito que, en el terreno de la distribución, ha alcanzado la versión de la Biblia hecha por Casiodoro de Reina en el siglo XVI, durante doce años de infatigable acción. Dicha obra se publicó por primera vez en Basilea, Suiza, en septiembre de 1569, en edición de 1.100 ejemplares. Frecuentemente se le denomina “la Biblia del Oso” porque la primera página incluía, además de su título y otros datos pertinentes, la figura de un oso tomando miel de un panal. Lo reducido de la edición, según el mismo traductor, se explica por la falta de dinero y por las limitadas oportunidades de distribución, pues “se cree –dice- que por muchos años ésta no será muy buena”.

Pese a los temores de Reina su obra se ha superado. Es así como hoy una edición de un millón de ejemplares se distribuye en menos de un año. Esto se refiere a toda la Biblia ya que de los libros y fragmentos que de ella forman parte y que se imprimen y distribuyen por separado en múltiples ediciones, la distribución anual, hoy, pasa de los cuarenta millones de ejemplares. Según informes fidedignos y recientes se dice que la Biblia de Reina, en su Revisión de 1960, es utilizada en la gran mayoría de las iglesias evangélicas y aun en algunos sectores de la católica. Este último dato es muy importante ya que, hasta hace poco, la versión de Reina era causa de enconadas polémicas entre católicos y protestantes.

RAZONES DEL ÉXITO

¿A qué se debe tan resonante éxito? Por supuesto que al innegable crecimiento de las iglesias evangélicas en las comunidades de habla hispana, al despertar bíblico o reciente dentro de la Iglesia Católica, a los nuevos sistemas de distribución hoy en uso, a la fidelidad a los textos originales, a la claridad y belleza del estilo literario, pero por sobre todo, a la elegancia, sencillez y actualidad de las oportunas revisiones a que dicha obra ha sido sometida a lo largo de sus cuatro siglos de existencia. Las revisiones son para las obras literarias como las operaciones quirúrgicas y para el cuerpo humano: dolorosas, pero necesarias y vivificantes. Gracias a las revisiones que ha experimentado, la Biblia de Reina es una obra de actualidad, de lo contrario descansaría ya como joya de museo. Y para ampliar más y más al símil, diremos que las revisiones, como las operaciones, no se hace por voluntad y gusto del facultativo que las practica, sino a petición del enfermo o de sus parientes que no quieren ver morir al ser querido. Y en este caso los parientes han sido las iglesias mismas que, al no poder leer el castellano clásico del siglo XVI, han solicitado los servicios de especialistas para que, mediante una revisión juiciosa, pongan al día el vehículo –el lenguaje en este caso- en que el mensaje divino llega al corazón de las gentes.

Reina mismo, hombre culto, inteligente y lingüista nada común, vio que su obra viviría pocos años, por lo cual aconsejó que fuese revisada por equipos de eruditos piadosos, o que, si esto no fuese posible, se hicieran nuevas versiones. Así lo establece en el siguiente párrafo que copiamos, renovándolo, de su Amonestación al Lector que él mismo escribió e incluyó en la primera edición de su Biblia: “Por conclusión final de este propósito –dice Reina- diré lo que me parece acerca de este negocio. Tendrá el valor que la Iglesia del Señor le quiera dar. Y es, pues, que ya se entiende que el uso de la Divina Escritura en lengua vulgar es bien que se conceda (como el Decreto del Concilio Tridentino ha determinado) prudencia digna de reyes y pastores cristianos, sería poner en orden con tiempo y mandar hacer una versión, no a uno ni a pocos, sino a diez o doce hombres escogidos como los más doctos y píos de todas las universidades e iglesias del reino, los cuales con diligencia tal consulten el texto hebreo en el Viejo Testamento, y en griego en el Nuevo, y todas las versiones que se encuentren, y todas hagan una versión que sirviese para las escuelas, y otra popular que sirviese para el vulgo”.

REVISIONES FAMOSAS

Cipriano de Valera, amigo y compañero de Reina, fue el primero en revisar la versión mencionada, obra que vio la luz en Ámsterdam, Holanda, el año 1602. Acerca de los dones literarios de Cipriano de Valera, dice don Marcelino Menéndez Pelayo, en su Historia de los Heterodoxos Españoles: “Valera escribía con donaire y soltura… en nuestro tiempo hubiera sido un periodista de mucho crédito…” Y al comentar la revisión de la Biblia de de Reina hecha por Valera, Menéndez Pelayo dice: “Tampoco he de negar que en general mejoró el trabajo de su predecesor, y que su Biblia, considerada como texto de la lengua, debe tener entre nosotros la misma autoridad que la de Diodati entre los italianos. Al fin y al cabo está hecha en el Siglo de Oro, por más que no falten galicismos nacidos de la familiaridad del traductor con las personas y libros de los calvinistas de Ginebra”.

Después de 1602 la Biblia de Reina entró en un lamentable olvido, pues fue en 1708 cuando apareció una nueva edición, también en Ámsterdam, pero sólo del Nuevo Testamento, debidamente revisado por Sebastián de la Enzina. De esta revisión la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera publicó, un año después, una nueva que tuvo regular circulación. Ciento veinticuatro años después, más propiamente en 1832, se hizo y publicó una nueva revisión del Nuevo Testamento, esta vez bajo los auspicios de la Sociedad Bíblica Americana, debidamente cotejada con la versión de Felipe Scío de San Miguel, la revisión de Cipriano de Valera, la francesa de Martín y los originales hebreo y griego. Resulta raro que entre la revisión de 1602 de toda la Biblia y la de 1850 –que fue la segunda- hubieran pasado 248 años sin que alguien hubiera hecho algo para reparar esa falta.

Y esto es lamentable, pues, como lo afirma el doctor Eugenio A. Nida, lingüista y antropólogo; reconocido universalmente, “toda traducción de la Biblia, aún las nuevas, debe ser revisada cada veinte años a más tardar, y ninguna traducción se considera como plenamente efectiva, durante más de cincuenta años. Así de rápido es el cambio que tiene lugar en las lenguas. Esto sucede particularmente en aquellas regiones del mundo que están en pleno desarrollo y donde el impacto de los cambios sociales, políticos, económicos y tecnológicos han aumentado hasta el grado increíble la rapidez en el desarrollo de un lenguaje”.

Dado lo anterior se puede afirmar que la Revisión de 1850 fue casi una resurrección de la antigua versión hecha por Casiodoro de Reina y publicada, como ya hemos dicho, en 1569. Y es aquí donde cabe afirmar cómo los amigos de una versión antigua, y que se oponen a toda revisión, resultan los verdaderos enemigos y hasta verdugos de lo que dicen defender ya que una versión, si no se somete a un proceso de revisión quedará, después de cincuenta años de ser utilizada, en una simple pieza de museo. La paradoja es interesante y nos dice cómo los revisores considerados por algunos como adulteradores del mensaje resultan ser conservadores del mismo. Por lo menos así ha pasado con la Biblia de Reina. Ella circula hoy gracias a sus revisiones frecuentes.

Síntesis de las revisiones:

1569- Versión de Casiodoro de Reina. Reina como él mismo lo dice, no siguió “en esta traslación en todo y por todo la vieja traducción latina que está en el uso común, porque aunque su autoridad por la antigüedad sea grande, ni lo uno ni lo otro la excusan de muchos yerros que tiene, apartándose del todo innumerables veces de la veracidad de texto hebraico, otras añadiendo, otras trasponiéndose de unos lugares a otros… “A la vez confiesa haber utilizado la versión de Santos Pagnino” que a la voz de todos  los doctos en lengua hebraica es tenida por la más pura que hasta ahora hay”. Se trata de una versión al latín. También se sabe que Reina utilizó la Biblia de Ferrara (AT publicada en 1553). Justo es recordar que la versión original de Reina contenía los libros deuterocanónicos o apócrifos, los cuales dejaron de publicarse en 1826, fecha en que la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera empezó a editarla sin ellos.

En 1602 ve la luz, en Ámsterdam, Holanda, la primera edición de la revisión realizada por Cipriano de Valera.

1708- Revisión del NT hecha en Amsterdan, Holanda, por Sebastián de la Enzina, la cual volvió a revisarse en un año después por Uzigli, a petición de la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera.

1831- Revisión del NT bajo la dirección de la Sociedad Bíblica de Glasgow y reimpresa en 1845 por la Sociedad Bíblica Americana.

1850- Revisión de toda la Biblia hecha por la Sociedad Bíblica Americana, debidamente cotejada, con la versión de Scío de San Miguel, la revisión de Cipriano de Valera, la francesa de Martín y los originales hebreo y griego.

1858- Revisión del NT, preparada y publicada por la Sociedad Bíblica Americana en conjunto con la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera. Este trabajo fue revisado en 1862 por L. Lucena quien en 1837 había preparado una edición del NT basada en la versión de Félix Torres Amat.

1865- Revisión de toda la Biblia, realizada por el erudito español Angel de Mora y por el doctor Enrique B. Pratt, misionero presbiteriano en Bogotá, Colombia, quien unos años después, hizo la VM de la Biblia.

1869- Revisión de toda la Biblia hecha bajo los auspicios de la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera y reimpresa en múltiples ediciones. A dicha revisión se introdujeron –en 1870- algunas referencias preparadas pro el doctor Jorge Acton, misionero en España. Por seguro esta revisión se publicó con motivo del tercer centenario de la Biblia de Reina: 1569-1869.

1874- Nueva Revisión realizada por la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera. Desde entonces fueron introducidas gran cantidad de referencias preparadas por los doctores R. Corfield y R. Gladstone, de Madrid, España.

1883- Revisión de la Biblia, editada en Barcelona, España, por Jorge Lawrence. El trabajo de revisión se inició en 1876. En esta labor se utilizó la versión de los Salmos hecha por Pratt y la de Isaías por Luis Usot y Río.

1886- Revisión del Evangelio según San Lucas hecha por el doctor E. Reeves Palmer. En ella se utilizaron el texto original griego y algunas revisiones en español entonces en boga.

1890- Revisión de toda la Biblia realizada por la Sociedad Bíblica Británica y Extrajera. La primera edición salió en párrafos separados, con encabezados de secciones.

1895- Revisión del AT, hecha en Madrid, España, por el doctor Juan Bautista Cabrera y C. T. Tornos. Las referencias fueron preparadas por el doctor Segundo Sabio, pastor en Zaragoza y posteriormente profesor de lenguas romances en Guadalajara, España.

1909- Revisión de toda la Biblia realizada por la Sociedad Bíblica Británica y Extrajera.

1960- Revisión de toda la Biblia realizada por un Conté de eruditos latinoamericanos. Es la revisión de más uso actual en las iglesias evangélicas de habla hispana.

Largo sería hablar de las mejoras introducidas en cada una de las revisiones anotadas. Según datos que tenemos a la mano solamente en las revisiones de 1861 y 1909 se introdujeron unos 60.000 cambios de palabras y algo más de 100.000 de ortografía y gramática. Sabemos también que en la Revisión de 1960 aparecen unos 10.000 cambios nuevos. ¿En qué consisten esas enmiendas? Simplemente en la introducción de vocablos de actualidad en los lugares ocupados por términos caídos en desuso, o que tienen significados diferentes, al que tenían en revisiones anteriores y otros que hoy resultan vulgares en algunos países. Caridad, por ejemplo, se sustituyó por amor a fin de evitar que se caiga en la aceptación común de simple limosna. Por peregrino se lee ahora forastero; por conversación, que en la versión original significa conducta o manera de vivir, se cambió por estos últimos términos, ya que hoy por conversación se entiende plática o charla. La palabra gasofilacio se cambió por arca de las ofrendas; apriesa y rompido, por aprisa y roto; obrar por trabajar y parir por dar a luz. El término amortiguar, utilizado en la Revisión de 1909, se entiende hoy como atenuar, razón por la cual el texto que dice “amortiguad vuestros miembros que están sobre la tierra”, se cambio por: “Haced, pues, morir lo terrenal en vosotros”. Desde luego que el cambio de palabras implica otros cambios en la redacción de la frase porque así lo pide el idioma. Así, por ejemplo, el texto que en la Revisión de 1909, dice “Ahora permanecen la fe, la esperanza, y la caridad, estas tres: empero la mayor de ellas es la caridad”, en la Revisión de 1960, dice: “Ahora permanecen la fe, la esperanza, y el amor, estas tres; pero el mayor de ellos es el amor”.

Como sabemos, los idiomas nacen, crecen, cambian, se rejuvenecen. Y no digamos que mueren, aunque aquí sucede. Cuando los idiomas dejan de ser utilizados por el común de las gentes, las grandes obras deben ser traducidas nuevamente pero mientras las lenguas vivan, esas obras deben ser revisadas. Sólo así se evita que mueran. Los idiomas, mientras estén en vigencia, son semejantes a los niños que necesitan se les compre nueva ropa a medida que crecen. Las revisiones son a los libros como a los niños la ropa. Para aclarar un poco más este asunto incluimos a continuación un ejemplo tomado del AT (Ex. 20:1-7) y otro del NT 1 Co. 13:17). Así podemos ver lo diferente que es el castellano moderno al utilizado en los días en que Casiodoro de Reina tradujo la Biblia.


Ex. 20:1-7 en Versión Reina-Valera 1569:


CAPIT. XX

Promulga Dios fu Ley comun dividida en diez mandamientos. II. El pueblo, vifta la horrible apparencia, teme y pide a Maoyfen que fea el Interceffor entre Dios y ellos.  III. Singularmente repite la Prohibición de la idolatría, y declara que altar quiere.

1 Y habló Dios todas eftas palabras, diziendo:
2 Yo fuy Jehoua tu Dios, que te faqué de a tierra de Egipto, de cafa de fieruos,
3 No tendras dioses agenos delante de mí.
4 N te harás image, ni ninguna femejanca de cofa que efté arriba en el cielo, ni abaxo en la tierra, ni en las aguas debaxo de la tierra.
5  No te inclinarás a ellas, ni las honrraras: porque yo foy Jehoua tu Dios, Fuerte, Zelofo, que vifito la maldad de los padres fobre los hijos, fobre los terceros y fobre los quartos, a los que me aborrecen:
6  Y que hago misericordia en millares a los que me aman, y guardan mis mandamientos.
7  No tomarás el Nombre de Jehoua tu Dios en vano; porque no dará porinnocentre Jehoua al que tomare fu Nombre en vano.


A continuación el mismo pasaje en Revisión de 1960:

Los Diez Mandamientos
(Dt. 5:1-21)

20  1 Habló Dios todas estas palabras, diciendo:
2 Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.
3 No tendrás dioses ajenos delante de mí.
4 No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.
5 No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen,
6 y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.
7 No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano.


1 Co. 13:1-7, en Versión de 1569:

CAPIT. XIII.

De la excellencia de la Charidad Chiriftiana, la qual fobre todo procure el pio.
Si yo hablafe lenguas humanas y angelicas: y no tega charidad, foy metal q refluena, o campana que retiñe.
2 Y fi tuuieffe prophecia, y entendieffe todos los myfterios, y toda fciencia: y fituuieffe toda la fe, de tal manera q trafpaffaffe los montes, y no tengo Charidad, de nada (me) fiure.
4 La Charidad es fuffrida, es benigua: la Charidad no tiene envidia, la Charidad no haze fin razon, no es hinchada,
5 No es injuriosa, no bufca fus provechos, no fe irrita, no pienfa mal,
6 No fe huelga de la injusticia, mas huelga fe de la verdad:
7 Todo lo fuffre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo fupporta.
8 La Charidad nunca fe pierde: aunque las prophecias fe ayan de acabar, y las lenguas de ceffar, y la fciencia de fer quitada.


El mismo pasaje en la Revisión de 1960:

La preeminencia del amor

13   1 Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe.
2 Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy.
3 Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.
4 El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece;
5 no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor;
6 no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad.
7 Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
8 El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará.


CONCLUSION

Los ejemplos citados nos muestran lo indispensable que son las revisiones de las antiguas versiones de la Biblia. Si éstas no se hubieran realizado la Biblia de Reina estaría hoy fuera de uso. No sería un libro que guíe nuestros pasos. En otras palabras, la actualidad de la Biblia de Reina se debe a sus revisiones no a las personas que, aferradas a tradicionalismos fríos, se oponen a todo cambio. Si esto no se hace, la Versión de Reina dejará de ser útil a las iglesias, y a los individuos que en cada época y en cada situación particular quieran leerla. Hasta se nos ocurre,  y esto en forma muy personal, que para evitar tensiones y polémicas, inútiles casi siempre, las viejas versiones deberían dejar de revisarse y ceder el paso a las nuevas traducciones. Quizá esto salga más económico y hasta más efectivo para la divulgación del mensaje cristiano.


Por último, no olvidemos que, como bien lo afirma Tomás E. Elliot: “Cada generación necesita una nueva traducción de las grandes obras literarias”.

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