EL DESARROLLO DE UN MENSAJE ALENTADOR Y MOTIVADOR. - Recursos Cristianos

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martes, 10 de noviembre de 2015

EL DESARROLLO DE UN MENSAJE ALENTADOR Y MOTIVADOR.


Min. Visita a Honduras año 2013

Por Min. Ausencio Arroyo






DEFINICION:

La predicación es un acto dinámico en el cual Dios se dirige a los hombres y las mujeres fuera y dentro de su pueblo para confrontarlos con las profundas implicaciones de su obra redentora en Cristo. Es un acto integral de la adoración pública de la iglesia. Sobre todo, la predicación es un acto escatológico, por cuando atañe a los últimos tiempos y es el instrumento por excelencia del Espíritu para la salvación de los hombres.


ANALOGIAS SOBRE LA PREDICACIÓN:

Cecilio Arrastía nos habla de la importancia del sermón por medio de las siguientes metáforas.

ô   Un predicador es como un “contador de cuentos”. Nuestros oyentes están cansados, cubiertos del polvo del camino, y vienen de pelear muchas batallas. Se han olvidado de amarse a sí mismo, necesitan una nueva historia. Esta nueva historia comienza con el encuentro con Jesús.

ô   Un predicador es un “tallador de diamantes”. El texto bíblico nos llega como una roca: áspero, con colores muy especiales, sale cubierto del polvo de muchos siglos. No se puede predicar sin enamorar el texto, sin seducirlo hasta que nos entregue sus secretos más íntimos.


ELEMENTOS ESENCIALES:

ô   El sermón debe basarse en una teología trina (no afirmamos de ninguna manera la doctrina de la trinidad). La enseñanza bíblica revela aspectos de Dios en términos del ser creador y dueño del universo como el Padre, habla de Dios en cuanto encarnado en la historia, el Hijo y en tanto cercano y activo en el mundo y en la iglesia como la manifestación del Espíritu. Resaltar un sólo aspecto, lleva a una parcialización de la realidad divina, ya sea el patercentrismo, cristocentrismo (este criterio es admisible si se refiere a centrar la salvación en Cristo y no en méritos, mas no cuando esto quiera decir que se deja de lado al Padre y al Espíritu Santo) o pneumacentrismo. La predicación debe equilibrar toda la realidad divina.

ô   El sermón debe ser pertinente a la realidad humana. El ser humano es un ser integral: es cuerpo, es alma y es espíritu. El mensaje de Dios involucra la totalidad del ser. Dios tiene una respuesta a nuestras necesidades más profundas. La intención de Dios es que seamos lo más que podamos ser.

ô   El sermón debe ser liberador. La práctica de la predicación no debe caer en el error de la victimización o de la ingenuidad sobre el pecado. El hombre está sujeto a las fuerzas que determinan su existencia, las cuales superan su fuerza de voluntad. El mensaje del evangelio rompe las cadenas que atan a la persona. Rompe los malos hábitos, supera el fracaso, vence las condiciones de opresión.

ô   El sermón debe tener una forma narrativa. El estilo contemporáneo manifiesta una preferencia por lo narrativo. Anteriormente la predicación era más bien dogmática, argumentativa o esquemática, hoy gusta más una presentación sencilla, accesible a la mente, imaginativa, que involucre las emociones en las que el oyente se sienta reflejado.

ô   El sermón es una invitación a comenzar de nuevo. El creyente es al mismo tiempo justo y pecador, la ambigüedad no termina en esta realidad, por lo tanto los oyentes estarán cargando diversas culpas y vergüenzas. Una predicación culpígena genera decepción personal y un sentido de frustración. La Biblia siempre espera el triunfo del bien.

ô   El sermón es un testimonio de fe. El predicador cuenta lo que Dios ha hecho en su vida, aunque debe evitar ser el centro de atención en el mensaje. Se habla de un Dios con quien se tiene una relación personal, de un Dios conocido y cercano. Ningún preciador puede llevar a su congregación más allá de donde él mismo está.

ô   El sermón es un mensaje propositivo. La predicación ha fallado cuando se dedica a condenar, cuando está en contra de todo, pero no ofrece respuestas viables a los oyentes. Debe presentar opciones concretas a la vida de los oyentes.


RECOMENDACIONES AL PREDICADOR:

ô   Haga el sermón con suficiente anticipación. Alguien recomienda comenzar a elaborar un sermón con seis meses de anticipación. Quienes nos dedicamos a predicar regularmente, tenemos por cierto que estaremos exponiendo con regularidad la Palabra, en distintos momentos y ante diferentes auditorios. Debemos estar trabajando en diferentes sermones a la vez, no puede faltar un nuevo sermón para un funeral, siempre llega cuando menos se espera, para una boda, una acción de gracias, o los eventos de la Iglesia, la Cena de Señor, los aniversarios, las temporadas religiosas, y otros. Los sermones se van tallando poco a poco, trabajando sus partes hasta completar la obra final en la exposición.

ô   Lea poesía para aumentar vocabulario y sensibilizarnos en los diferentes estados de ánimo. Los poetas nos conectan con la imaginación y el ritmo de las palabras. Hay excelentes autores en lengua hispana o traducciones de extranjeros que han sabido expresar sobre el miedo, la envidia, el amor, la esperanza, el valor, y muchos otros aspectos del carácter humano.

ô   Lea novelas literarias que nos describen las diferentes personalidades y nos ayudan a expresar las distintas situaciones por las que atraviesa el ser humano. Para enriquecer el estilo narrativo de la predicación nos conviene aprender de los talentos que tiene el arte de la literatura. Hay obras que nos acercan a los aspectos humanos. Además podemos observar cómo mantener un hilo narrativo

ô   Lea el periódico. Una predicación relevante y pertinente debe encarnarse en los momentos de la historia. Si queremos que diga algo a la realidad que vivimos, debemos conocer esa realidad. La frase leer el periódico remite a la exhortación del teólogo Kart Barth, de mediados del siglo XX, de que el teólogo debería tener en una mano la Biblia y en la otra el periódico. En la actualidad, no se ha de tomar literalmente, hoy existen otros medios de comunicación efectivos.

ô   Recolecte ilustraciones. Las ilustraciones son como ventanas que permiten ver el panorama. Contar ilustraciones es una estrategia apropiada para que los oyentes visualicen los conceptos y para mantener la atención. Un predicador es un recolector de ilustraciones. Cualquier momento, situación o ambiente pueden suscitar un evento que puede convertirse en luz para otro aspecto que sea digno de predicarse. Tenga a la mano un cuadernillo o un trozo de papel donde anote los detalles que puede convertir en una ilustración adecuada.

ô   Sea empático. Ubíquese en los zapatos de los oyentes, no de la impresión de ser un iluminado o un extraterrestre que no se contamina con su mundo. Usted es una persona necesitada igual que los oyentes. Ame a su auditorio, anhele que salgan bendecidos con sus palabras, aun cuando estas sean de exhortación. Reconozca sus límites en la influencia y admita el proceso que llevan las personas en su desarrollo de fe.

Sin duda que la predicación es un excelente medio de bendición para los creyentes, hagamos de ella una experiencia de encuentro con Dios.

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