“Y oí una grande voz en el cielo que decía: Ahora a venido la salvación, y la virtud, y el reino de Nuestro Dios, y el poder de su Cristo. Apocalipsis 12:10a.
El objetivo específico en este artículo es reconocer que el Reino de Dios es la primera y última realidad, hacia la cual todo lo que conocemos se dirige. Y y que la verdad fundamental del Reino es que Dios es el Señor, y que la supremacia y poder de Su Hijo Cristo Jesús queda evidenciado desde su visita a la tierra hasta que entregue el poder y autoridad a su padre pasados los mil años de su Reinado.
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Una realidad que encontramos repetidas veces en la Biblia, es que Dios detenta toda la autoridad, Poder y Gloria (Mateo 6:13b). Y reconocer tal autoridad única y exclusiva en Dios; es hablar de si señorío. El Señorío de Dios consiste en reconocer que todas las cosas, conocidas o desconocidas, visibles o invisibles, y ya sea en los cielos o en la tierra, todo está sometido al poder de su voluntad.
Ya en el Antiguo Testamento, el pueblo de Israel aprendió a confesar a Dios como Señor: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es" (Deuteronomio 6:4). Esta declaración significa no solamente que Dios es uno (numéricamente hablando) sino que incluso: que Dios es ÚNICO y que nada y nadie hay como El (2 Samuel 22:32; Salmo 99:1-3 e Isaias 42:8).
En el Nuevo Testamento, la continuidad de esta idea es igualmente enfatizada. Concebir un Reino en donde Dios no tenga el señorío absoluto, es simplemente, inconcebible. Aunque lleguen a existir “fuerzas" o “poderes" malignos que se opongan al Reinado de Dios, en realidad éstos nunca pueden poner en riesgo su realización.
Por lo que Dios en ningún modo “teme" que algo o alguien puedan socavar o disminuir su autoridad, lo cual seria impensable. En todo caso, los poderes malignos toman su fuerza de la propia situación de decadencia y corrupción que hay en la humanidad, y que está fuerza de los poderes malignos se impone sobre el hombre pecador, más nunca sobre el señorío de Dios.
Romanos 1:16 dice: “porque no me avergüenzo del Evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al Judío primeramente, y también el griego".
Romanos 8:38-39 dice: “Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni Ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.subsisten 1:17:23 dice: “Para que el Dios de Nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os de espíritu de Sabiduría y de revelación en el conocimiento de Él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cual es la esperanza a que él os a llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, sobre todo PRINCIPADO Y AUTORIDAD Y PODER Y SEÑORÍO, Y SOBRE TODO NOMBRE QUE SE NOMBRA, no sólo en este siglo, sino también en el venidero; y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por CABEZA sobre todas las cosas a la Iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.
Y Colosenses 1:15-19 dice lo siguiente: “él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles o invisibles; SEAN TRONOS, SEAN DOMINIOS, SEAN PRINCIPADOS, SEAN POTESTADES; todo fue creado por medio de El y para El. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten; y él es la cabeza del cuerpo que es la Iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia; por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda la plenitud"
Concluimos en que Las Sagradas Escrituras son muy claras al hablar sobre el Señorío de Dios. Quien sentó a Jesucristo en el lugar más privilegiado (a su diestra). Es el mismo que detenta todo el poder, honor y autoridad; y tal dominio lo ejerce desde que todas las cosas fueron creadas, sean PRINCIPADOS y potestades, sean cosas invisibles o visibles. Por tanto, nada ni nadie, ni en el cielo ni en la tierra, puede detener el Reinado de nuestro amado Dios y Padre.
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