“...El Reino de Dios no vendrá con advertencia; ni dirán: Helo aquí, o Helo allí; porque he aquí el Reino de Dios entre vosotros esta" Lucas 17:20b - 21.
El objetivo especifico de este artículo es comprender cómo el Reinado de Dios es una realidad que se ha inaugurado con la primera venida de nuestro Señor Jesucristo, y que desde entonces marcha hacia su consumación en el final de los tiempos.
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La forma en que las Sagradas Escrituras (Antiguo y Nuevo Testamento) perciben la llegada del Reino de Dios, es siempre una expectativa de lo futuro, una espera de lo porvenir que vendrá de un momento a otro. Este futuro refiere a una época en la cual Dios establecerá un tiempo de Paz y Justicia perpetua para sus elegidos. ( Salmo 45:6-7 dice: “tu trono, oh Dios, es eterno y para siempre; Cetro de Justicia es el cetro de tu Reino. Has amado la justicia y aborrecido la maldad; por tanto, te ungió Dios, el Dios tuyo, Con óleo de alegría más que a tus compañeros".
Isaias 9:6-7 dice: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el Principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrá límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en Justicia desde ahora y para siempre, El celo de Jehová de los ejércitos hará esto".
Isaias 11:1-5 dice así: “Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces. Y reposara sobre él, el Espíritu de Jehová, espíritu de Sabiduría, y de Inteligencia, espíritu de Consejo y de Poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová. Y le hará entender diligentemente en el temor de Jehová. No juzgará según la vista de sus ojos, ni argüira por lo que oigan sus oídos; sino que Juzgara con Justicia a los pobres, y argüira con equidad por los mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matara al impío. Y será la justicia cinto de sus lomos, y la Fidelidad ceñidor de su cintura".
Isaias 30:18-26 dice: “Por tanto, Jehová esperará para tener piedad de vosotros, y por tanto, será exaltado teniendo de vosotros misericordia; porque Jehová es Dios justo; bienaventurados todos los que confían en él. Ciertamente el pueblo morará en Sión, en Jerusalén; nunca más llorarás; el que tiene misericordia se apiadara de ti; al oír la voz de tu clamor te responderá. Bien que os dará el señor pan de congoja y agua de angustia, con todo, tus maestros nunca más te serán quitados, sino que tus ojos verán a tus maestros. Entonces tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este es el camino, andad por el; y no echéis a la mano derecha, ni tampoco torzais a la mano izquierda. Entonces profanarás la cubierta de tus esculturas de plata, y las vestiduras de tus imágenes fundidas de oro; las apartaras como trapos asqueroso; ¡Sal fuera ! Les dirás. Entonces dará el señor lluvia a tu sementera, cuando siembres la tierra, y dará pan del fruto de la tierra, y será abundante y pingüe; tus ganados en aquel tiempo serán apacentados en espaciosas dehesas.
Tus bueyes y tus asnos que labran la tierra comerán grano limpio, aventado con pala y criba. Y sobre todo monte alto, y sobre todo collado elevado, habrá ríos y corrientes de agua el día de la gran matanza, cuando caerán las torres. Y la luz de la luna será como la luz del sol, y la luz del sol siete veces mayor, como la luz de siete días, el día que vendare Jehová la herida de su pueblo, curare la llaga que él causó."
Isaias 65:17-25 dice: “porque he aquí que yo creare nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento. Más os gozaréis y alegrareis para siempre en las cosas que yo he creado; porque he aquí que yo traigo a Jerusalén alegría, y a su pueblo gozo. Y me alegraré con Jerusalén, y me alegraré con mi pueblo; y nunca más se oirá en ella voz de lloró, ni voz de clamor. No habrá más allí niño que muera de pocos días, ni viejo que sus días no cumpla; porque el niño morirá de 100 años, y el pecador de 100 años será maldito. Edificarán casas, y morarán en ellas; plantarán viñas, y comerán el fruto de ellas. No edificarán para que otro habite, ni plantarán para que otro coma; porque según los días de los árboles serán los días de mi pueblo, y mis escogidos disfrutarán las obras de sus manos. No trabajaran en vano, ni darán a luz para maldicion; porque son linaje de los benditos de Jehová, y sus descendientes con ellos. Y antes que clamen, responderé yo; mientras aún hablan, yo habré oído. El lobo y el cordero serán apacentados juntos, y el León comerá paja con el buey; y el polvo será el alimento de la serpiente. No aflijiran, ni harán mal en todo mi santo monte, dijo Jehová.
Daniel 7:13-14 dice: Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como hijo del hombre, que vino hasta el anciano de días , y le hicieron acercarse delante de él, y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas les sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido.
El profeta Abdias dice lo siguiente en su verso 21: “y subirán salvadores al monte de Sión para juzgar al monte de Esaú; y el reino será de Jehová ".
Miqueas 5:2 dice lo siguiente: “Pero tu, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será señor de Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad.
Zacarias 9:9 dice: “Alegrate mucho, hija de Sión; da voces de júbilo, hija de Jerusalén, he aquí tu rey vendrá a ti, justo y Salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna".
Marcos 14:25 dice: “ De cierto os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo en el reino de Dios.
2 Timoteo 4:18 dice: “Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino Celestial. A el sea gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Apocalipsis 21:1-4 dice: “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. Y yo Juan vi la Santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: he aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugara Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas pasaron".
Apocalipsis 22:1-5 afirma lo siguiente: “Despues me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como el cristal, que salía del trono de Dios y del cordero. En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol era para la sanidad de las naciones. Y no habrá más maldicion; y el trono de Dios u del cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, y verán su rostro, y su nombre estarán en sus frentes. No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos.
Sin embargo, ante esta expectativa del Reinado de Dios como algo futuro, la presencia de nuestro Señor Jesucristo en la tierra introdujo un nuevo elemento en esta futuridad del Reino. Este nuevo elemento consiste en percibir el Reinado como una realidad dinámica ya en el presente y unida, de manera especial, a la persona y obra de Jesucristo. De esta forma puede decirse que la FUTURIDAD del REINO, se combina con una OPERATIVIDAD (Actualización) en el presente existencial de Jesús. Esto significa que la expectativa eminentemente futura del Reino de Dios se ha actualizando (hecho presente) en Jesús.
Y decir que la realidad del Reinado de Dios se ha actualizado en Jesús, no significa que ya no haya nada que esperar del Reino en el futuro. Pero sí quiere decir, que allí donde han sido hechas las señales del Reino (Vida y Obra de Jesús), allí ha estado el Reinado de Dios. El reinado de Dios no puede separarse de su OPERATIVIDAD (Aplicación en el aquí y el ahora). Porque su Manifestación ha sido visible y constatable por los mismos hechos que lo anunciaron. Jesús no sólo evidenció la presencia del Reino, su estancia en la tierra inauguró la llegada del Reino de Dios. Así, con Jesús y desde entonces, todo marcha en función de esa voluntad última de Dios: Su Reinado.
Concluimos en que el Reinado de Dios es una realidad que se ha manifestado ya en la presencia de nuestro Señor Jesucristo. En Jesús y con él han comenzado a tener efecto algunas de las bendiciones y promesas de nuestro Padre Celestial, así como los principios éticos de verdad y de Justicia de este Reinado. Es una bendición ahora que nosotros seamos partícipes de esta realidad en el aquí y el ahora. En el siguiente artículo abordaremos algunos de los aspectos futuros del Reinado de Dios.
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