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domingo, 6 de marzo de 2016

El interés por los demás

Para comprender el artículo es necesario hacer la siguiente lectura: Zacarias 5:3-4; 7:8-10; 8:11-17.

Hay una verdad central que no podemos obviar y es que Dios requiere que su pueblo practique la justicia.

El objetivo primordial es comprender el valor que Dios da al tratamiento justo y amoroso hacia todas las personas, tratar a los demás con el amor e interés que refleja el amor y el interés de Dios.

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La justicia fue definida por Justino Mártir como: “el continuo y firme deseo de pagar a todos lo que se les debe". Para muchas personas, justicia significa el castigo para los delincuentes; para otros, la justicia exige que los derechos civiles de uno sean reconocidos. Para el creyente en Cristo, justicia significa tratar a los demás como queremos ser tratados. La justicia y la injusticia no sólo se refleja en la manera que tratamos a los demás, sino en la forma de juzgarlos.

El pueblo pensaba que con ayunos podían apaciguar la ira de Dios. La respuesta de Dios fue reprender contra la religión formalista y amonestarlos a que siguieran la verdadera religión. Dios se interesaba en que la justicia social prevaleciera entre su pueblo. Fue la perversión de la justicia lo que llevó a la nación a la ruina y a los 70 años de cautiverio en Babilonia. Si los ricos y poderosos comenzaban de nuevo a aventajar sus intereses a consta del pobre y débil, el juicio sería derramado otra vez sobre la nación.

Sin embargo, en el capítulo 8:11-17 Dios deja entre ver los beneficios de la justicia. Dios promete restaurar a Jerusalem, y anima a su pueblo: Esfuercense vuestras manos.... Para edificar el templo. Dios promete llevar al pueblo a Jerusalén, donde me serán por pueblo, y yo seré a ellos por Dios en verdad y en Justicia. Por supuesto que las bendiciones de Dios dependían del retorno a la justicia de parte del pueblo: cada uno hablando la verdad y tratando justamente a su prójimo. Ya no cometerían perjurio. Los juramentos que hacían en los tribunales debían ser verdaderos. El cohecho malévolo en contra de los demás debía Cesar. “Porque todas estas cosas son cosas que yo aborrezco", dijo el señor (v. 17). 

Ante todo lo expuesto surgen ciertas preguntas: ¿que características materiales del rollo indicaban la importancia de su mensaje? ¿Que clase de protección del juicio de Dios buscan hoy los pecadores? ¿Como podía la injusticia constituir un problema entre el pueblo al que Dios había encargado sus leyes y Mandamientos? ¿Porque repitió Dios la importancia de la justicia con tanta frecuencia?

Todo lo antes mencionado lo aplicamos de la siguiente manera: La debida relación con Dios y la debida relación con las demas personas están íntimamente relacionadas. A veces nuestra comunión con Dios es estorbada porque hemos tratado a alguien injustamente. Puede ser difícil acercarse a Dios en oración cuando hemos abrigado pensamientos poco amables en contra de los demás.

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