Muchas personas creen que los himnos son la mejor forma de adoración. Otros consideran que son los cantos de alabanza los que llegan como olor fragante ante el Señor. ¿Cuál de las dos partes está en lo correcto? ¿Qué y cómo se debe cantar en la iglesia? Este tema ha generado en las últimas décadas mucha controversia y discusiones en las iglesias. El autor proporciona varios consejos que lo pueden ayudar a solucionar este conflicto.
Luché si en permitirle o no a Luis cantar durante el culto de adoración de la mañana. Me sentí incómodo con una de sus elecciones: un canto en ritmo de rock y hecho en falsete. Sin embargo, hice caso omiso de mis reservas: el canto era teológicamente correcto y tenía un mensaje claro. Después, un líder de la iglesia le dijo a Luis que su canto era «una abominación que arruinó totalmente el culto de adoración» y que «este tipo de cosas no tienen lugar en la iglesia de Jesucristo» y que un hombre cantando en falsete no era algo «natural». No pasó mucho tiempo para que Luis dejara la congregación. «Es obvio que este grupo nunca aceptará lo que tengo que ofrecer», me dijo. «Quiero usar los dones que me ha dado el Señor».
El debate del estilo de música usado en la adoración es algo que genera bastantes desacuerdos. Aquellos que prefieren los himnos tradicionales chocan con aquellos que traen al santuario tambores y guitarras. Las personas de cada lado del debate creen defender la forma en que Dios desea ser adorado.
¿Pueden las congregaciones alcanzar una paz duradera con respecto a este problema?
Aquellos que prefieren los himnos y aquellos que prefieren los cantos a menudo resienten sus diferencias. Como pastor de ambos, trato de hacer un énfasis en cinco aspectos.
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Este problema no es nuevo.Le recuerdo a aquellas personas que prefieren los himnos que los cantos que consideran tradicionales alguna vez fueron nuevos, radicales y controversiales. El escritor de himnos Isaac Watts compuso su música como una reacción en contra de la música aceptada por la iglesia en ese entonces. Actualmente, sus obras (entre ellas «Oh Dios, nuestra ayuda en tiempos pasados», «Al mundo paz», «Cuando contemplo la maravillosa cruz», «¡Ay! ¿Sangró mi Salvador?») forman parte del repertorio de la iglesia. Es difícil creer que alguna vez fueron la novedad en los cultos. En el pasado, Dios le dio a las nuevas generaciones nuevos cantos y no hay razón para creer que no está haciendo eso ahora. El día en que Fanny Crosby murió no fue el día en que la música de Dios murió. Aquellos que insisten en que la música de alabanza contemporánea es la forma para adorar a Dios no deben borrar dos mil años de historia de la iglesia. Aquellos que ya se han ido tienen mucho que enseñarnos acerca de quién es Dios y cómo acercarse a él. Una razón por la cual los himnos no siempre son apreciados es porque los pastores a menudo delegan la elección de la música de adoración a un grupo de alabanza conformado por personas laicas talentosas. No obstante, dichos grupos a menudo tienen una predilección por la música de adoración y podrían incorporar más cantos de alabanza que los que el resto de la congregación puede tolerar. Le pido al grupo de alabanza su aporte; sin embargo, soy yo el último quien tiene la palabra acerca de cuáles y cuántos cantos se seleccionarán e incluso cuántas veces se cantará cada uno de ellos. Esto ayuda a tener un balance en la adoración y a prevenir que haya críticas innecesarias. Al aceptar esa responsabilidad, también trato de proteger al grupo de alabanza de las críticas. Si hay que culpar a alguien, yo seré el único responsable.
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Nuestra identidad en Cristo, no nuestros gustos en común, es lo que nos une.Las iglesias del Nuevo Testamento estaban conformadas por personas de diferentes edades, sexos, razas, y niveles socioeconómicos, quienes se unieron debido a su creencia en común en Jesús. Cristo les dio su identidad y, por tanto, su unidad. En una era de posiciones mercantiles dirigidas a la primera, segunda y tercera generación, hemos estado acostumbrados a que las cosas se hagan a nuestro estilo. Pero, ¿necesitamos realmente congregaciones de un solo gusto?¿Qué pasaría si personas con distintos gustos musicales se llevaran bien debido a su compromiso en común con Cristo? ¡Qué testimonio para el mundo exterior! Planeamos regularmente «Cultos de himnos» y también «Noches de alabanza y adoración» por separado. Con esto afirmamos que cada estilo musical es un vehículo para alabar a Dios. Se le permite a las personas tener más tiempo con la música que les agrada.
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La adoración es colectiva.¿Cómo sería nuestra adoración si preguntáramos «¿Cómo puedo unirme a aquellos que están a mi alrededor?» en lugar de «¿Qué obtendré de esto?»? La adoración colectiva es justamente eso —colectiva. Algunas veces, los estilos de adoración individuales, aunque son válidos para ciertas ocasiones especiales, deben ponerse a un lado para que la congregación entera pueda ser tocada por Dios. En la privacidad de nuestras casas, podemos poner la música que más nos gusta y repetir los cantos una y otra vez. Pero durante la adoración colectiva, se debe considerar las necesidades de cada persona. Esto es lo que Pablo enseña en 1 Corintios 12.13–25: «Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo…».El concilio de nuestra iglesia quedó desconcertado cuando las personas empezaron a quejarse: «La iglesia ha cambiado tanto desde que empezamos a cantar esos nuevos cantos». Al inicio de cada culto, habíamos añadido diez minutos de cantos, pero el resto del culto de adoración seguía la misma liturgia que siempre se había tenido. Finalmente nos dimos cuenta que en casi todas las actividades de la iglesia —cenas especiales, días de campo, reuniones de la congregación, fines de semana misioneros— también se cantaban cantos de alabanza. Antes de cantarlos a menudo decíamos «Ahora pasemos cierto tiempo adorando al Señor», esto sugería que los cantos de alabanzas que seguían eran la única forma válida de adoración. Disminuimos parte de la tensión al decir durante nuestra liturgia regular: «Vamos adorar a nuestro Señor presentándonos en silencio ante él», o «Vamos a alabar a Dios leyendo todos juntos el Salmo 100», o «Vamos a cantarle al Señor varios de nuestros himnos favoritos».
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Amor significa sacrificio.La Escritura llama a los cristianos a amarse los unos a los otros de la misma forma en que Jesús amó a la iglesia (Juan 13.34). Eso significa sacrificio; ofrecemos nuestro ser a aquellos que están a nuestro alrededor. ¿No me amas lo suficiente como para cantar mis cantos? ¿No te amo lo suficiente como para cantar tus himnos? Si la respuesta es no, entonces nuestros problemas son mayores que el tipo de música que se debe usar en el culto de adoración (1 Juan 3.14–16). En ninguna parte en el Nuevo Testamento se le ordena a los creyentes gastar su tiempo y energía tratando de concordar al cien por ciento. En su lugar, las Escrituras aclaran que los cristianos no siempre estarán de acuerdo (Hch 15.36–40), pero debemos, en palabras de Pablo: «…recibíos los unos a los otros, como también Cristo nos recibió, para gloria de Dios» (Ro 15.7).
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Cada iglesia es maravillosamente única.Cada iglesia local es una creación única de Dios; nunca habrá dos iguales. La respuesta a la pregunta: «¿Por qué no podemos ser como la iglesia de la esquina?» es «Nosotros no somos esa iglesia». El problema no es si la iglesia puede cambiar; el cambio es parte de la vida y parte de una congregación vital. Pero el cambio es generalmente paulatino. A menudo las personas se quejan: «¿Qué les parece si planificamos cantar un himno una vez al mes? Todavía tenemos que cantar esos cánticos aburridos el domingo en la mañana». O «Claro que cantamos cantos de alabanza y adoración, pero sólo diez minutos antes de que el culto comience». Es como si la iglesia estuviera diciendo que no son importantes.Las personas no siempre pueden ver que lo que más les disgusta de la mañana del domingo podría estar relacionado con incluir más de lo que ellos quisieran. A medida que la congregación acepte la música nueva, el liderazgo a menudo está más abierto a realizar cambios.
Steve Bierly es pastor de The Cobblestone Church en Schenectady, Nueva York. Este artículo se público por primera vez en Leadership Journal, usado con permiso. Título del original: Sparring Over Worship: 5 points to make when your congregation dukes it out over musical stylesCopyright © 1997 por el autor o por Christianity Today International/Leadership Journal. Traducido y adaptado por DesarrolloCristiano.com, todos los derechos reservados.
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