CONSAGRACIÓN A LA PALABRA - Recursos Cristianos

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martes, 13 de octubre de 2015

CONSAGRACIÓN A LA PALABRA

 
Te doy gracias, Padre porque me has regenerado por medio de Aquél que es la Palabra hecha carne, y puso su morada entre nosotros por el poder de tu Santo Espíritu.             
Señor me consagro a tu Palabra que es “viva y eficaz, Heb. 4, 12 y más cortante que espada alguna de dos filos”, para que penetre hasta lo más profundo de mi corazón.
 Que tu Palabra sea el alimento de mi vida, y fortaleza  Dt. 8, 3 de mi espíritu, “ya que no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de tu boca, Señor” Sal.119. 105  Y así, tu Palabra se convierta en “lámpara que guíe mis pasos, y luz que alumbre mi sendero”  “¡Que nunca me Jos. 1,7–8  aparte de tu Palabra, ni a la derecha ni a la izquierda, y así tenga éxito donde quiera que vaya! ”.
Tito. 1, 9  Por lo cual, “ me consagro a leer, estudiar, meditar, orar  y vivir tu Palabra viva “;  “ a estar adherido a Ella, 2Pe 2, 19  de tal modo que se encarne en mi vida,  y llegue así a convertirme en siervo de la Palabra ” ;  “ para que sea el   2Tim 3,16  cimiento de mi vida,  y esté preparado para cualquier obra buena“ “para que pueda proclamar con poder y Rom 1, 16  autoridad tu Palabra,  que es  “ poder de Dios para salvar a todo el que cree ”.
Sé que, por mis propias fuerzas, no podré cumplir esta consagración. Por lo cual,  pido al Espíritu Santo que me conceda  sabiduría, inteligencia y perseverancia para comprender  y  vivir  tu  Palabra.

Objetivo  General:
El alumno reflexionará en la revelación de Dios (Palabra), para analizar y meditar a la luz de ella que es lo que podemos conocer y entender sobre el autor de la misma Palabra (Dios) y en sus diferentes maneras en que se ha manifestado a los hombres. 
También el alumno será invitado a tener un encuentro personal con el Dios bíblico, a través de meditar  en las Sagradas Escrituras. Esperando que esta reflexión influya  directamente en su realidad histórica.

Naturaleza  de  la  Teología.
Necesidad  natural  de  conocer  a  Dios.  
Del  griego :  “Theo – logía”  >  “Tratado de Dios”,  “Ciencia de la fe”.    Es el estudio sistemático sobre Dios.
Desde el  S. XII  entró en el vocabulario cristiano.
Origen de la Teología.
-   Nace de  la misma fe de  la Iglesia, de la  pregunta cristiana de por qué  creemos lo que creemos.
+  Nace de la misma vocación misionera de la Iglesia, y su necesidad de propagar la fe,  buscando le mejor forma de presentar la fe a los demás.
+  Nace del dinamismo del amor, pues cuando se ama a alguien, se quiere conocer más.

Definición.  
“Ciencia que tiene a Dios por objeto”.  Se basa en la Revelación como primera fuente, pero utiliza además la Reflexión y la fe.
 
Objeto de la Teología.
 
+  Objeto material o contenido:    Dios.
+  Objeto  formal o  punto de vista:    Dios como Trinidad  o  Dios  Revelador, no como  Creador,   sino desde el punto de vista de Cristo  o  la  Palabra.
 
 Características  de  la  Teología:
+  Histórica:   o sobre hechos sucedidos en la historia del hombre.     
+  Crística:   cuyo centro es Cristo.
+  Eclesiológica: guiada por la Iglesia como maestra autorizado por Cristo      
+  Antropológica: como servicio a la parte espiritual del hombre.
 
Finalidad  de  la  Teología:     
+  Eclesialidad  o servicio a  la Iglesia dentro de la comunidad cristiana.
+  Misión  o servicio a la Palabra Revelada, a la Verdad.
 

Método o dos momentos en el hacer teológico :    
+  Teología  positiva    (escucha de la fe y del dato revelado:  auditus fidei ).    
+  Teología  especulativa  (pensar la fe:  intelectus  fidei ).
 
INTRODUCCIÓN:
“Donde quiera que haya un grupo de creyentes reflexionando sobre la Palabra divina con el fin de servir a Dios y cumplir más cabalmente su misión en el mundo, allí hay un pensamiento teológico”
La reflexión teológica toma múltiples formas: afirmaciones dogmáticas, estudios bíblicos en el hogar, cantos, arte religioso, arquitectura, liturgia, y por supuesto la predicación y la consejería.
La teología cristiana es ante todo la reflexión de una comunidad de creyentes a la luz de la Palabra revelada, proclamada y vivida con el fin de hacer cada vez más clara su comprensión de la fe y más eficaz su obediencia.
“Pensar teológicamente es luchar por relacionar lo que creemos con lo que vivimos; es poner en diálogo crítico los credos antiguos con los acontecimientos de nuestra actualidad diaria; es situar nuestra existencia histórica a la luz de la fe, para que esta resulte no sólo relevante, sino también pertinente y fiel a lo que Dios desea hacer en cada generación. Y esta lucha por la pertinencia de la fe tiene que ver con «la teología de todos los días», y es tarea que nos corresponde a todos como pueblo de Dios; querámoslo o no; sepámoslo o no”.
La teología es necesaria: sin un conocimiento más profundo y coherente de la doctrina cristiana mal se puede enseñar, predicar, evangelizar, traducir la fe en acción. Pero, además de necesaria, es inevitable: cada vez que, como creyentes, abrimos la boca, aunque sea sólo para leer un texto, estamos, incluso en las palabras que realzamos en la simple lectura, interpretando, diciendo algo de Jesucristo, de Dios, de la fe, de la iglesia, de la salvación, algo que es bueno o malo, verdadero o distorsionado, constructivo o negativo, claro o confuso, oportuno o desubicado.
LOS APARTADOS DE LA TEOLOGÍA SISTEMÁTICA:
Teología propia.- Estudio de Dios como Doctrina. 
Cristología.- Estudio de Jesús, como ser histórico y a Cristo como profesión de fe; a Jesucristo como centro de la fe.
Pneumatología.- Estudio sobre el Espíritu.
Eclesiología.- Estudio sobre la comunidad o Iglesia desde la perspectiva bíblica. 
Antropología.- Estudio del ser humano (hombre).
Hamar teología.- Estudio del Pecado.
Soteriología.- Es el estudio sobre la Salvación.
Escatología.- Estudio de los tiempos finales.

TEMA: LA REVELACIÓN DE DIOS.

“Muchas veces y de muchos modos habló Dios a nuestros padres”
( Hebr. 1,1 )

“Hay que tomar de la manera más seria posible el principio de que a Dios nadie le ha visto.
Ni puede llegar a verle cara a cara en esta vida, según san Pablo (1
Tim 6,16). No podemos ver la esencia misma de Dios con los ojos del rostro o de la mente. Olvidar este principio, puede dar lugar a formas antropomórficas de concebir la revelación. Puede dar lugar a confundir a Dios con sus mediaciones, de suerte que se confunda a Dios —que se revela en lo otro, manteniéndose escondido en sí mismo— con la traducción humana de lo divino; se confunde lo reflejado en la pantalla con la última realidad escondida; se tiende a rasgar del todo el velo que manifiesta a Dios, pero que a la vez lo vela, y entonces perdemos la percepción del velo simbólico y el vislumbre de Dios en claroscuro.
Lo más sublime de este mundo todavía dista infinitamente de la infinita perfección de Dios Otro ejemplo señero: las palabras de Dios que son las Escrituras no son todavía la Palabra única de Dios, su Verbo eterno, que esas palabras a la vez des-velan y velan. Con todo, la afirmación del principio de la invisibilidad de Dios no eclipsa el gran misterio de comunicación de Dios, que se da a conocer en Palabra y en Espíritu, ya que si nuestra mente tan sólo llega hasta Dios a través de los peldaños de las mediaciones, El se llega hasta nosotros en la inmediatez de su amor espiritual”.

¿QUE ENTENDEMOS POR REVELACION?
Definición :   la  autocomunicación  de  Dios  al  hombre  sobre  Dios  mismo,  su  voluntad  o  designio  de  salvación,  el  mundo  y  el  hombre  ( su  origen,  su  naturaleza  y  destino ).
«Acontecimiento de una autocomunicación divina: como encuentro con la realidad de Dios que juzga y redime» 
La revelación es a la vez manifestación y comunicación de Dios; es realidad que lleva a cabo los designios de Dios en la historia humana, y es mensaje que se traduce a términos humanos en labios de los profetas, o de Cristo, para iluminar el mundo misterioso de los acontecimientos salvíficos; porque la Palabra de Dios no se contenta con decir e informar, obra además lo que significa, cambia la situación de la humanidad, procura la vida que anuncia.
La fe realiza el encuentro entre Dios revelador y el hombre. Por medio de la revelación, Dios se abre al hombre en una confidencia amorosa y lo invita a un trato amistoso; y por medio de la fe el hombre responde a la llamada de Dios, se entrega a él y se deja dirigir por su Palabra. Pero cuando Dios se revela al hombre lo hace de una manera proporcionada a su condición, por consiguiente, la revelación debe tener unos rasgos específicos:
a).- Tiene un destino universal, pues se dirige a todo el género humano: “Id y haced discípulos a todas las gentes”, dice Jesús en Mt 28,19.
b).- La revelación es pública y es social. No es un secreto que les confía a cada uno para que lo guarde en el fondo de su corazón, sino una buena nueva destinada a ser transmitida y proclamada en la plaza pública. Pedro, el día de Pentecostés, grita en alta voz delante de la multitud la buena nueva de la salvación, a fin de hacerla pública, notoria, oficial (He 2,14)
c).- La revelación es jerárquica. No se le comunica inmediatamente a cada uno, sino por medio de testigos privilegiados escogidos por Dios, que son los profetas y los apóstoles (He 10,41).
d).- La revelación es progresiva, el hombre no posee en bloque toda su perfección. Dios se comunica con el hombre por los caminos de la carne y de la historia, pues tras haber comenzado en el origen del mundo, la revelación se fue desarrollando en cualidad y en cantidad a través de los siglos, madurando poco a poco y haciendo madurar al hombre para prepararlo a la plenitud de los tiempos en Jesucristo: “De una manera fragmentaria y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros padres por medio de los profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo a quien instituyó heredero de todo” (Heb 1,1.2).
e).- Finalmente, por ir destinada a ser recibida por una inteligencia humana, la revelación tiene que acomodarse a las condiciones del conocimiento humano. Nuestro cerebro percibe su objeto por medio de los sentidos, por eso la revelación se nos comunica por medio de imágenes, de símbolos, parábolas, de alegorías, etc.

2 TIPOS DE REVELACION:
REVELACIÓN GENERAL.
REVELACIÓN ESPECIAL.

Revelación general: Hablar de la revelación general es hablar de aquellas manifestaciones de Dios que se dan a todos los hombres en todo tiempo y en todo lugar. 
Encontramos en la Biblia ciertas indicaciones con respecto a esta revelación.
Así vemos por ejemplo referencias a la obra de Dios en la naturaleza  y la justicia providencial de Dios en recompensar a los buenos y castigar a los malos (Job 36, 37), el poder de Dios en la naturaleza (Sal. 29).  Se dice que toda la tierra está llena de la misericordia de Dios (Sal.33.5).  Se afirma que Dios es la esperanza de todos los términos de la tierra (Sal. 65:5) y que todos los habitantes de la tierra temen sus maravillas (Sal.65:8).  Y en muchas formas se habla de las obras de Dios en la creación y la providencia (Sal.90, 104, 107, 145, 147). 
La Escritura trata también de una intervención de Dios en los destinos de las naciones (Sal.33:10   67:4).  Es Jehová quien aporciona su heredad a las naciones (Dt.32:8   Hech.17:26).  Es por Jehová y por su sabiduría que reinan reyes y príncipes (Prov. 8:15, 16    Rom. 13:1).  El hombre mismo es obra de Dios (Job 33:4) y el espíritu del hombre es una lámpara de Jehová (Prov. 20:27  Job 32:8).  Es Dios quien ha puesto eternidad en el corazón del hombre (Ecl.3:11).
Los lugares clásicos para la revelación general son Sal.19.1.  “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia las obras de sus manos…” y el pasaje conocido de Rom.1:18-20
Pero es bueno observar también que el NT conecta esta revelación general de manera especial con Cristo.  En Juan 1 se habla de Cristo como el Verbo de Dios que se ha hecho carne (vs.14), y se afirma de este Verbo que “todas las cosas por él fueron hechas” (vs.3),  que en “el estaba la vida y la vida era la luz de los hombres” (vs.4), que “aquella luz, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.  En El mundo estaba y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.  A lo suyo vino y los suyos no le recibieron”  (vss. 9 – 11).  Este concepto de la iluminación del Verbo o Logos de Dios ha tenido una historia notable en la historia de la teología.
Como toda revelación, la revelación general tiene un valor positivo para el hombre.  En toda revelación Dios se da a conocer a sí mismo y en toda revelación Dios llama al hombre a una relación con él (Hech.17:27). Especialmente para el cristianismo, hay gran valor en la revelación general porque le permite apreciar las obras y maravillas y soberanía de Dios.  El cristiano tiene la ventaja de ver esta revelación general a través de “los lentes” de la Escritura. En una reflexión sobre Is.28:24-29 que la revelación general en cierto sentido nos permite decir “que todo conocimiento de la naturaleza y la historia, así como se adquieren y se aplican en profesión y empresa; en comercio y técnica, en ciencia y arte, se debe a la revelación de Dios.  Porque todos estos elementos de la cultura existen sólo por cuanto Dios ha puesto sus pensamientos y potencias en su creación, que el hombre bajo su guianza con el tiempo aprende a entender.”
Así es que debemos concluir que el conocimiento que la revelación general nos brinda es verdadero pero inadecuado. Apenas  sirve para dejar al hombre sin excusa delante de Dios. La revelación general no apunta a Cristo quien es el único camino al Padre (Ju.14:6). El conocimiento que nos brinda no es un conocimiento salvador, no brinda un conocimiento de la gracia, del perdón; no permite una regeneración; no nos introduce a la fe ni al amor. Permite una religio naturales pero no salutaris (una religión natural pero no salvadora)

Revelación Especial (La Palabra).-  

“Toda la escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia”.
1 Tim. 3.16.
“Escudriñad las escrituras, porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mi”.
Juan 5.39

Características de la Revelación Especial:
Iniciativa  divina,  libre y por  amor. 
Intervención  de  Dios  en  la  Historia  humana  a  través  de  su  palabra  profética,  y  a través  de  hechos  milagrosos  o  sobrenaturales  de  redención.
Inicio  de  la  Revelación  de  forma  oral,  pasando  a la  escritura  posteriormente  (  S.  III  a.C. )  para  convertirse  en   un  canon  o  depósito  de  fe  sagrado  y  eterno.
Inspiración  de  la  palabra  contenida  en  la  Revelación  en  cuanto  que  infalible  respecto  al  mensaje  de  salvación,  por  ser  Dios  el  autor  principal  y  el  hombre  el  autor  material  o  instrumental. 
Diálogo  personal  de  Dios  con  el  hombre  que  emplea  los  diversos  lenguajes  humanos  o  géneros  literarios  ( simbólico,  histórico,  poético,  canción,  novelístico,  didáctico,  etc ).
Es la Biblia que nos brinda los datos para hacer estas afirmaciones.  Es también la Biblia que nos muestra que Dios efectivamente ha ido más allá de una revelación general en su trato con el hombre.  No sólo después de la caída, sino aún antes de la caída, en el huerto del Edén, Dios se dirigió al hombre en forma directa (Gén.1:28-20    2:16,17)
La revelación especial difiere de la revelación general tanto por su contenido como por los medios empleados.  Mientras que la revelación general da a conocer el eterno poder y la deidad  de Dios (Rom.1:20), la revelación especial nos da a conocer a un Dios trino (Gén.1:26   Mt.28:19).  Mientras que la revelación general se da en las mismas estructuras de la creación, el gobierno soberano de Dios en la creación, y la constitución del hombre como criatura, la revelación especial advierte una acción directa y personal de Dios por medio del cual se acerca  al hombre.
Se ha definido la revelación especial como “el acto consciente y libre de Dios por medio del cual se da a conocer al hombre, para que éste llegue a ponerse en relación correcta con él.
Aquí podemos en breves palabras afirmar las siguientes características de la revelación especial:
 
No se trata en esta revelación de una mera enseñanza sino de una enseñanza y evento, de verdad y vida, de palabra y hecho.  El Dios que habla es el Dios que actúa en la historia
Esta revelación es profundamente personal. Es Dios quien se da a conocer a sí mismo como persona.  No es un ser abstracto sino un Dios personal que nos viene al encuentro en la Biblia.

Esta revelación es relacional.  Ya dijimos que busca restaurar la relación del hombre con Dios.  En esta revelación no encontramos meramente un conocimiento “en cuento a” Dios, sino un conocimiento “de” Dios.  Es una revelación que nos pone en contacto con él.  Esto nos lleva a dos observaciones:
Esta revelación es una revelación histórica, ya que nos cuenta el desarrollo de una relación personal entre Dios y el hombre, Dios y Abraham, Dios e Israel, etc.  Es a través de esta relación personal que Dios se da a conocer en la historia.
Y también es una revelación esencialmente soteriológica.  Su finalidad es la restauración del hombre caído. Hay un sentido en que la revelación especial es remedial, aunque no lo es exclusivamente.  La historia de la revelación que llega a nosotros espera una respuesta.  Al hombre le toca responder a la revelación conociendo, sirviendo y amando con todo su corazón y toda su mente.
Esta revelación se puede llamar también “antrópica” siendo que Dios utiliza un lenguaje y categorías humanas para darse a conocer. Es una revelación que se centra en la encarnación de Dios, donde Dios mismo se hace hombre. Dios mismo busca al hombre y llega al hombre en categorías humanas que el hombre puede captar.  La Biblia nos muestra que el punto culminante y a la vez el centro de esta revelación es Cristo.  Antes de Cristo toda revelación prepara el camino para su venida, después toda revelación es derivada de él. El Espíritu derramado sobre los apóstoles en el Día de Pentecostés glorifica a Cristo, asegura la permanencia de la revelación en Cristo y asegura que esa revelación llegue a  todos los hombres. En cierto sentido la obra del Espíritu Santo continúa, porque es él quien da testimonio en nuestros corazones de la verdad de la revelación que recibimos en Cristo, pero esta actividad no agrega nada nuevo a la revelación, apenas permite la apropiación de la revelación en la vida de la persona
Tomás de Aquino describió así este proceso: “Existe un triple conocimiento de las cosas divinas. En el primero, el hombre, gracias a la luz natural de la razón, se eleva al conocimiento de Dios por las criaturas; en el segundo, la verdad divina, que desborda los límites de nuestra inteligencia, baja hasta nosotros por medio de la revelación, no ya como una demostración que tengamos que comprender, sino como una Palabra que hemos de creer; en el tercero, el espíritu será elevado a ver perfectamente lo que Dios le reveló”. 

TEMA: “LA  FE”
LA  FE  COMO  RESPUESTA  AL  LLAMADO  DE  LA  PALABRA  DE  DIOS.
“A sí que la fe viene por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios”
Rom. 10.17
“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”
Heb. 11.1

¿Qué es fe?
¿Qué significa tener fe?
La  fe  como  una  decisión  y  un  don. 
La fe es el principio de la salvación humana.  Es una virtud sobrenatural por la que,  con inspiración y ayuda de la gracia de Dios,  creemos ser verdadero lo que por Él ha sido revelado.
La fe es en sí misma un don de Dios que mueve al hombre a aceptar el mensaje de Dios por medio de una iluminación o inspiración del Espíritu Santo,  que da la suavidad de la adhesión.
Acepto el mensaje revelado,  apoyado en Dios mismo,  en su gracia,  aunque quizá no entienda el contenido de lo revelado.
Aunque existe una capacidad física de la razón natural para alcanzar un conocimiento cierto de la revelación y para probar el hecho de la revelación,  ello no significa que el proceso de la fe se lleve a cabo con las solas fuerzas naturales,  sino que se necesita el auxilio de la gracia divina   (gracia sanante)  que invita y atrae interiormente a creer.  Esta es propiamente la fe,  “un don puro de Dios,  un acto que pertenece a la obra de la salvación,  obra por la que el hombre presta a Dios mismo,  libre obediencia,  consintiendo y cooperando a su gracia,  a la que pudo resistir”.
Así pues,  primeramente la fe implica un momento de razón  ( al hombre le tiene que constar que hay motivos suficientes para creer,  de otro modo su decisión sería irresponsable e inhumana ).  La razón es condición para nuestra fe sea humana,  pero no es causa de la fe,  sino condición,  pues la fe es un don de Dios que atrae por ser de Dios mismo,  y que hace que el hombre acepte la palabra de Dios.

Acerca de las características de la fe:

La fe es una gracia.- Cuando Pedro confiesa que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios vivo, Jesús le declara que esta revelación no le ha venido “de la carne y de la sangre, sino de mi Padre que está en los cielos” (Mt 16, 17). La fe es un don de Dios, una virtud sobrenatural infundida por El. “Para dar esta respuesta de la fe es necesaria la gracia de Dios, que se adelanta y nos ayuda, junto con el auxilio interior del Espíritu Santo, que mueve el corazón, lo dirige a Dios, abre los ojos del espíritu y concede ‘a todos gusto en aceptar y creer la verdad’” 
La fe es un acto humano.- Sólo es posible creer por la gracia y los auxilios interiores del Espíritu Santo. Pero no es menos cierto que creer es un acto auténticamente humano. No es contrario ni a la libertad ni a la inteligencia del hombre depositar la confianza en Dios y adherirse a las verdades por El reveladas. Ya en las relaciones humanas no es contrario a nuestra propia dignidad creer lo que otras personas nos dicen sobre ellas mismas y sobre sus intenciones, y prestar confianza a sus promesas (como, por ejemplo, cuando un hombre y una mujer se casan), para entrar así en comunión mutua. Por ello, es todavía menos contrario a nuestra dignidad “presentar por la fe la sumisión plena de nuestra inteligencia y de nuestra voluntad al Dios que revela” y entrar así en comunión íntima con El.
La fe y la inteligencia.- El motivo de creer no radica en el hecho de que las verdades reveladas aparezcan como verdaderas e inteligibles a la luz de nuestra razón natural. Creemos “a causa de la autoridad de Dios mismo que revela y que no puede engañarse ni engañarnos”. “Sin embargo, para que el homenaje de nuestra fe fuese conforme a la razón, Dios ha querido que los auxilios interiores del Espíritu Santo vayan acompañados de las pruebas exteriores de su revelación”. Los milagros de Cristo, las profecías, la propagación de la Iglesia, su fecundidad y su estabilidad “son signos ciertos de la revelación, adaptados a la inteligencia de todos”, “motivos de credibilidad que muestran que el asentimiento de la fe no es en modo alguno un movimiento ciego del espíritu”.  La fe es cierta, más cierta que todo conocimiento humano, porque se funda en la Palabra misma de Dios, que no puede mentir. Ciertamente las verdades reveladas pueden parecer oscuras a la razón y a la experiencia humana, pero “la certeza que da la luz divina es mayor que la que da la luz de la razón natural”. “Diez mil dificultades no hacen una sola duda”.
“La fe trata de comprender”:es inherente a la fe que el creyente desee conocer mejor a aquel en quien ha puesto su fe, y comprender mejor lo que le ha sido revelado; un conocimiento más penetrante suscitará a su vez una fe mayor, cada vez más encendida de amor. La gracia de la fe abre “los ojos del corazón” (Ef 1, 18) para una inteligencia viva de los contenidos de la Revelación, es decir, del conjunto del designio de Dios y de los misterios de la fe, de su conexión entre sí y con Cristo, centro del Misterio revelado. Ahora bien, “para que la inteligencia de la Revelación sea más profunda, el mismo Espíritu Santo perfecciona constantemente la fe por medio de sus dones”. Así, según el adagio de Agustín ,“creo para comprender y comprendo para creer mejor”. 
La libertad de la fe.- “El hombre, al creer, debe responder voluntariamente a Dios; nadie debe estar obligado contra su voluntad a abrazar la fe. En efecto, el acto de fe es voluntario por su propia naturaleza”. “Ciertamente, Dios llama a los hombres a servirle en espíritu y en verdad. Por ello, quedan vinculados por su conciencia, pero no coaccionados... Esto se hizo patente, sobre todo, en Cristo Jesús”. En efecto, Cristo invitó a la fe y a la conversión, El no forzó jamás a nadie. “Dio testimonio de la verdad, pero no quiso imponerla por la fuerza a los que le contradecían. Pues su reino... crece por el amor con que Cristo, exaltado en la cruz, atrae a los hombres hacia El”
La necesidad de la fe.- Creer en Cristo Jesús y en Aquel que lo envió para salvarnos es necesario para obtener esa salvación. “Puesto que ‘sin la fe... es imposible agradar a Dios’ (Hb 11, 6) y llegar a participar en la condición de sus hijos, nadie es justificado sin ella y nadie, a no ser que ‘haya perseverado en ella hasta el fin’ (Mt 10, 22; 24, 13), obtendrá la vida eterna”.
La perseverancia en la fe.- La fe es un don gratuito que Dios hace al hombre. Este don inestimable podemos perderlo; Pablo advierte de ello a Timoteo: “Combate el buen combate, conservando la fe y la conciencia recta; algunos, por haberla rechazado, naufragaron en la fe” (1 Tm 1, 18-19). Para vivir, crecer y perseverar hasta el fin en la fe debemos alimentarla con la Palabra de Dios; debemos pedir al Señor que la aumente; debe “actuar por la caridad” (Ga 5, 6),ser sostenida por la esperanza y estar enraizada en la fe de la Iglesia.
La fe, comienzo de la vida eterna.- La fe nos hace gustar de antemano el gozo y la luz de la visión, fin de nuestro caminar en la tierra. Entonces veremos a Dios “cara a cara” (1 Co 13, 12), “tal cual es” (1 Jn 3, 2). La fe es, pues, ya el comienzo de la vida eterna:
Mientras que ahora contemplamos las bendiciones de la fe como el reflejo en un espejo, es como si poseyéramos ya las cosas maravillosas de que nuestra fe nos asegura que gozaremos un día.  Ahora, sin embargo, “caminamos en la fe y no en la visión” (2 Co 5, 7), y conocemos a Dios “como en un espejo, de una manera confusa..., imperfecta” (1 Co 13, 12). Luminosa por aquel en quien cree, la fe es vivida con frecuencia en la oscuridad. La fe puede ser puesta a prueba. El mundo en que vivimos parece con frecuencia muy lejos de lo que la fe nos asegura; las experiencias del mal y del sufrimiento, de las injusticias y de la muerte parecen contradecir la buena nueva, pueden estremecer la fe y llegar a ser para ella una tentación. 
Entonces es cuando debemos volvernos hacia los testigos de la fe: Abraham, que creyó, “esperando contra toda esperanza” (Rm 4, 18); la Virgen María que, en “la peregrinación de la fe”, llegó hasta la “noche de la fe” participando en el sufrimiento de su Hijo y en la noche de su sepulcro; y tantos otros testigos de la fe: “También nosotros, teniendo en torno nuestro tan gran nube de testigos, sacudamos todo lastre y el pecado que nos asedia, y corramos con fortaleza la prueba que se nos propone, fijos los ojos en Jesús, el que inicia y consuma la fe” (Hb 12, 1-2).
“Dijeron los Apóstoles al Señor: Señor Auméntanos la fe”.





TEMA: LA DOCTRINA SOBRE DIOS (teología propia)

El Dios de los filósofos y el Dios de la fe;  ¿Un Dios filosófico o un Dios Bíblico?.
Por Dios se interesan tanto las filosofías como las religiones, pero de manera muy distinta.
El conocimiento filosófico de Dios brota del deseo de saber y se alimenta del asombro que produce la existencia: ¿Por qué existe el ser y no, más bien, la nada? En cambio, la vivencia religiosa brota de una experiencia de salvación que origina una conducta impensable en quienes se limitan a filosofar. Como observó Heidegger en un texto muchas veces citado, a este Dios de los filósofos y de la metafísica, el Ser supremo, fundamento de los entes, «nadie le puede orar, ni ofrecer sacrificios, ni caer de rodillas, ni tocar instrumentos, ni danzar».
También son distintos los métodos de la filosofía y los de la religión. La filosofía exige, ante todo, la actividad del hombre. En la actitud religiosa, por el contrario, la iniciativa no procede del hombre, en el que se da una actitud de escucha ante una manifestación de Dios que se le impone.
Así pues, tanto la metafísica como la religión tienen por objeto a Dios, pero siguen caminos muy diferentes. ¿Llegarán ambas al mismo resultado?: La pregunta está más que justificada: la filosofía sostiene, por ejemplo, que Dios es inmutable, pero la fe nos dice que Dios se hizo hombre; la filosofía afirma que Dios es impasible, pero la fe nos dice que el Hijo de Dios padeció y murió en la cruz, e incluso que el mismo Padre sufre debido al dolor de su Hijo y de sus hijos; etc.
LA DOCTRINA SOBRE DIOS:
El concepto de Dios en América Latina. El concepto sobre Dios lo derivamos sobre todo de tres aspectos: 
El modelo de cristianización del continente.
La cultura machista.
El concepto de la autoridad.
Dando como resultado en la aplicación viva de la fe:
Machismo y autoritarismo en la iglesia.
Legalismo y rituales.
Historia.
Poco o Nulo proceso Redención.

DOS REALIDADES ACERCA DE DIOS:
DIOS EXISTE.  (Ontología de Dios) Esencia
DIOS SE REVELA. (Economía de Dios) Interacción.

EXISTENCIA DE DIOS: 
“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le ay, y que es galardonador de los que le buscan”  Heb. 11.6
Las pruebas cosmológicas de la existencia de Dios parten de la finitud del mundo para desembocar en el ser infinito. 
Formas en las que conocemos a Dios:
a) A través de la naturaleza. Sap 13, 1-9; el vers. 15 dice: «Pues de la grandeza y hermosura de las criaturas, por razonamiento (ávaXóywí;) se llega a conocer al Hacedor de éstas»; Rom 1, 20: «Porque, desde la creación del mundo, lo invisible de Dios, su eterno poder y su divinidad son conocidos mediante las criaturas, de manera que ellos son inexcusables». El conocimiento de Dios, atestiguado en ambos lugares, es un conocimiento natural, cierto, mediato y fácilmente asequible.
b) A través de la conciencia. Rom 2, 14 s: «Cuando los gentiles, guiados por la razón natural, sin ley [mosaica], cumplen los preceptos de la ley, ellos mismos, sin tenerla, son para sí mismos ley.
Y con esto muestran que los preceptos de la ley están escritos en sus corazones». Los gentiles conocen naturalmente y, por tanto, sin revelación sobrenatural, lo esencial de la ley del Antiguo Testamento.
En su corazón hay grabada una ley cuya fuerza obligatoria les hace conocer al Supremo Legislador.
c) A través de la historia. Pablo, en sus discursos pronunciados en Listra y en el Areópago de Atenas, declara que Dios había dado testimonio de sí a los pueblos gentiles con incesantes beneficios y que es fácil encontrarle, pues está muy cerca de cada uno de nosotros; «porque en Él vivimos y nos movemos y existimos» (17, 28).

Atributos de Dios:
La absoluta perfección de Dios
La infinitud de Dios
La simplicidad de Dios
La unicidad de Dios
La verdad de Dios
La bondad de Dios
La inmutabilidad de Dios
La eternidad de Dios
La inmensidad de Dios y su omnipresencia.

QUE SIGNIFICA EL PODER Y LA GLORIA DE DIOS: 
Debemos redefinir el énfasis a la gloria y poder de Dios. La manera en que muchos están pensando sobre el poder de Dios no es bíblica. La Biblia da muchas características de Dios. En un contexto dado podemos dar énfasis en algunas más que otras por razones pastorales. Tenemos que replantear el énfasis y reinterpretar el poder y la autoridad de Dios como lo hace Dios en Jesús y aún en el Antiguo Testamento. 
“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también  en Cristo Jesús, el cual, siendo Dios, no estimó ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó así mismo, haciéndose obediente gasta la muerte, y muerte de cruz”. Filp. 2.5-7 
La palabra que biblica sobre poder es “Pantocratos” DIOS PODEROSO (Salvación) Dios ha salvado al hombre.
Renuncia.
Sacrificio.
Libertad de decisión.
Servicio.
Amor

DIOS CREADOR: 
¿Qué significa para Dios ser creador de un mundo que es distinto de él. Pero que debe corresponderse con él? ¿Qué significa esta creación para Dios? ¿Qué pretende Dios con esta creación, cómo la experimenta, cómo participa en ella?
La expresión Dios «ha creado» el mundo pone de manifiesto y acentúa la autodistinción de Dios respecto del mundo: Dios ha querido el mundo. Por consiguien

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