Para comprender el artículo es necesario hacer la siguiente lectura:
Jonas 3:4-10; 4:2-5, 11
Hay una verdad central que no la podemos obviar y es que no debemos permitir que el prejuicio nos impida ministrar a los perdidos.
El objetivo de este artículo es ver el impacto negativo que el prejuicio puede tener en el ministerio del evangelio. Orar por la salvación de todos los pueblos, no importa su circunstancias.
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El prejuicio es una fea realidad en cada sociedad humana, y a los cristianos les gusta pensar que han superado esa demostración emocional tan carnal. Pero el prejuicio puede surgir de maneras sutiles. El cristianismo que no pensaría emplear una frase ofensiva en contra de alguien puede ser la misma persona que por dentro desprecie a la persona deseada que llega a su iglesia el sábado por la mañana.
Jonas no pudo perdonar a los Asirios por la manera cruel en que habían tratado a su pueblo. Tal vez se puso contento cuando supo que su capital, Ninive, estaba señalada para ser destruida por Dios. Cuando supo que Dios quería que el les advirtiera de su inminente ruina, corrió en dirección opuesta. Por medio de Jonas podemos ver nuestra propia necesidad de una actitud perdonadora y amante.
El capítulo 3 comienza con la frase: “vino palabra de Jehová a Jonas por segunda vez". Mucho tiempo había transcurrido entre ese mensaje de parte de Dios y el primer mensaje que se registra en este libro. Jonas había tratado de evitar la responsabilidad que Dios le había entregado. Dios había tratado con él de una manera que aún hoy deja una impresión en los lectores de la Biblia. Ahora Jonas se levantó y fue a Ninive conforme a la palabra de Jehová. Pero, desde el rey hasta el ciudadano más humilde, Ninive se transformó de una ciudad de pecado en una ciudad de oración. Se cubrieron con cilicio. Al ver esto también Dios cambio de Opinión.
El capítulo 4 comienza con la frase: “Pero Jonas se apesadumbró en extremo, y se enojo". Aquí nos damos cuenta de que la humildad externa de ese profeta todavía no le había afectado el corazón. Este era el mismo amargado que odiaba a los Asirios y que había intentando huir a Tarsis. Que fácil le es al creyente permitir que semejantes sentimientos crezcan en el. No nos dejemos llevar por el prejuicio hacia los pecadores.
De lo anterior se desprenden ciertas preguntas: ¿porque Dios llamó a Jonas una segunda vez en lugar de enviar a alguien más? ¿Como explica usted que esa ciudad pagana inmediatamente aceptó a Dios? ¿Cual fue la verdadera razón para la huida de Jonas a Tarsis? ¿Cuales son algunas semejanzas entre la actitud de Jonas y la del hermano Mayor en la parábola del hijo pródigo?
Dado lo anterior esto lo podemos aplicar de la siguiente manera: El prejuicio es incorrecto, cuando aplicamos el ejemplo de Jonas a la Iglesia, podemos ver como satanás puede usar el prejuicio para impedir el avance del evangelio. ¿Piensa que alguien no es bueno para ser salvo?.
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